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Los 10 principales riesgos a los que se enfrenta la humanidad en el año 2023

Solo el aumento del precio de los combustibles ya ha provocado protestas en unos 92 países.

Gonzalo Díaz Bonet.

Especialista en Tecnología y Sostenibilidad.

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Cada año, el Foro Económico Mundial analiza y evalúa los riesgos a los que, de forma global, se enfrenta la humanidad. Y aunque muchos podamos pensar que el mayor de ellos es una guerra nuclear o un posible atentado con armas biológicas, los expertos no sitúan estas opciones entre los riesgos más preocupantes. Para ellos, lo que más va a afectar a los ciudadanos de todo el orbe en los próximos doce meses es algo tan cotidiano y a la vez despiadado como el imparable aumento del coste de la vida. 

El encarecimiento de productos básicos como los alimentos y la energía puede alimentar el descontento y la inestabilidad política, sobre todo en países donde el descontento ya estaba latente. El FEM señala que sólo el aumento del precio de los combustibles ya ha provocado protestas en unos 92 países

Tras el coste de la vida, el siguiente riesgo en importancia, según los expertos consultados por el WEF, son las catástrofes naturales causadas por el cambio climático, mientras que en tercer lugar se sitúa la actual confrontación geoeconómica, que incluye sanciones, guerras comerciales, control de inversiones y otras acciones que tienen la intención de debilitar a los países receptores.  

Entre los 10 primeros riesgos a corto plazo hay tres de carácter social, uno geopolítico, uno tecnológico y cinco medioambientales. Muchos de ellos han sido incrementados por el conflicto de Ucrania y se prevé que vayan perdiendo importancia a largo plazo, cuando los principales riesgos para la humanidad estarán centrados, casi de forma exclusiva, en la sostenibilidad. 

Riesgos globales 2023
Riesgos globales 2023

Según el informe, la próxima década se caracterizará por crisis medioambientales y sociales, impulsadas por tendencias geopolíticas y económicas subyacentes. La "crisis del coste de la vida" se considera el riesgo mundial más grave en los próximos dos años, y alcanzará su punto máximo a corto plazo.  

Las secuelas económicas del COVID-19 y el conflicto en Ucrania han provocado una inflación desorbitada, una era de bajo crecimiento y escasa inversión. Por ello, los gobiernos y los bancos centrales podrían enfrentarse a presiones inflacionistas en los próximos dos años, ante la posibilidad, cada vez más realista, de una guerra prolongada.  

El Foro Económico Mundial advierte de las graves consecuencias que esto tendrá para la vida de todos los ciudadanos en cualquier rincón del planeta. “Incluso si algunas economías experimentan un aterrizaje económico más suave de lo esperado, el fin de la era de los bajos tipos de interés tendrá importantes repercusiones en la economía mundial”, subraya.  

“Las repercusiones se dejarán sentir sobre todo en los más vulnerables de la sociedad y los estados ya frágiles, contribuyendo al aumento de la pobreza, el hambre, la violencia e incluso el colapso del Estado. Las presiones económicas también erosionarán los logros alcanzados por los hogares de renta media, estimulando el descontento y la polarización política en todo el mundo”, añade el informe.  

El aumento del cibercrimen, principal riesgo tecnológico

Entre los principales riesgos para la humanidad a corto y largo plazo, el Foro Económico Mundial, incluye el crecimiento del cibercrimen, al que sitúa como el principal reto tecnológico y el octavo a nivel de sociedad. 

El informe apunta al sector tecnológico como uno de los motores económicos y sociales de los próximos años. “Estimulado por las ayudas estatales y la inversión privada, la investigación y el desarrollo de tecnologías emergentes continuarán a buen ritmo durante la próxima década, produciendo avances en IA, computación cuántica y biotecnología. Para los países que puedan permitírselo, estas tecnologías ofrecerán soluciones parciales a una serie de crisis emergentes, como la falta de capacidad sanitaria, la seguridad alimentaria o la mitigación del cambio climático”, señala.  

Pero estas tecnologías -advierte el WEF- también entrañan riesgos, como la desinformación y una rotación ingobernable de los puestos de trabajo. Especialmente el aumento de la ciberdelincuencia, que puede traer consigo intentos de interrumpir recursos y servicios críticos y ataques contra la agricultura y el agua, los sistemas financieros, la seguridad pública, el transporte, la energía y las infraestructuras de comunicación. 

Los riesgos tecnológicos no se limitan únicamente a los delincuentes. El análisis sofisticado de grandes conjuntos de datos permitirá el uso indebido de la información personal a través de mecanismos legítimos, debilitando la soberanía digital y el derecho a la privacidad, incluso en regímenes democráticos bien regulados, concluye el estudio.