Cuidado con los robots sexuales asesinos

Guardar

robots-sexuales-asesinos
robots-sexuales-asesinos

Las búsqueda de placer mediante la tecnología puede convertirse en peligrosa. Expertos en ciberseguridad consultados por Escudo Digital afirman que el afán por aplicar Internet de las Cosas a absolutamente todo, incluso al sexo, explica la difícil situación que se avecina con el 5G. Y ponen como ejemplo los vibradores a distancia, fácilmente hackeables, como ocurrió con la jaula peneana que fue bloqueada por unos ciberdelincuentes, un juguete sexual poco habitual pero que tiene su público.

Lo mismo puede ocurrir con los robots sexuales. Y no estamos hablando de ninguna película como Ex Machina, de la cual adjuntamos trailer, sino de las muñecas sexuales robotizadas que ya se pueden adquirir en el mercado. Según el diario británico Daily Star, el doctor en seguridad virtual, Nick Patterson, ha avisado de la posibilidad de que pudieran matar a sus dueños.

Los robots sexuales son fácilmente hackeables a distancia

Y es que a lo largo de la entrevista, Patterson ha desvelado que los continuos avances tecnológicos en las muñecas sexuales, incluidos las cámaras y el uso de wifi con ellas, las pueden convertir en tecnologías mucho más fáciles de hackear que un ordenador. Ya hablamos en una ocasión del hijo que casi mata a su padre de forma involuntaria al paralizarle el marcapasos mientras jugaba a videojuegos.

Aquí se plantea la posibilidad de que sea una tercer persona, un hacker, el que decida controlar el mecanismo de los robots sexuales a distancia para poner en peligro la vida dela persona que lo esté usando. No se trata de ninguna broma relacionada con el exceso de sexo, sino de un peligro real. ¿Electrocución? ¿Estrangulamiento a lo David Carradine?

Las posibilidades son tan infinitas como el tipo de desarrollo que se dé a estos robots. En el caso de la película que citamos como ejemplo, los robots podían hacer exactamente lo mismo que un ser humano. De hecho, la película empieza con la historia deCaleb, un programador de la empresa Bluebook que recibe como premio la invitación de Nathan, el presidente de la compañía donde trabaja, con el fin de realizar el test de Turing a una ginoide dotada de inteligencia artificial. No seguimos detallando el argumento por si alguien no la ha visto.