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Opinión

Cómo mirar al sol sin quemarse los ojos

Editor de Escudo Digital

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mauricio fernández
mauricio fernández

Los autónomos, como sucede con los pequeños empresarios, son los únicos que pueden mirar al sol sin quemarse la retina de los ojos, como hace años se afirmaba en un popular anuncio que basaba esta broma en el insuperable espíritu de sacrificio de estos. Un espíritu de sacrificio que años después de esta campaña publicitaria ha puesto más a prueba nuevos obstáculos como el coronavirus, que ha obligado a cerrar o a limitar gran parte de estos negocios, o la necesidad de transformar los negocios en función de los nuevos comportamientos y necesidades de los clientes.

Las pymes engloban alrededor del 97% de empresas en España, un porcentaje que marca el predominio de las microempresas, que constituían el 94% del total del sector privado a enero del 2020, justo antes de la pandemia, con un total de 3.417.000 compañías. Seguramente los efectos de la pandemia hayan retocado estos números ligeramente, pero no lo suficiente como para no poder seguir afirmando que el esfuerzo y sufrimiento es algo generalizado entre el empresariado español.

De los efectos de la pandemia poco puedo añadir, pues es algo que aún está ahí y que cada uno (países, comunidades autónomas, etc.) va bandeando como puede, pero la transformación digital sí que es un cambio de modelo que el pequeño empresariado debe acometer activamente si no se quiere quedar fuera de juego. Y es que, aunque los que aún tenemos cierta edad seguimos siendo fieles a nuestro negocio de cercanía, aunque también compramos por la red, lo cierto es que las nuevas generaciones de consumidores no han pisado una tienda en su vida, si no para acompañar a sus padres.

Es, como decía, una transformación imprescindible tanto para pymes orientadas al consumidor, como aquellas que se dirigen a empresas y que supone un notable esfuerzo para todos aquellos que ven cómo sus ingresos se ven afectados por mil razones toda vez que sus gastos no paran de dispararse.

Pero es que con la transformación digital la cosa no termina, porque una vez que un negocio se ha digitalizado, al igual que sucede con el local físico, hay que protegerlo; hay que buscar el equivalente al sistema de videovigilancia y a la alarma si se quiere evitar que los ladrones nos “entren” abran la puerta de la red.

En el pasado año, en España se registraron 40.000 ciberataques al día, una cifra que supuso un incremento del 125% respecto al previo ejercicio y que en este 2021 va a batir todos los récords. Las pequeñas y medianas empresas, en las que el Incibe estima daños por un valor medio de entre 2.000 y 50.000 euros, son las más perjudicadas y las que, más allá de los grandes titulares que acaparan los ataques a grandes multinacionales u organismos públicos, padecen el mayor número de intentos de sabotaje.

Frente a esto, las pequeñas empresas deben protegerse de la mano de compañías especializadas -afortunadamente hay muchas y muy buenas- que les asesorarán y protegerán de esta nueva lacra que incluso ha puesto en situaciones muy delicadas a grandes países como Estados Unidos y Rusia, tensionando sus relaciones hasta puntos inimaginables. Y además de protegerse deben formarse y concienciarse, ya que los empleados pueden ser una gran puerta de entrada para muchas amenazas, y más ahora a causa del teletrabajo.

Una reciente encuesta realizada por ThycoticCentrify, un proveedor de soluciones en la nube, evidencia que los empleados suelen adoptan comportamientos que ponen en riesgo la seguridad digital de su empresa, y en muchos casos incluso a pesar de saber cuáles son los peligros.

Uno de los datos más preocupantes que refleja este estudio es que un 79% de los encuestados se involucró en, al menos, una actividad de riesgo el año pasado. Además, un tercio (35%) almacenó contraseñas en su navegador en dicho intervalo, un 32% usó una misma contraseña para acceder a varios sitios y alrededor de uno de cada cuatro (23%) conectó un dispositivo personal a la red corporativa. Prácticas todas estas que han de evitarse según todos los manuales de ciberseguridad.

Pero estas actividades no se deberían al desconocimiento, ya que el 98% de los encuestados reconoció saber cuáles son los riesgos para su empresa al realizar ciertas acciones, como pinchar en enlaces de origen desconocido. Sin embargo, pese a ello, únicamente un 16% percibía que su organización pudiera tener un riesgo muy alto de sufrir un ciberataque.

En defensa de los trabajadores hay que señalar que, según la encuesta, únicamente el 44% de los encuestados recibió formación en ciberseguridad en 2020, lo que supone que más de la mitad de los empleados tuvieron que enfrentarse solos al temible panorama de amenazas creado como consecuencia del teletrabajo. Esto se acentuó en las empresas más pequeñas, las cuales aún no han terminado de digerir los últimos retos que se han visto obligadas a afrontar para seguir mirando al sol sin quedarse ciegas.

Este artículo ha sido publicado originalmente en el número del mes de septiembre de la revista Capital.