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Sostenibilidad

¿Cómo obtener tierras raras? El último método

La urgente necesidad de metales pone en grave peligro la viabilidad de la transición energética y la digital.

2 minutos

Óxidos de tierras raras, en el sentido de las agujas del reloj desde el centro superior: praseodimio, cerio, lantano, neodimio, samario y gadolinio.

El mundo se las prometía muy felices a la búsqueda de una forma de vida más sostenible, mediante el recurso a energías no contaminantes como la eléctrica. La realidad ha truncado la buena voluntad, la creciente demanda de metales raros que no puede ser satisfecha, ha provocado una carencia en los materiales utilizados para fabricar microchips, hasta el punto de que millones de tarjetas de crédito podrían quedar anuladas. 

Hay esperanzas, y de ello se hace eco National Geographic en un extenso reportaje en el que expone lo complicado de la situación. Las tierras raras son carísimas porque resulta muy costoso extraerlas y también porque su suministro procede directamente de China, un país que hizo ha invertido con antelación en la compra de terrenos así como en su explotación y almacenamiento. 

La alternativa ecológica es conseguirlas directamente de residuos industriales así como aparatos electrónicos desechados. Y es que el problema principal de las tierras raras es que no se presentan en la naturaleza de forma pura, sino combinadas con otros minerales. La minería es contaminante, pero también, a veces, el proceso de reciclado, ya que se utiliza ácido clorhídrico en muy alta concentración, con lo cual a veces el remedio puede ser peor que la enfermedad, ya que también se contamina con los restos. 

Un equipo formado por bioquímicos de la Universidad Rice, en Houston (Texas) ha desarrollado un sistema para extraer los metales más preciosos para la industria tecnológica moderna mediante pulsos de calor originados por la corriente eléctrica. 

Un estudio publicado en la revista Science Advance, asegura que este sistema es el doble de eficaz que los métodos actuales y muchísimo menos lesivo para el medio ambiente. 

El sistema está ideado a partir de las cenizas volantes, un subproducto polvoriento grisáceo que se produce tras quemar carbón, y contiene las mismas concentraciones de tierras raras que se encuentran en el mineral original. 

Los investigadores combinaron este subproducto con humo negro para mejorar la a conductividad eléctrica, y después colocaron la mezcla resultante en unos tubos de cuarzo transparentes, en cuyos extremos emplazaron condensadores eléctricos que enviaban pulsos de corriente eléctrica, lo que provocó una serie de flashes de color blanco y amarillento.

Se elevó la temperatura hasta los 3.000  ºC en apenas un segundo, para luego proceder a un enfriado drástico. Con ello se conseguía que se formaran unos trozos microscópicos de vidrio en el carbón quemado que atrapaban las partículas de las tierras raras, y los fosfatos de las mismas se convertían en óxidos, más solubles y significativamente más fáciles de extraer.