Ester Higueras y Elisa Pozo: “Las residencias de mayores deben centrarse en la persona; ni ruptura ni aislamiento”

Guardar

entrevistas-residencias-de-mayores
entrevistas-residencias-de-mayores

Y vino la pandemia y puso todopatas arriba, sin excepciones y con excesos. De estos últimos, el que se llevala palma por haber pagado el pato con creces – y, sobre todo, con vidas - es elrelacionado con la tercera edad. Ha sido la población a la que el coronavirusha tratado con mayor virulencia y en concreto, en el sector de residenciasasistenciales de dependencia, se ha vivido una absoluta tragedia. “Lo que hapuesto en evidencia, más aún, que es necesario plantearse otras formas deenvejecer y que para ello es tan imprescindible como urgente repensar y diseñarotro tipo de centros con un modelo de atención centrado en la persona”,opinan las dos entrevistadas.

Ester Higueras (E.H),profesora titular del departamento de Urbanística y Ordenación del Territorioen la Universidad Politécnica de Madrid, UPM, y Elisa Pozo (E.P), investigadoradoctoranda sobre salud urbana y envejecimiento activo en dichainstitución, comparten muchos intereses e inquietudes. Ambas son partidarias deavanzar hacia viviendas y residencias “donde envejecer mejor”, algo que “solose puede conseguir desde una estrategia integrada desde lo urbano hasta loarquitectónico” que es lo que ellas dominan y desde donde quieren aportar.Al hablar sobre el tema no dejan ninguna duda de que, en su caso, se mezcla lovocacional con mucho de pasional.

Ahora es cuando se presta atención a la conversación y hay escucha,pero llevabais ya tiempo diciendo cuál era el camino y cómo debían ser lasresidencias de tercera edad, proponiendo además un diseño preventivo.¿Consideráis que el Covid-19 ha puesto en valor vuestro trabajo y que puedeacelerar la cristalización de proyectos en la dirección que señaláis?

E.H. Ójala se empiece a tomar más en serio; sobre todo, de formageneralizada. Y con ritmo. Esta experiencia crítica que estamos viviendodebería agilizar la toma de decisiones y la búsqueda de soluciones paradinamizar lo que ya estaba planteado. Porque, aunque sin prisa, la sensibilidadsobre el tema ya existía, como lógicamente obliga una pirámide de población quese va ensanchando cada vez más en la franja de mayores de 65 años.

Precisamente, en el mes de noviembre presentamos - desde el grupo de investigación del departamento, junto con el catedrático emérito José Fariña - una guía por encargo del Ministerio de Sanidad con el objetivo de aportar propuestas de un diseño urbano (según zonas de la ciudad, hábitos, etc.) que favoreciera entornos saludables para todas las personas y edades, teniendo en cuenta las necesidades específicas de los más mayores. Medidas para prevenir males y promocionar la salud antes que tener que invertir en Atención Primaria. Luego vino el virus y descolocó todo.

Ester Higueras, profesora titular del departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio en la Universidad Politécnica de Madrid.

No contábamos con ello, porquecreíamos ya desterradas las enfermedades infecciosas en nuestras ciudades. Yahora resulta que las pandemias serán algo recurrente y habitual, lo que nos hahecho abrir mucho más los ojos y ser conscientes de todas las cosas que hay quecambiar para que algo así no nos vuelva a pillar con el paso cambiado. Laarquitectura y el urbanismo tienen mucho que hacer y decir. Después de la guía,hubiera venido la publicación de un libro, pero con todo esto ha quedadopendiente.

¿Incluso serviría para curar o al menos retrasar la enfermedad?

E.H. Sin duda. No sé si curar, pero prevenir, previene. Un diseñourbano ambiental, sostenible y seguro mejora la salud, algo fundamental segúnaumenta la esperanza de vida. Es importante vivir más, pero no de cualquiermanera. Se tiene que procurar una buena calidad de vida. Esta idea ahora yaempieza a rodar, pero ha sido un proceso muy lento. En mi experienciainvestigadora, primero vino el urbanismo bioclimático, desde 1990 a 1997,cuando leí la tesis doctoral bajo ese mismo título. Y ahora ya estamostrabajando en urbanismo y salud, desde 2015.

El curso de Postgrado de la Universidad Politécnica de Madrid sobreEnvejecimiento Activo, junto al proyecto UNI-Health ha constituido un referenteen la materia, ganado por convocatoria competitiva dentro del marco EIT Health.Habrá costado, pero ya van llegando oportunidades yreconocimientos ¿no?

E.P. Esque el trabajo desarrollado a partir de dicho taller en el barrio de Usera deMadrid ha sido muy trascendente, aparte del disfrute que ha supuesto tanto parasus vecinos - también metidos en el proyecto y en el curso - como para losalumnos y profesores. Por no hablar de todo el aprendizaje que ha supuesto. Hasido un proyecto liderado por la UPM, por nosotras y por las profesorasCristina Gallego y Emilia Román, en colaboración con la Universidad deNewcastle y la consultora ARUP. Quisimos estudiar cómo vivían los mayores enesta zona de Madrid porque la consideramos triplemente desfavorecida: por elpoder adquisitivo medio, la densidad de población muy alta, un alto porcentajede personas mayores en el distrito y ser un foco de calor con temperaturassuperiores a la media madrileña. Esto hacía mucho más motivador el reto deconvertirlo en un barrio amigable para todos.

"La gente mayor no quiere dejar su entorno, aunque a veces no se sienten seguros al salir a la calle, porque hay obstáculos físicos y problemas mal resueltos"

Yconviviendo allí con ellos las enseñanzas han sido múltiples y claves paraplantear, a partir de esas necesidades que hemos comprobado en directo,soluciones mucho más reales y al detalle. La primera es que la gente mayor noquiere alejarse de donde ha vivido toda la vida, esto es prioritario paraellos, poder seguir cerca de lo que y los que conocen. También hemos visto queello es posible con los servicios adecuados – y en Usera hay buena estructurasocial y buena teleasistencia, por ejemplo -, eso hasta un determinado grado dedependencia, claro. En tercer lugar, sienten miedo e inseguridad al salir a lacalle, aunque en muchos casos es más subjetivo que real, pero es cierto que noestán bien resueltos muchos temas de movilidad: vallas protectoras o bolardospara separar las aceras de las calzadas, pero que suponen un obstáculo paraellos, pocos sitios para sentarse y descansar en sus trayectos, crucespeligrosos, pocas fuentes para beber si sienten fatiga y calor, falta de aseospúblicos... Son aspectos que se deben cuidar para procurar que puedan seguir ensus casas todo el tiempo posible, asistiendo a los centros de día para TerceraEdad, centros culturales, parques, centros deportivos y todas las posibilidadesy oportunidades de ocio y cuidados, adaptadas a sus necesidades. Esto sería loideal, retrasar su marcha del entono habitual.

E.H.Como curiosidad, me parece importante comentar la forma tan diferente con laque viven la vejez hombres y mujeres, ¡no tiene nada que ver! Ni rutinas deactividades, ni horarios, ni caminos, ni destinos. Por tanto, eso también sedebe tener en cuenta el diseño urbano.

Llegado ese grado de dependencia que hace insostenible que la persona mayor permanezca en su casa, ¿a qué tipo de oferta residencial debería aspirar?

Elisa Pozo, investigadora doctoranda sobre salud urbana y envejecimiento activo en la UPM.

E.P. Sinduda, a una oferta mucho más variada a la actual. Ahora, una gran mayoría delas residencias son iguales y se plantean en muchos casos como instalacionesaisladas, donde se hace vida casi exclusivamente de puertas adentro, pocointegradas en su entorno, aunque estén en plena ciudad, etc... Deberíanconvivir centros así, que irían remodelándose y desde luego integrándose con lavida exterior (menos herméticos y con una organización y diseño de los espaciosmás hogareños), con modelos de co-housingbasados en comunidades de viviendas y también apartamentos con servicioscomunes e interacción entre los vecinos, similares a los de otros países, dondetambién incluyen programas intergeneracionales. Otras experiencias interesantesson los pueblos adaptados (en Pescueza, Cáceres, e incluso con pequeñasunidades de convivencia totalmente integradas) y las comunidades de enfermerasque existen en los países del norte de Europa.

Precisamente, Elisa, tu tesis se basa enestos nuevos planeamientos del espacio público para hacer “ciudades amigables”incluyendo la perspectiva de las personas mayores con demencia. De todos losviajes que has hecho, ¿qué ejemplos concretos de diseño para residencias demayores destacarías por ser innovadores y funcionar bien?

E.P. Esdifícil elegir, porque hay casos muy distintos que funcionan bastante bien. Esosí, todos son puntuales, no creamos que fuera esto está ya resuelto. Lo que síexiste y llevan más avanzado es la innovación, el consenso y la certeza de quelas pruebas exitosas que se han llevado a cabo tienen que ser el ejemplo aseguir. Desde luego, no dejaría de reseñar como referente a la Universidad deNewcastle y su Centro de Innovación para el Envejecimiento, donde la voz delmayor está incluida y conectada de una forma participativa y se investiga muchoen la mejora de su calidad de vida; un planteamiento hecho con y para ellos.

"No hace falta inventar espacios teniendo una España vaciada con un montón de pueblos que podrían ser el destino perfecto"

EnHolanda destaca la experiencia de la “Villa Alzheimer” (Hogeweyk), un complejoresidencial para personas dependientes con muchos servicios, librería, teatro,biblioteca, restaurante, una especie de pequeña ciudad dentro de esta, peroademás con algunas de estas instalaciones abiertas al público, que entrapagando, y así consiguen parte de la financiación (alquilan el teatro para eventos)y con mucha libertad de movimientos y horarios para las personas que vivenallí. En Bélgica, por el contrario, los nuevos modelos residenciales están máscentrados en fomentar la inclusión, situados en el centro urbano y con undiseño atractivo para que sean centros comunitarios, de relación con todas lasedades y con puertas abiertas para que también entre la gente a sus terrazas,jardines y cafeterías y convivan. Siempre ofrecen habitaciones individuales,organizadas en pequeñas unidades de convivencia y 100% accesibles. Todo muyhogareño y cuidando mucho la seguridad. Son muy importantes las zonas verdes ynaturales también.

¿Y se puede pagar con una pensión ese tipo deoferta? ¿Hablamos de propuestas públicas o privadas?

E.P. Segúnel caso. En el ejemplo holandés, por ejemplo, que está siendo replicado enotros países, es un sistema mixto: una entidad sin ánimo de lucro invierte eneste modelo y lo gestiona con apoyo de las instituciones públicas, que son lasque transfieren las pensiones. Las personas que viven allí tienen derecho aunos servicios con esa pensión y los “extras” son pagados por la persona o porsus familias. Eso sí, fomentando esas otras fórmulas de financiación, connegocios e instalaciones abiertas a la calle y al público, que pueden entrarpagando. En otros países acogen a estudiantes para que ejerzan de voluntarios ydinamizadores de las actividades de las residencias. Hay variedad y cada vezmás sensibilización.

¿Y en España, por qué hay tan poco de esto?¿No es aplicable o es que el modo de vida de aquí también influye, en contra?

E.H. Hayalgún intento ya, pero algo muy concreto y poco representativo. Es verdad que,como dices, nuestra idiosincrasia y especialmente en lo que a la estructurafamiliar se refiere, incluye lazos que hacen diferente la forma de afrontar lavejez.

LaFundación Pilares para la Autonomía Personal es un buen referente de cómo seestán intentando mejorar los espacios residenciales conforme a las guías dediseño existentes, procurando a la vez que no haya ruptura con el proyecto devida de la persona mayor y prosigan con sus costumbres y rutinas. Sin horariostan estrictos, todo más personalizado y favoreciendo la autonomía personal.Igualmente, citaría a la Fundación Matia, del País Vasco, que también ha implantadoeste modelo de atención centrado en la persona.

 ¿Hablarde residencias integradas en la ciudad y a la vez en un entorno natural no esun concepto contradictorio?

E.H. Nodebería serlo. Es que realmente estamos hablando de diferentes modelosresidenciales para las distintas fases de la vejez, también según sea unodependiente o no. Cuando ya hay mucha dependencia, deja de ser opcional lo derecibir asistencia, y la integración en el entorno urbano es más relativa, porcompleja; aunque la apuesta seguiría siendo no aislarles del todo y, porsupuesto, procurar igualmente zonas ajardinadas para su bienestar. Y estotambién es posible en la ciudad, nuestro proyecto plantea la reforma de loscentros existentes, remodelarlos, no hacerlos nuevos, pues pensamos en larehabilitación y la regeneración de barrios como respuesta a la sostenibilidad.Son dos escalones asistenciales, dependiendo de las necesidades.

Sin embargo, un estudio reciente que analizatodo lo que ha pasado en las residencias de ancianos durante la pandemia,señala a las urbes, sobre todo a las grandes, como el peor lugar paraenvejecer.

E. P. Depende.Si se ha vivido siempre en la ciudad probablemente eso es lo que se querráseguir manteniendo, y hay evidencias de que integrar un ambiente naturalizadopreviene el deterioro cognitivo. Y si encima se consigue ese ambienteinclusivo, en residencias donde todos entran y salen, jóvenes y mayores, queademás pueden juntarse en zonas mixtas – como en algunos de los proyectos quemencionábamos -, todo serán más pros que contras. Aparte que así también sepueden plantear modelos inclusivos beneficiosos para otros grupos de población.Por ejemplo, en Alemania hay residencias que acogen a estudiantes gratis acambio de que durante su estancia hagan una especie de voluntariado y haganacompañamientos.

“En la UPM estamos trabajando en unas prácticas virtuales, para que los alumnos se pongan en la piel de estas personas mayores a través de un videojuego”

E.H. Ahora bien, si hablamos de grados de dependencia ya elevados, con demencia, pues quizás sí sería aconsejable salir de lo urbano, procurando la proximidad de los familiares. Además, no hace falta inventar espacios, teniendo una España vaciada con un montón de pueblos que podrían ser el destino perfecto.

Ester Higueras y Elisa Pozo (a la derecha), junto a sus compañeras, Cristina y Emilia, que trabajan en la investigación.

Por otrolado, para este segundo grado de mayores, que requieren una atención mucho máscompleja y específica, también urge replantear el modelo de cuidados para quevivan con dignidad y calidad en los últimos años de vida. ¡En esta crisis se haevidenciado mucha escasez de recursos!

Este cambio hacia un modelo de cuidadoscentrado en la persona tendría que empezar por el interés de los propietariosde los centros, los seguros médicos, etc. ¿Han detectado algún acercamiento ointerés por su parte?

E.H. Síque se están manteniendo algunas conversaciones. Alguna ya anteriores, pero araíz de todo esto que ha pasado ha crecido el interés. Depende del compromiso yconcepto de cada empresa. Con Sanitas llevamos tiempo hablando porque quierenresolver cuanto antes sobre todo esa atención tan específica que requieren laspersonas más limitadas y enfermas.

¿De qué plazos estamos hablando para que todoel sector se reformule y ponga a punto unos mínimos?

E.P. Pues,como siempre, dependerá de lo que se invierta en investigación que es el pasoprevio. Hace falta una transformación urgente e inmediata; una revisión afondo. Aunque será algo paulatino. Se podría ir invirtiendo en innovación paraacelerar las soluciones de movilidad, autonomía y seguridad de las personas muydependientes. También es importante implantar lo tecnológico.

E.H. Comoanécdota, contar que en la Universidad Politécnica de Madrid estamos trabajandoen unas ‘prácticas virtuales’ para que los alumnos se pongan en la piel de estapoblación mayor y poder entender mejor lo que sienten. A través de unvideojuego podemos desplazarnos por espacios públicos como si fuéramos ellos ytuviéramos esas edades, viendo y oyendo menos, notando fatiga, sed, etc. Es unaexperiencia fabulosa y el mejor punto de partida para ser capaces luego dediseñar un espacio a su medida. Y a la de todos porque, si es seguro paraellos, lo es para los demás.

La semana pasada, en una webinar sobretendencias postCovid-19, uno de los ponentes era Martínez-Almeida, alcalde dela capital, y reconocía que “las grandes ciudades se han llevado la peor parteen esta crisis”.

E.H. Esque la población madrileña no es que sea envejecida, es superenvejecida, conpredominio de los mayores de 80 años. Por eso es indiscutible que el modeloasistencial y el diseño deben ir unidos en adelante, como garantía de salud. Esla forma de que crisis como la actual no se salden con un balance tan tremendo.Porque habrá más. Y cada pandemia será distinta. En poquitos años, el 60% delas personas superarán los 60 años.

 E.P. Loúnico que ha pasado es que se ha evidenciado algo ya sabido y comprobado.Tendrá que ser todo mucho más flexible, para agilizar la gestión y la atención,pudiéndola adaptar a cada momento de crisis. Centros más accesibles, con másfácil aislamiento si hay riesgos de contagio, con personal, espacios amables yno los de ahora (impersonales, donde se desorientan porque no hay referencias,con rotaciones del personal que les despistan mucho y con zonas comunesmasificada, en lugar de acondicionar una porcada planta o por ‘x’ número de habitaciones).

Comoconclusión, traería una de las frases darwinianas más repetidas en estassemanas de cambio forzoso por el estado de alarma: no saldrán adelantelos más fuertes, sino los que mejor se adapten. Y en el caso de las personas mayores,hay que ayudares a hacerlo, incluyéndoles en el debate y adaptando las ciudadesa sus circunstancias.