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Las ultimas puñaladas que ha recibido la Guardia Civil

Grande-Marlaska se ha cargado 175 años de historia al suprimir la Cartilla de la Guardia Civil, pero hay más agravios: PSOE y PNV niegan que 460 agentes de la Guardia Civil y la Policía sean víctimas de ETA.

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PSOE y PNV niegan la condición de víctimas a centenares de policías y guardias civiles.

Casi con nocturnidad y alevosía, porque casi ningún medio se ha hecho eco del asunto, quedaba derogada de un plumazo hace casi dos semanas una de las reglamentaciones más bellas con las que ha contado cualquier institución armada, la cartilla de la Guardia Civil, escrita de puño y letra por el Duque de Ahumada.

Ha sido una humillación sin precedentes que ha creado un malestar en la Guardia Civil inmenso, un desprecio en toda regla, un ataque a sus tradiciones en la línea de flotación. Quedó derogada y se sustituyó por un sucinto código ético que incluyen preceptos que parecen poner en duda la neutralidad del Instituto armado. Porque si algo ha sido la Guardia Civil es neutral. Debía obediencia, como recordaba el Capitán Gregorio Luis Pérez Gil, autor del libro "El Mentor del Comandante de Puesto", al código establecido. Luchó en la defensa de Barcelona junto a la Guardia de Asalto, porque fue la Guardia Civil la que defendió a sangre y fuego la capital catalana, aunque muchos representantes de la izquierda caviar quieran seguir viendo al Instituto Armado como una vetusta caverna, e ignoren que son casi 80.000 hombres de todas las ideologías los que fueron maltratados por Franco y durante mucho tiempo no tuvieron pensión por los pecados de obediencia a la República, y siempre cobraron y cobran menos que la Policía Nacional.

Al terminar la guerra, el Capitán Pérez Gil no vio reconocido su valor hasta muchos años después, ya en tiempos de la democracia, cuando se le concedió una medalla que le había sigo negada hasta entonces, pero él, incluso bajo el Gobierno de Franco, siguió convencido de unos principios que trascienden a la propia Institución y a la idiosincrasia de cada guardia.

Mientras Fernando Grande-Marlaska no sabe aún qué hacer con los tatuajes ante y post oposición de sus fuerzas policiales, la cartilla es clara y diáfana y a pesar de sus casi dos siglos de existencia, permanece absolutamente vigente, como señala este párrafo del Capitán en su libro:

"Nuestro fundador el duque de Ahumada, que sin duda tenía una acabada visión del perfecto tipo de caballero, imprime al Cuerpo, de una parte, un acusado carácter militar y por otra, una sincera y virtuosa cortesía. Capta perfectamente las cualidades del buen soldado  y para dejarnos una herencia vitalicia  e inolvidable y para imbuirlas a sus fuerzas, en Circular de 16 de enero de 1845, sienta las bases y el espíritu que han de adornar al Cuerpo, estableciendo como principio general la disciplina; prescribe en el Reglamento que ha de regirse  por las Ordenanzas Generales del Ejercito y desciende a meticulosos preceptos y reglas para asegurar la marcialidad, policía e inmejorable presentación de Guardia Civil; y para que no sufra merma ni desgaste en su continuo y duro contacto con los ciudadanos y delincuentes, refuerza su fuero militar con la ventajosa consideración de Centinela Permanente. Por la misma razón exige la más limpia y desinteresada cortesía digo exige, porque la ordenan también los Reglamentos del Cuerpo, no ya a título de recomendación, sino como un precepto más, como una cualidad necesaria. Aconseja al Guardia Civil 'la circunspección y buenos modales, condena 'las vejaciones, malas palabras y malos modos',  prohibe 'las diversiones impropias de la gravedad que debe caracterizarle', cuidando de que a 'amigos y camaradas les saluda cortésmente', manda 'ceder la derecha no solo a los jefes militares, sino también a las Justicias de los Pueblos, a las autoridades en cualquier carrera del Estado, a toda persona bien portada, y en especial, a las señoras', desciende a detalles como el ´no entrar en ninguna habitación sin llamar anticipadamente a la puerta y pedir la venia para entrar', y emplea  las expresiones de 'Haga usted el favor' o 'tenga usted la bondad', cuando haya de dirigirse a alguna persona con ocasión del servicio y  'dar el tratamiento y rendir el saludo que le corresponda, y censura como de mal gusto' acercarse a escuchar las conversaciones de las personas que están hablando en las calles". 

Jamás un código ha estado vigente tantos años, y no hacía falta cargárselo, según un mando consultado por Escudo Digital, "aparte de la Cartilla teníamos un reglamento de personal, y las ordenanzas de las Fuerzas Armadas. No tiene ningún sentido hacer una lista de preceptos policiales que no se aplique al resto de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Pone en duda nuestra obediencia a la Constitución y el saber estar de los Guardias Civiles, el pundonor de la Institución y sus hombres".

Y es que en el artículo 17 se pide a los Guardias el “respeto y consideración a la pluralidad cultural de España” como si los Guardias Civiles fueran todos madrileños y votantes de Ayuso: “respetarán la pluralidad cultural de la sociedad y las singularidades de cada uno de los territorios que conforman España, mostrando el mayor respeto y consideración hacia la historia, los símbolos e instituciones del Estado, de las comunidades autónomas y de las entidades locales”.

Menos respeto tienen determinadas instituciones a la Guardia Civil. En lugares como Pasajes, hace apenas cinco años, antes de que la Guardia Civil desapareciera del País Vasco casi por completo, se toleraba que en un local tan emblemático como la casa que ocupó Victor Hugo una cuerda que unía las dos aceras de la calle principal pidiera que los Txakurras, (perros), se fueran de allí dibujando a un Guardia como un monstruo sangriento con una maleta y un bigotón.  O que ningún grupo feminista saliera en defensa de las novias de los guardias civiles que fueron apaleadas en Alsasua.

Ahora, mientras se siguen haciendo homenajes a los miembros de ETA, PSOE y PNV afrontan decenas de recursos de guardias civiles y policiales que han visto cómo se rechazaba su solicitud para que se les reconozca como víctimas de la  violencia política de ETA. Según informa  el periódico Digital OK Diario Íñigo Urkullu ha descartado la petición de 460 agentes. Y por contra sí que ha admitido a trámite otras 598 solicitudes, procedentes en su mayoría de proetarras que denuncian abusos policiales

De la madre del teniente apaleado en Alsasua a los niños que ignoraban la profesión de sus padres para impedir que estos fueran asesinados

La polémica Ley de reconocimiento y reparación de víctimas de vulneraciones de derechos humanos en el contexto de la violencia de motivación política de Euskadi entre 1978 y 1999 admite que podrán solicitar el reconocimiento y reparación como víctimas quienes hayan sufrido violencia "con fines de motivación política" en un "contexto de actuación" en el que "hubiera podido participar o bien personal funcionario público en el ejercicio de sus funciones, o bien particulares que actuaban en grupo o de forma aislada, individual e incontrolada"

Policías y Guardias Civiles creen que esa literalidad da potestad a los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para solicitar libremente dicho reconocimiento y,  también, la indemnización correspondiente. No hay que olvidar que hay hijos de Guardias Civiles que no supieron hasta los 8 años a qué se dedicaban sus padres por miedo a que lo contaran en el colegio y pudiesen ser asesinados o marginados por sus compañeros.

Según publica el diario que dirige Eduardo Inda, el Gobierno vasco y el PSOE están en contra de que se beneficien de esta ley las fuerzas policiales. A mediados de febrero, PNV, PSOE, Podemos y Bildu se pudieron de acuerdo para acusar en comandita incluso a los agentes por llevar a cabo una "campaña contra víctimas del Estado" a través de una iniciativa en el Parlamento Vasco en la que rechazaban "cualquier intento de desvirtuar el espíritu y la letra" de la mencionada ley.

Hay que recordar que esa norma aprobada en el año 2016 fue aprobada y recurrida después por el Gobierno de Mariano Rajoy.  Después, su sucesor, Pedro Sánchez, con el ánimo de ganarse el apoyo independentista, retiró el recurso

El pasado viernes, la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal, manifestó en sede parlamentaria  que la ley "no puede reconocer a los propios policías". Artolazabal, por su parte, reiteró que la norma está dirigida a las víctimas de violaciones de Derechos Humanos provocadas por abuso de poder o uso ilegítimo de la violencia policial, por lo que no es una ley ni para reconocer a los miembros de cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, ni a las víctimas del terrorismo de ETA.

Y mientras, ningún medio de los autodenominados progresistas ha dado difusión a la publicación del libro de Inmaculada Fuentes, madre del teniente de la Guardia Civil agredido en Alsasua hace seis años. LLeva por título 'La noche que cambió mi vida' y refleja la situación aún sangrante que viven muchos guardias civiles, y también policías nacionales, pero especialmente estos primeros y sus familias, tratados como apestados por personas que quizás no lleguen a leer nunca la cartilla del Duque de Ahumada.