Las incursiones (ilegales) de drones en espacios aéreos restringidos y zonas industriales no solo han ido en aumento, sino que ya son demasiado frecuentes alrededor de todo el mundo. Por ello, empresas tecnológicas, energéticas y del sector defensa han alzado la voz ante los peligros que pueden conllevar estas situaciones.
Aunque hasta hace poco esta amenaza se asociaba exclusivamente al entorno militar, actualmente constituye un riesgo más que tangible dentro del ámbito la guerra económica, donde el uso de sistemas aéreos no tripulados (UAS) para el espionaje corporativo ya es una realidad.
Un informe reciente de Global Guardian, publicado en marzo bajo el título "Worldwide Threat Assessment" ("Evaluación mundial de amenazas"), advierte que los drones están dejando de ser simples herramientas de vigilancia para convertirse en vectores híbridos capaces de infiltrar tanto el espacio físico como el cibernético. En otras palabras: espían, intimidan y atacan redes digitales desde la periferia.
Drones sobre bases militares: una amenaza creciente en EE.UU. y Europa
Durante los años 2023 y 2024 se han registrado múltiples incursiones de drones no autorizados en instalaciones militares. En Estados Unidos estos dispositivos han sobrevolado la base aérea de Langley o la estación espacial de Vandenberg (California), sin que en la mayoría de los casos se haya conseguido identificar a los responsables.
En Europa también se producen este tipo de irrupciones ilegales:
- Alemania: En enero de 2025, las autoridades alemanas informaron sobre la detección de hasta diez drones de origen desconocido sobrevolando el aeródromo militar de Manching, en Baviera.
- Reino Unido: Entre noviembre y diciembre de 2024, se reportaron numerosos avistamientos de drones no identificados sobre bases de la Fuerza Aérea de Estados Unidos ubicadas en el país, entre ellas RAF Lakenheath, RAF Mildenhall, RAF Feltwell y RAF Fairford.
- Bases de la OTAN: Se han detectado drones sobrevolando instalaciones de la Alianza, lo que ha generado preocupaciones sobre posibles actividades de espionaje por parte de Rusia..
¿Y en España?
Aunque en España no se han reportado incidentes concretos de incursiones de drones en bases militares, eso no significa que no hayan ocurrido. De hecho, las autoridades han incrementado las medidas para proteger estas instalaciones.
La Agencia de la Unión Europea para la Seguridad Aérea (EASA) ha establecido geozonas donde se prohíbe o restringe el vuelo de drones en áreas sensibles como instalaciones militares, aeropuertos o centrales nucleares.
Estas incursiones –que en la mayoría de los casos quedan impunes– reflejan una realidad muy incómoda: ni siquiera las infraestructuras más protegidas están a salvo de estos dispositivos. Y lo más preocupante es que el sector privado se encuentra aún más expuesto.
El sector privado, más vulnerable que nunca
Un operador malintencionado puede lanzar un dron desde varios kilómetros de distancia, programarlo para sobrevolar un centro de datos, capturar imágenes a través de ventanas o incluso conectarse a una red Wi-Fi vulnerable.
En un caso totalmente verificado, un dron logró interceptar las credenciales de un empleado remoto y transferirlas mediante una herramienta de penetración inalámbrica, lo que permitió el acceso no autorizado a una red corporativa. El ataque no dejó rastros físicos, solo una brecha digital.
Estas situaciones fusionan espionaje industrial, ciberseguridad y guerra electrónica, afectando directamente a sectores estratégicos como defensa, aeroespacial, biotecnología, automoción o energía.
Vacíos legales y limitaciones regulatorias
En estos momentos, la capacidad de respuesta del sector privado frente a este fenómeno es extremadamente limitada.
En EE.UU., por ejemplo, las leyes impiden a las empresas interferir, interceptar o neutralizar un dron, incluso si éste viola su espacio aéreo. Solo las agencias gubernamentales están autorizadas para aplicar contramedidas activas, lo que crea una paradoja de seguridad: las empresas pueden detectar la amenaza, pero no actuar contra ella.
En Europa, aunque países como Francia o Alemania han avanzado en regulaciones específicas, también persiste un preocupante vacío legal para empresas privadas con activos sensibles.
¿Cómo pueden protegerse las empresas?
Poco a poco, comienzan a surgir soluciones frente a estas incursiones aéreas, aunque su implementación requiere una importante inversión que combine tecnología, formación del personal y una inevitable coordinación institucional. Además, el uso de contramedidas depende en gran medida de las normativas aéreas de cada país.
No obstante, las empresas pueden aplicar las siguientes acciones:
- Realizar auditorías de exposición aérea en instalaciones críticas.
- Asegurar redes IoT vulnerables, como cámaras, impresoras, dispositivos auxiliares.
- Formar al personal de seguridad y TI en protocolos de respuesta ante incursiones.
- Establecer canales directos con autoridades de aviación civil o cuerpos de seguridad.
- Actualizar los protocolos de ciberinteligencia para integrar la dimensión física de amenazas aéreas.
El nuevo frente de batalla empresarial
El uso de drones en el espionaje industrial es una amenaza actual y en constante evolución. Al igual que ocurre con los drones militares, se trata de un verdadero riesgo para la competitividad, la propiedad intelectual y la seguridad empresarial.
La información es poder, y protegerse de los drones espía se ha vuelto una necesidad tan estratégica como blindar un servidor o reforzar un perímetro. Sin embargo, la legislación avanza lentamente, mientras que los "malos" vuelan rápido, discretos… y cada vez más cerca.