Opinión

Con Rusia, ¿diplomacia o bombas?

Experto en migraciones y analista internacional.

Después de casi tres meses de conflicto en Ucrania parece que el empate técnico se acerca y ninguno de los dos bandos son capaces de ni avanzar hacia los objetivos marcados por el Kremlin ni de recuperar los terrenos perdidos y ya controlados por las tropas de Moscú. Nos acercamos peligrosamente hacia un término geopolítico que sería desastroso para Europa, pero especialmente para Ucrania, y que se llama conflicto congelado.

Este estancamiento de la situación se está produciendo principalmente por dos razones: la determinación y valentía de los ucranianos en defender su nación del ejército invasor y, por otro lado, la mayúscula ayuda militar que Occidente está proveyendo a los militares ucranianos y que está siendo fundamental para reducir de manera considerable la enorme brecha de medios personales y materiales que existe entre los dos bandos. Aunque también sorprendió, por la parte rusa, la no declaración de guerra por parte de Putin el pasado 9 de mayo, limitando la capacidad de reclutamiento para el ejército rojo, y por consiguiente, una mayor eficacia en esta invasión.

Cuándo los analistas y expertos en Rusia, allá por enero de este año, aseguraban que no se iba a producir una invasión de Rusia a Ucrania y que se limitaría a un ataque al este del país, la mayoría de ellos cometió el error (sesgo de confirmación) de que Putin pensaría y decidiría como lo haría un líder democrático u occidental. El presidente ruso nos sorprendió con una invasión completa a Ucrania, y ahora está aprovechando esta capacitación de “impredecible” para mantener el miedo entre la población europea. ¿Y cómo lo hace? Amenazando a Occidente mediante su poderío nuclear para que abandone Ucrania.

Pero lo cierto es que pronto nos hallaremos todos (Rusia y Occidente) en una encrucijada en la que nos hemos metido conscientemente, y de hecho, los servicios de inteligencia norteamericanos aseguran que el presidente ruso está tomando medidas encaminadas a afrontar un conflicto que se va a dilatar en el tiempo.

La estrategia del Kremlin parece clara, y se llama desgaste. Moscú sabe de la subida de los precios y consiguiente inflación en la zona Euro y OTAN, y solo está esperando a que la unidad de bloque mostrada hasta ahora se empiece a resquebrajar. Pero, ¿qué hay de nuestra estrategia?

Debilitar a Rusia, una peligrosa apuesta

Estados Unidos y Reino Unido están liderando a Occidente en una nueva estrategia con respecto a Rusia. Después de años trabajando la opción diplomática, especialmente desde la invasión de Crimea en 2014, la diplomacia no ha funcionado en los términos esperados por OTAN y Unión Europea, y el bloque occidental ha visto ahora una oportunidad de cambiar de estrategia: debilitar a Rusia en todos los aspectos posibles (militar, económico, apoyo social a Putin, etc.) hasta tal punto que no sea capaz de intentar otra aventura militar como la que actualmente está llevando a cabo en Ucrania.

Y es que hemos pasado de inicialmente ayudar a Ucrania a defenderse de la invasión a una posición mucho más ofensiva contra Rusia, intentando precipitar su debilitamiento y salida de Ucrania, y de paso, dejarla lo suficientemente tocada como para que abandone sus aventuras y amenazas invasoras a lo largo y ancho de sus fronteras.

La aportación de material de la OTAN, pero especialmente el apoyo en términos de inteligencia por parte de EE. UU. y Reino Unido está llevando a los militares ucranianos a conseguir algunas victorias importantes, y otras que, aunque no tanto, sí han tenido un efecto psicológico notable entre las tropas y opinión pública rusas.

Biden acaba de solicitar al congreso 40.000 millones de dólares adicionales para ayudar a Ucrania, una cantidad que supone un 5% de lo que gasta Estados Unidos al año en Defensa, por lo que cabe preguntarse si el fin de este tipo de ayuda es mantener el conflicto a medio largo plazo o directamente intentar que Ucrania gane la guerra y Rusia salga de este país.  

Pero aunque hasta ahora Moscú no haya tomado ninguna medida contra la ayuda de Occidente a Ucrania y "tolere" que el conflicto se haya convertido en una “proxy war”, la amenaza nuclear sigue latente y parece claro que Rusia utilizará un arma nuclear táctica si viese peligrar el curso de esta guerra, y por lo tanto, de sus objetivos estratégicos.

Las amenazas nucleares de Putin van dirigidas, principalmente, a evitar que Occidente rearme y ayude a Ucrania de tal forma que cambie el curso de la guerra y conceda la victoria a los ucranianos. La utilización de un arma atómica táctica contra una instalación militar ucraniana podría ser factible si el kremlin se viera demasiado "acorralado" en este conflicto.

Los objetivos iniciales de Moscú en Ucrania podrían haber cambiado, pero hay dos puntos que no lo han hecho, ni lo van a hacer: la no entrada de Ucrania en estamentos internacionales proccidentales (OTAN y Unión Europea) y la presencia permanente de tropas rusas en el oriente ucraniano, al igual que ocurre en Azerbaiyán, Armenia, Moldavia y Georgia.

No hay que descartar que el cambio de objetivos de Rusia, orientándose ahora hacia el Dombass, sea solo una manera de tomar aire para más tarde relanzar su campaña hacia su verdadero objetivo, la caída de Kiev y de por consiguiente, su gobierno. La desesperanza de Putin marcará una serie de acciones en las que los ataques a objetivos civiles no serán tema tabú y la destrucción de ciudades e infraestructuras le preocupará menos.

Putin está en un callejón sin salida, y lo peor, es que Occidente se ha metido también en él, no sabiendo muy bien cómo vamos a salir de esta situación.

El fantasma del conflicto congelado planea sobre Ucrania y esto convertiría a esta nación en un ente completamente dependiente de Europa y otros países debido a la incapacidad de Kiev para desarrollar una economía autosuficiente. La partición de Ucrania en los términos que pretende el Kremlin significaría el ahogamiento económico y de desarrollo de Ucrania, pasando la pelota caliente a Occidente.

A pesar de la propaganda Occidental, que nos hace confiar en una victoria ucraniana, Putin no se altera y parece creer que no necesita más tropas ni escalar la situación para lograr sus objetivos. Aunque habrá que estar atentos a los que podrían ser indicios de una escalada militar como podrían ser un mayor número de ciberataques, cortar el gas a Europa, encarcelar extranjeros en Rusia o dejar de pagar préstamos Occidentales.

La  ingente ayuda militar y económica a Ucrania no parece exasperar a Moscú, y ni siquiera la ya casi segura entrada de Suecia y Finlandia en la OTAN irritan al mandatario ruso, pero ojo, ¿es posible mantener una paz duradera si castigamos demasiado a Putin? Hay que recordar el Tratado de Versalles que desembocó en la II guerra Mundial y es que castigar demasiado a un bando, por justo que nos parezca, nunca dio buen resultado en aras de la paz y la estabilidad.