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Desarrollo y Defensa

Los drones lo han cambiado todo: son el arma más letal en las guerras modernas

Los campos de batalla ya no se definen por la potencia de los tanques o el alcance de la artillería. Los drones han emergido como la herramienta más letal.

Periodista especializado en tecnología, ciberseguridad e innovación.

3 minutos

Los drones lo han cambiado todo así son ya el arma más letal en las guerras.

Su proliferación (y protagonismo) en la guerra en Ucrania ha marcado un antes y un después, no solo en la forma en que se libran las guerras, sino en la manera en que se perciben y se preparan las futuras generaciones de soldados.

A diferencia de otros sistemas de armamento tradicionales, los drones permiten una combinación sin precedentes de inteligencia, vigilancia, ataque y coste reducido. Este equilibrio ha generado una revolución silenciosa en la doctrina militar contemporánea.

Hoy, es posible afirmar que el dron ha desplazado a la artillería como la herramienta principal de infligir daño en el frente.

Un cambio histórico en el campo de batalla

Por primera vez desde la Primera Guerra Mundial, un sistema de armas que no es artillería ha pasado a ser la causa principal de bajas en combate. En el último año de conflicto entre Rusia y Ucrania, las estadísticas apuntan a que los drones han sido responsables de hasta el 75% de las bajas rusas. Estos datos, lejos de ser anecdóticos, están respaldados por patrones constantes que han emergido incluso durante períodos de supuesta inactividad combativa.

En estos períodos, en los que oficialmente no se desarrollan operaciones ofensivas, los drones continúan patrullando, vigilando y, en muchos casos, atacando objetivos con gran eficacia. La naturaleza persistente de estos aparatos convierte el descanso estratégico en una ilusión, donde el enemigo puede ser atacado en cualquier momento y desde cualquier dirección.

Una de las vertientes más innovadoras dentro de esta revolución ha sido el uso de drones FPV (First-Person View). Estos dispositivos, equipados con software cada vez más sofisticado, han demostrado ser herramientas mortales en manos de operadores bien entrenados. Su impacto ha sido tal que algunos expertos los sitúan como el equivalente moderno de la artillería en la Primera Guerra Mundial.

En el caso ucraniano, el desarrollo autóctono de este ecosistema ha permitido a su ejército compensar muchas de las limitaciones materiales frente a un enemigo mejor equipado. El resultado ha sido una serie de ataques profundos y selectivos que han debilitado considerablemente las capacidades logísticas y defensivas del adversario.

Los drones o revolución sin barcos

El conflicto también ha mostrado que no hacen falta barcos para dominar el mar. La destrucción de buena parte de la Flota del Mar Negro por parte de drones marinos ucranianos lo demuestra. Es la primera vez en la historia moderna que una marina sin navíos consigue una victoria tan contundente contra una flota convencional.

Este hecho plantea interrogantes profundos sobre el futuro del poder naval. Si es posible neutralizar flotas enteras sin desplegar buques propios, las doctrinas navales deberán cambiar radicalmente. La inversión en portaaviones y destructores podría volverse ineficaz ante enjambres de drones programados para destruir con precisión quirúrgica.

Uno de los objetivos más frecuentes de los drones no son las tropas de primera línea, sino los convoyes logísticos. Estas unidades, encargadas del abastecimiento, son especialmente vulnerables a ataques rápidos y precisos. En este sentido, la letalidad de los drones no solo radica en el número de muertes que provocan, sino en su capacidad para interrumpir la continuidad operativa del enemigo.

Al eliminar los suministros antes de que lleguen a destino, se debilita la moral y la eficiencia del frente. En algunos casos, se ha llegado a observar que los drones han obligado a las tropas a desplazarse a pie durante millas para evitar ser detectadas, minimizando el uso de transportes convencionales como jeeps o tanques.

Una amenaza invisible desde el cielo y nueva formación de los soldados

El nuevo miedo en el campo de batalla ya no es el artillero oculto ni el francotirador agazapado, sino el zumbido constante de un dron sobrevolando. Para muchos combatientes, la amenaza ha adquirido un carácter personal: sienten que están siendo cazados por máquinas con ojos.

Muchos soldados afirman sentir una presión constante, como si mil francotiradores flotaran en el cielo. La amenaza es invisible, persistente y, sobre todo, impredecible. No hay trinchera que garantice protección total frente a un dron silencioso.

En este nuevo escenario bélico, el entrenamiento tradicional pierde relevancia. La formación de soldados debe adaptarse a este nuevo entorno, en el que el conocimiento de sistemas de drones, programación básica y estrategias de defensa electrónica se vuelve esencial.

Ya se habla de un cambio del lema "every Marine a rifleman" al "every Marine a dronman". Esta transformación implica una revisión completa de las doctrinas de combate, logística y defensa. Ignorar este cambio es tan peligroso como lo habría sido no entrenar a las tropas en artillería en la antesala de la Primera Guerra Mundial.

El futuro del conflicto armado está siendo escrito hoy por pequeños dispositivos que, sin tripulación, cambian el curso de las guerras. Y todo indica que han llegado para quedarse.