Las mujeres y el sinuoso camino de la ciberseguridad

Aún no son muchas, pero hacen falta. Hay mitos que derribar, retos que enfrentar y mucho potencial de crecimiento tanto individual como en equipo.

Anahí Di Santo.

Periodista.

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En el ámbito de la ciberseguridad también hay brecha de género.
En el ámbito de la ciberseguridad también hay brecha de género.

“Cuando estudié telecomunicaciones, hace 23 años, éramos unas cuantas mujeres en las formaciones técnicas. Pero al avanzar en el mundo profesional, eso no se ve. En las reuniones o en los proyectos en los que estoy hoy, somos muy pocas. Todas esas mujeres, ¿dónde están?”, se pregunta María Penilla Azcuénaga, directora técnica de la Fundación ZIUR, el Centro de Ciberseguridad Industrial de Gipuzkoa, una iniciativa pública creada para para ayudar a las empresas a reforzar su protección frente a los ciberataques.

Vitori Hernández es CEO de Intrepit, una compañía que brinda servicios tecnológicos y de seguridad a empresas y profesionales en Navarra. “Es muy raro encontrarte una interlocutora que sea mujer, sobre todo en la parte más técnica. Yo trabajo con centros de educación y cuando pido a gente de prácticas pregunto ‘¿no hay ninguna mujer?’ Y siempre la respuesta es no, comparte la empresaria y técnica en sistemas de la información.

Una parte de esta circunstancia tiene que ver con la brecha de género en las aulas. La Fundación Conocimiento y Desarrollo ha elaborado un informe sobre la presencia femenina en las carreras STEM (ciencia, tecnología, ingenierías y matemáticas) en 2022 y confirmó que en España las mujeres no llegan a representar ni el 14% de los estudiantes de grado en las TIC. La directora de Igualdad de la Universidad del País Vasco, Elena Leiñena, afirma en un artículo publicado por Magisterio que el sesgo de género en las carreras STEM es debido a los “roles culturales sobre lo femenino y masculino”. Esos roles tradicionalmente establecidos para varones y mujeres ejercen influencia desde muy temprano, al punto de que hay consenso entre quienes estudian el tema en que en la adolescencia “ya es tarde” para que las niñas se interesen por las profesiones técnicas.

Pero ¿qué sucede con las mujeres que han logrado trascender esos modelos y, luego de haber elegido estas carreras, se lanzan al mundo profesional?

El informe “Women in IT and Cybersecurity elaborado por Standard Chartered con la colaboración con Cyber Women Community reveló que solo el 24% de los puestos de trabajo en tecnología están ocupados por mujeres. Y en el sector de la ciberseguridad, esta cifra se reduce al 11%. A la vez, la brecha salarial de género en estas áreas es significativa, con una diferencia del 25% en la industria de la tecnología y del 21% en ciberseguridad. La investigación se publicó en 2022 y se basa en encuestas realizadas a mujeres que trabajan en tecnología y ciberseguridad en todo el mundo. El techo de cristal y la falta de representación femenina en puestos de liderazgo, la ausencia de oportunidades de desarrollo de carrera y la discriminación de género en el lugar de trabajo son algunas de las adversidades aún vigentes para las tecnólogas, indican los datos de este estudio. Lo que no constituye el panorama más prometedor para quienes están en edad de elegir un sector profesional para su futuro.

Parece broma, pero es anécdota

“Yo entraba como responsable del sector IT de una empresa y el gerente sacó unos paños y nos puso a limpiar unas máquinas”. “Cuando trabajaba en una compañía de ciberseguridad, asistí a eventos donde estábamos todos los técnicos de esta empresa en Europa. Había 200 hombres, mujeres éramos dos”.

Estos testimonios pueden impactar al contextulizarse en el siglo XXI, con los avances logrados en muchos puntos del globo sobre la equidad de género, pero lamentablemente son moneda corriente en los encuentros de formación y mentoría para mujeres en el campo IT, como el programa Women4Cyber Startup School. Describen, más allá de la abstracción de los conceptos de análisis, cómo es el camino de la trabajadora por cuenta ajena dedicada a la ciberseguridad. Aunque el sendero de las emprendedoras y de quienes se animan a sumergirse en el mundo de las startups tiene similitudes y retos propios.

“Me ha pasado en varias reuniones, a la hora de explicar el proyecto a compañías más grandes o hablar con inversores, que por tener un socio que es hombre, con quien querían hablar era con él, yo era invisible”. “Hubo empresarios que cancelaron mi participación en el encuentro acordado, ni siquiera me han dado la oportunidad de poder hablarles, de contarles mi propuesta”. Los relatos en primera persona se suceden, y compartirlos no busca desalentar a quienes no se deciden a emprender, sino motivar a las mujeres para que no se sientan solas, que sepan que a otras les ha sucedido lo mismo y aun así pudieron seguir adelante, sostienen las mentoras y líderes de grupos de empresarias y escuelas de formación y talento femenino.

“A nivel empresa, yo noto mucho la diferencia. Si el posible cliente es una persona joven o es una mujer, todavía es más fácil para mí concretar el negocio; que de todo hay, pero en general mi venta suele estar más asegurada cuando tengo delante alguien de 50 para abajo. Pero no quieres pensar en que sea porque eres una mujer… Dices, ‘¿cómo va a ser eso?’ Piensas que no le ha gustado y ya está”, reconoce Vitori Hernández.

Emprender en ciberseguridad demanda recursos económicos. El crecimiento profesional a veces puede implicar la renuncia a proyectos personales porque las tareas de cuidado no están equitativamente distribuidas. Y el síndrome de la impostora y la falta de referentes reales también pueden ejercen influencia.

Lorena Ionescu es CEO de Bytehide, una plataforma que brinda servicios de automatización de aplicaciones para seguridad, administración, monitoreo y desarrollo. La joven emprendedora de Valencia reconoce que los obstáculos no han sido pocos. Cuando comencé a desarrollar mi proyecto de ciberseguridad, sentí cierta inseguridad y dudas sobre mi capacidad para liderar en este campo que estaba dominado por hombres. Uno de los mayores retos que he encontrado ha sido el prejuicio por mi edad y mi género. Tengo 22 años ahora, pero empecé a emprender más joven. Y a veces esto resulta en una falta de confianza de otras personas en mis habilidades y en mi experiencia. Pero a pesar de los desafíos, lo que me ha quedado de todo esto es la perseverancia, el aprendizaje constante y la búsqueda de modelos femeninos para poder seguir, que de verdad pueden ayudar muchísimo a superar todas estas barreras”.

Las entrevistadas coinciden en que emprender en ciberseguridad es un camino en el que día a día siguen abriéndose paso. Para comenzar hacen falta recursos económicos. Luego, el crecimiento profesional en muchos casos sólo se logra a expensas de la vida personal, ya que hay muchas tareas en el hogar que siguen ligadas a los roles de género socialmente establecidos. Y como tercera variable aparecen los miedos y el denominado síndrome de la impostora, que se entrecruza con la falta de referentes mujeres reales en puestos de liderazgo.

Primero necesitas cierta estabilidad económica. Entonces ahí entramos en la diferencia de salarios. Una mujer lo tiene más complicado ya solamente por el hecho de la diferencia de salarios dentro de los mismos puestos y el techo de cristal. Luego el tema de los cuidados, que al final también recae sobre nosotras más que sobre ellos. Al final es la pescadilla que se muerde la cola. Por el tema de los cuidados o dedicándonos por completo, terminamos cobrando menos”, señala Vitori Hernández.

María Penilla considera que “muchas veces lo tenemos más difícil porque emprender suele ser a costa de renunciar a otras cosas. Exige más dedicación y más recursos a nivel personal, porque socialmente nos faltan herramientas para ayudarnos, pues no tenemos medidas reales de conciliación. Llega un momento de la vida en la que te planteas compatibilizar lógicamente tu vida personal con tu vida laboral y no tienes los medios para hacerlo”.

En su informe “Mujeres y hombres en España”, el Instituto Nacional de Estadística define que la conciliación entre vida personal y laboral está relacionada con aspectos de la organización de la sociedad como la flexibilidad de los horarios de trabajo, la infraestructura y la oferta de servicios de cuidados para niños y personas dependientes. Se considera trabajo no remunerado a las actividades como el cuidado o educación de los hijos, de nietos, cocinar o realizar labores domésticas, cuidado de personas mayores o con discapacidad. Según el estudio “Desigualdad de género en el trabajo remunerado y no remunerado tras la pandemia” en España, del Observatorio Social La Caixa, en 2022 las mujeres dedicaron 43 horas semanales al trabajo no remunerado, mientras que los hombres lo hicieron 28 horas a la semana. Estas 15 horas semanales de diferencia también ejercen condicionamientos a la hora de tomar decisiones profesionales, como arriesgarse a emprender o asumir cargos de liderazgo o mayor responsabilidad.

“Es super importante abordar los obstáculos de forma activa y colaborativa. Crear comunidades y redes de apoyo para las mujeres que estén emprendiendo en el mundo STEM. Los programas de mentorías, como Women4cyber Startup School, la capacitación para mujeres emprendedoras, así como iniciativas que puedan promover la igualdad son fundamentales”. Lorena Ionescu.

Ahora bien, también entran en juego una serie de temores e inseguridades personales, que se enraízan a su vez en ciertos estereotipos de género, como puede ser que ‘los hombres son mejores en las matemáticas y la tecnología’, o que ‘las mujeres no son competentes para determinada tarea’, por ejemplo.

Uno de mis grandes problemas, que es el típico tema de cualquier mujer, es el síndrome del impostor. No era consciente de todo lo que había logrado ya y no me lo creía”, confiesa Hernández. Y Penilla continúa en la misma línea. “Yo creo que también nos falta un poco creérnoslo. Ya de primeras pensamos ‘¿lo podré hacer, seré capaz, estaré formada, voy a ser tan buena como se espera de mí?’ O sea, ya empiezas poniéndote trabas en la parte personal, pero ¿cómo voy a hacerlo para compatibilizar? Tenemos que creérnoslo y vamos para adelante. Luego seguro que buscaremos las opciones, tendremos ayuda, tenemos herramientas tanto en la parte profesional como la parte personal, pero tenemos que ser nosotras las que digamos aquí estoy yo y quiero hacerlo.”

Si bien el concepto “síndrome de la impostora” ha cobrado popularidad y ha generado gran identificación, especialistas en género sostienen que más que un problema psicológico individual es un fenómeno social con sesgo de género, ya que afecta a la mayoría de las mujeres. Otro factor relacionado es la falta de referentes mujeres reales y accesibles que influye tanto en las niñas, a la hora de proyectarse hacia el futuro como empresarias, líderes o profesionales de la ciberseguridad, como en la confianza que puede inspirarse entre pares.

De izquierda a derecha: María Penilla, Vitori Hernández y Lorena Ionescu.
De izquierda a derecha: María Penilla, Vitori Hernández y Lorena Ionescu.

 

La importancia de la red de apoyo

En todo este marco, se vuelven cruciales la grupalidad y el networking. Compartir formación, actividades, experiencias, consejos, asesoramiento, hacer redes personales y profesionales, conocer a otras personas que están pasando o han pasado por situaciones similares es enriquecedor.

“Es super importante abordar los obstáculos con los que nos enfrentamos de una forma activa y sobre todo colaborativa. Crear comunidades y redes de apoyo para las mujeres que estén emprendiendo en el mundo STEM. Los programas de mentorías, como Women4cyber Startup School, la capacitación para mujeres emprendedoras, así como iniciativas que puedan promover la igualdad son fundamentales”, destaca Lorena Ionescu, quien ha participado de la formación que las asociaciones Women4Cyber Spain y Tetuan Valley realizan cada año. “Realmente ha sido un antes y un después. Me daba miedo salir al público a hablar, a defender mi proyecto, aunque yo sabía que valía, sabía que mi proyecto era increíble. Y las formaciones han sido de muchísimo valor porque las han dado personas super top del mundo de las startups, que ya han montado empresas, que saben perfectamente por lo que estábamos pasando. Todo el apoyo que nos han dado, las sesiones de pitch, nos daban feedback y así poco a poco nos han ayudado a coger esa confianza hasta el último día que fue el demo day, que fue brutal y pienso que hubo un cambio muy fuerte desde un inicio”, concluye.

Vitori Hernández también ha pasado por el programa Women4cyber, y recomienda enérgicamente participar de estos espacios. “No os lo perdáis. Es una experiencia muy chula, pero además conoces a gente dentro del sector tecnológico y dentro del tema ciber que son mujeres, y también hombres, que te echan un cable sin buscar nada a cambio. Sus impulsoras la verdad es que son unas máquinas y mujeres de referencia. Yo noto mucho la diferencia tras haber participado, creo que hubo un cambio de mentalidad por mi parte, de la Vitori profesional a la Vitori empresaria, y siento que ha habido un cambio de negocio importante también. Estar ahí, pues para mí vale millones”, enfatiza la CEO de Intrepit.

María Penilla ha trabajado a su vez con Women4Cyber y aconseja aprovechar este tipo de programas de mentoring y de startups para mujeres. Lo que tenemos que hacer las mujeres es socializar y juntarnos, hacer equipo entre nosotras. El networking hoy en día es vital, nos tenemos que ayudar, conocernos, hacer redes. Tengo que saber qué otras mujeres hay trabajando, que si yo el día de mañana necesito un perfil, pues las conozco a nivel personal, sé cómo son, están en mi red. Y hacernos fuertes entre todas, visibilizar el papel de esas mujeres que están ahí cambiando las cosas”, anima la directora técnica de la fundación Ziur.

Penilla es, por otro lado, socia de Aspegi, la Asociación de Mujeres Empresarias, Profesionales y Directivas de Gipuzkoa, una organización sin fines de lucro que busca ser un nexo de unión y la entidad representativa de las mujeres empresarias, profesionales y directivas de Gipuzkoa, actuando mediante la defensa, representación y promoción de sus intereses, desarrollo y competitividad en los ámbitos empresarial, profesional y social. “Ellas lo hacen muy bien, buscan asociaciones, firman acuerdos de colaboración con asociaciones de diferentes aspectos, financieras, de formación o de ciberseguridad como nosotros. Esas colaboraciones son la red que tienen las socias de Aspegi para que en cualquier momento, cuando tengan un problema, sepan que tienen una posibilidad, alguien a quien recurrir”.

Hay mucho por delante, hay demanda y hay talento

Si bien hablamos de un cuadro de situación que tiene grandes dificultades y desafíos, el mercado de la ciberseguridad se encuentra en permanente crecimiento, con una demanda de profesionales que ha aumentado sólo en el último año una media del 35% en todo el mundo, según un análisis de Microsoft y la OCDE.

“Ahora mismo te puedes ir a chat GPT a pedirle que te haga un script para que haga malware. Entonces, ya cualquiera puede coger eso y empezar a mandar eso por correo. La inteligencia artificial también es una herramienta para la ciberseguridad porque a nivel tecnológico ayuda mucho a que las soluciones mejoren. Pero al mismo tiempo es una amenaza que hay que controlar porque ha evolucionado más la tecnología que los controles, que la ética, que la normalización y se nos ha adelantado un poco”, advierte María Penilla. Entonces, si estamos muy escasos de talento, y nos perdemos el 50% de la población, pues es complicado, reflexiona.

Estas dos circunstancias representan una especial oportunidad para el talento femenino. Y por eso, la tecnóloga de Gipuzkoa anima a sus colegas a hacer valer este momento. Ahora mismo ser mujer es un valor positivo, porque al final hay muchas empresas que quieren incorporar mujeres, porque son conscientes de que aportamos, que al final los equipos mixtos son los mejores y ahora mismo este aspecto de ser mujer es más positivo, pues aprovechémoslo”, dice Penilla.

Poco a poco, pero cada vez más, el mundo empresarial empieza a comprender que la diversidad en general, y de género en particular, brinda diferentes perspectivas, soluciones innovadoras, creatividad y mejores resultados.

Y las encuestas entre las mujeres que se dedican a la ciberseguridad, también ofrecen una buena cuota de esperanza. El mencionado estudio de Standard Chartered revela que el 80% de las mujeres en TI están satisfechas con su lugar y 9 de cada 10 mujeres repetirían su carrera. Al mismo tiempo, dos tercios de las mujeres que trabajan en TI ven la ciberseguridad como una especialización atractiva y más del 90% de las mujeres que trabajan en este sector recomiendan esta especialización a otras personas.

La ecuación promete. Formarse, asociarse, animarse, hacer redes, pedir ayuda, brindarla, y contarle a las niñas que hay posibilidades e interesantes opciones en la ciberseguridad y el mundo tecnológico para ellas. Y que, además, hacen falta manos, creatividad y nuevas miradas. ¡A por ello!