Veintiún años después del 11S la situación en Afganistán es peor que al principio, a pesar de los 20 años de intervención y con el gasto económico y humano que ha supuesto.
La sensación de tomadura de pelo a Occidente por parte de los Talibán es obvia, pero la pregunta es si es suficiente para volver a intervenir en los asuntos internos de Afganistán.