Benito Pérez Galdós, en el Museo del Ejército en Septiembre

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Benito Pérez Galdós fue más que un escritor y un periodista, fue quizás el mejor narrador de la historia de España, a través de sus Episodios Nacionales y las entrevistas que hizo a importantes personajes de su época. Décimo hijo de un coronel del ejército, Sebastián Pérez Macías, natural del municipio de Valsequillo de Gran Canaria, que había formado parte del batallón de voluntarios conocido como La Granadera Canaria que luchó en la Guerra de la Independencia, desde muy pequeño se aficionó graciasa su padre a los relatos bélicos. Y ello se refleja en su obra, que le ha hecho merecedor de consideración internacional, hasta el punto de que el autor canario, que llegó a ser propuesto para el premio Nóbel de literatura, va a protagonizar en el Museo del Ejército, en Toledo, una exposición.

La exhibición pretende unirse a las celebraciones que han marcado el último año en torno a Benito Pérez Galdós. Por ello, en el mes de septiembre, concretamente el día 27, el Museo abre las puertas de una exposición temporal que lleva por títuloGaldós en el Museo del Ejército. La guerra de la Independencia a través de los Episodios Nacionales.

Benito Pérez Galdós fue un gran aficionado al arte y a los museos

A través de ella, descubriremos algunas de las facetas menos conocidas de Galdós como era su afición al arte y los museos, la inspiración que pudo encontrar en las salas y piezas expuestas en los museos militares de Madrid; su cercanía y admiración a la vida militar y los valores castrenses y, también, su devoción por la ciudad histórica de Toledo y su edificio más emblemático, el Alcázar, sede del museo.

La exposición se inaugura el día 27 de septiembre de 2021 y podrá ser visitada a partir del día 28. Da la casualidad de que el día 26se clausura la exposición sobre Emilia Pardo Bazán, gran amiga del escritor y amante suya, en la Biblioteca Nacional, que lleva por título, Emilia Pardo Bazán y la modernidad. Una buena idea puede ser encadenar una exposición con otra. La comunicación entre Madrid y Toledo es excelente. Algunos de los objetos que podrán contemplarse en la exposición son de gran valor histórico, como la casaca de Velarde, el héroe de la independencia. Junto a su compañero Daoiz era oficial de  Artillería del cuartel de Monteleón, su intervención en el levantamiento del 2 de mayo contra los invasores franceses fue vital. Tienen una plaza en la madrileña Plaza del 2 de Mayo, en el distrito de Malasaña. El arco que se erige a su espalda es la antigua puerta del Cuartel de Monteleón. Precisamente en Toledo, frente al Alcázar, hay una estatura dedicada a los dos héroes.

Reproducimos por su interés, un fragmento de Los Episodios Nacionales, relativo a la Guerra de la Independencia:

El 19 de marzo y el 2 de mayo

Cuando me aparté de allí, Chinitas ya no existía. La debilidad de nuestro centro de combate me obligó a unirme a él, como lo hicieron los demás. Apenas quedaban artilleros, y dos mujeres servían la pieza principal, apuntaban
hacia la calle Ancha. Era una de ellas la Primorosa, a quien vi soplando fuertemente la mecha, próxima a extinguirse.
-Mi general -decía a Daoíz-. Mientras su merced y yo estemos aquí, no se perderán las Españas ni sus Indias… Allá va el petardo…
Venga ahora acá el destupidor. Cómo rempuja pa tras este animal cuando suelta el tiro. ¡Ah!
¿Ya estás aquí, Tripita? -gritó al verme-. Toca este instrumento y verás lo bueno.
El combate llegaba a un extremo de desesperación; y la artillería enemiga avanzó hacia nosotros. Animados por Daoíz, los heroicos paisanos pudieron rechazar por última vez la infantería francesa que se destacaba en pequeños
pelotones de la fuerza enemiga.
-¡Ea! -gritó la Primorosa cuando recomenzó el fuego de cañón-. Atrás, que yo gasto malas bromas. ¿Vio Vd. cómo se fueron, señor general? Sólo con mirarles yo con estos recelestiales ojos, les hice volver pa tras. Van muertos de
miedo. ¡Viva España y muera Napoleón!… Chinitas, ¿no está por ahí Chinitas? Ven acá, cobarde, calzonazos.

able de presentación para Oficial Superior que perteneció a Joaquin Murat que podrá verse en la exposición

Y cuando los franceses, replegando su infantería, volvieron a cañonearnos, ella, después de
ayudar a cargar la pieza, prosiguió gritando desesperadamente:
-Renacuajos, volved acá. Ea, otro paseíto. Sus mercedes quieren conquistarme a mí, ¿no verdá? Pues aquí me tenéis. Vengan acá: soy la reina, sí señores, soy la emperadora del Rastro, y yo acostumbro a fumar en este cigarro de bronce, porque no las gasto menos. ¿Quieren ustedes una chupadita? Pos allá va. Desapártense pa que no les salpique la saliva; si no…

La heroica mujer calló de improviso, porque la otra maja que cerca de ella estaba, cayó tan violentamente herida por un casco de metralla, que de su despedazada cabeza saltaron salpicándonos repugnantes pedazos. La esposa de Chinitas, que también estaba herida, miró el cuerpo expirante de su amiga. Debo consignar aquí un hecho trascendental; la Primorosa se puso repentinamente pálida, y repentinamente seria. Tuvo miedo. Llegó el instante crítico y terrible. Durante él sentí una mano que se apoyaba en mi brazo. Al volver los ojos vi un brazo azul con charreteras de capitán. Pertenecía a D. Luis Daoíz, que herido en la pierna, hacía esfuerzos por no caer al suelo y se apoyaba en lo que encontró más cerca. Yo extendí mi brazo alrededor de su cintura, y él, cerrando los puños, elevándolos convulsamente al cielo, apretando los dientes y mordiendo después el pomo de su sable, lanzó
una imprecación, una blasfemia, que habría hecho desplomar el firmamento, si lo de arriba obedeciera a las voces de abajo. En seguida se habló de capitulación y cesaron los fuegos. El jefe de las fuerzas francesas
acercóse a nosotros, y en vez de tratar decorosamente de las condiciones de la rendición, habló a Daoíz de la manera más destemplada y en términos amenazadores y groseros. Nuestro inmortal artillero pronunció entonces aquellas célebres palabras: Si fuerais capaz de hablar con vuestro sable, no me trataríais así.

Alabarda del Reinado de Carlos IV que se podrá ver en el Museo del Ejército en la Exposición dedicada a Benito Pérez Galdós
Alabarda del Reinado de Carlos IV que se podrá ver en el Museo del Ejército en la Exposición dedicada a Benito Pérez Galdós

El francés, sin atender a lo que le decía, llamó a los suyos, y en el mismo instante… Ya no hay narración posible, porque todo acabó. Los franceses se arrojaron sobre nosotros con empuje formidable. El primero que cayó fue Daoíz, traspasado el pecho a bayonetazos. Retrocedimos precipitadamente hacia el interior del parque todos los que pudimos, y como aun en aquel trance espantoso quisiera contenernos D. Pedro Velarde, le mató de un pistoletazo por la espalda un oficial enemigo. Muchos fueron implacablemente pasados a cuchillo; pero algunos y yo pudimos escapar, saltando velozmente por entre escombros, hasta alcanzar las tapias de la parte más honda, y allí nos dispersamos, huyendo cada cual por donde encontró mejor camino, mientras los franceses, bramando de ira, indicaban con sus alaridos al aterrado vecindario que Monteleón había quedado por Bonaparte.

Casaca del Capitán Pedro Velarde
Casaca del Capitán Pedro Velarde

Difícilmente salvamos la vida, y no fuimos muchos los que pudimos dar con nuestros fatigados cuerpos en la huerta de las Salesas Nuevas o en el quemadero. Los franceses no se cuidaban de perseguirnos, o por creer que bastaba
con rematar a los más próximos, o porque se sentían con tanto cansancio como nosotros. Por fortuna, yo no estaba herido sino muy levemente en la cabeza, y pude ponerme a cubierto en breve tiempo: al poco rato ya no pensaba más que en volver a mi casa, donde suponía a Inés en penosa angustia por mi ausencia. Cuando traté de regresar hallé cerrada la puerta de Santo Domingo; y tuve que andar mucho trecho buscando el portillo de San Joaquín. Por el camino me dijeron que los franceses, después de dejar una pequeña guarnición en el parque, se habían retirado. Dirigime con esta noticia tranquilamente a casa, y al llegar a la calle de San José, encontré aquel sitio inundado de gente del pueblo, especialmente de mujeres, que reconocían los cadáveres. La Primorosa había recogido el cuerpo de Chinitas. Yo vi llevar el cuerpo, vivo aún, de Daoíz en hombros de cuatro paisanos, y seguido de apiñado gentío. D. Pedro Velarde oí que había sido completamente desnudado por los franceses, y en aquellos instantes sus deudos y amigos estaban amortajándole para darle sepultura en San Marcos. Los imperiales se ocupaban en encerrar de nuevo las piezas, y retiraban silenciosamente sus heridos al interior del parque: por último, vi una pequeña fuerza de caballería polaca, estacionada hacia la calle de San Miguel.

Arqueta de mármol que custodia las cenizas del Teniente Ruiz
Arqueta de mármol que custodia las cenizas del Teniente Ruiz, que participó a las órdenes de Daoiz y Velarde en el levantamiento del dos de mayo. Tiene una calle en el madrileño Barrio de Malasaña donde ocurrieron los hechos.