Capitán JL Suárez

Opinión

De la lucha contra los piratas somalíes, a la lucha contra el Covid-19

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Capitán JL Suárez
Capitán JL Suárez

"Los navegantes somos los últimos desconocidos. Poco se habla de nosotros, habitualmente". Lo dice en este diario de a bordo el veterano capitán de la Marina Mercante, José L. Suárez Cuervo (San Juan de la Arena, Asturias).

Suárez, con 25 años de mando en la mar en diferentes buques ynavegaciones, se ha visto obligado a recluirse en el buque que capitanea porsegunda vez. Si en la primera ocasión los causantes fueron los piratas somalíes,en esta el enemigo ha sido el Covid-19. Este es su singular diario contando enprimera persona.

Recuerdo que la primera vez fue en el 2012, al mando delbuque tanque Diamond Star (Cía. de Navegación Suiza OMC). Transitábamos ennavegación de Taranto (Italia), a través del canal de Suez a Haldia, (La India)y era inevitable al pasar por la proximidad de Somalia un encuentro conpiratas. A bordo llevábamos un grupo de exmercenarios (guerra de Irak)totalmente armados para nuestra protección que había contratado la naviera.

Por indicación y asesoramiento del grupo de expertos en estetipo de situaciones, tanto la cubierta como la habilitación de la tripulaciónse protegió con Wire Razor (alambre con cuchillas por todo el buque) y paraevitar un caso ya extremo se construyó una Citadelle a bordo para unconfinamiento total en caso de abordaje de los piratas y esperar un rescate porbuques de la OTAN que daban protección a convoyes por esta zona. Fueron sietedías y noches de mucha tensión y presión a bordo; un objeto a gran distanciaera sospechoso de piratas y ponía al grupo en acción para un ataque.Afortunadamente, no sufrimos ningún encuentro a lo largo de la navegación porla costa somalí, pero es muy difícil de olvidar aquellos terribles días de juniode 2012.

Ahora, me encuentro navegando por el estrecho de Messina con20.000 MT de gasolina a bordo del Vulcano M, un buque petroquímico rumbo aApropirgos (Grecia) a través del Mediterráneo y del mar Egeo. Por segunda vez enmi vida, revivo una situación que pensaba olvidada y me encuentro nuevamente confinado,pero ante un enemigo que no dispara balas con sus metralletas, sino un virusinvisible y asesino: el Covid-19.

En Nápoles (Italia), inicio de esta navegación, hemos sidotestigos de mucha irresponsabilidad por las autoridades napolitanas. Se podía transitarcon absoluta libertad, a pesar de los casos de coronavirus. Nápoles es unaciudad caótica, pero muy hermosa; sus calles, cafeterías y restaurantes estabanllenas y con total tranquilidad, como si ellos estuvieran inmunizados al virus.

En esos días apenas había contagios, pero todo cambióradicalmente de la noche a la mañana. Y las restricciones por la situación enItalia y el resto del mundo también habían llegado al mundo de la navegación. Cualquierpersona, en puerto o fondeados en la mar, que deba abordar el buque estarátotalmente protegido y todos sus movimientos deben ser estrictamentecontrolados. Los integrantes de la tripulación estamos confinados a bordo y hastanuevas disposiciones nos está prohibidos el hacer relevos por vacaciones. Nuestrasobligaciones son estar siempre en operaciones de navegación, carga y descarga,para que nada se pare en estos cruciales días. Suministramos combustible ahospitales, industrias, etc. Nuestra labor es transcendental.

Pasar la cuarentena en la mar puede hacerse muy dura, pero lavida de un marino a bordo es un confinamiento permanente. Nuestra profesiónpienso que es quien mejor lleva y soporta esta situación. Nada más embarcarnos,uno se mentaliza. Sabe que sale de casa para estar tres o más meses a bordonavegando alrededor del mundo con contadas escalas. Hoy en día se habla mucho deotros sectores, pero muy poco de nosotros. Decía el filósofo que hay tresclases de personas: los vivos, los muertos y los navegantes, y de verdad que nohay nada tan cierto.

Entiendo que la cuarentena en el mar es más fácil de llevar queen un piso. Por ejemplo, el barco es muy amplio, con casi 200 metros de esloray hay largos espacios para pasear. Y eso sin contar con que, durante lanavegación, como es mi caso ahora mismo por el Mediterráneo y el mar Egeo, soyun privilegiado al contemplar las vistas que te ofrecen las penínsulas e islasde Italia y Grecia. Esa es la parte, digamos, más entretenida. Pero, como entodo, también hay una cara amarga, la separación de tus seres queridos en estosmomentos tan dramáticos.

Yo rezo a la Virgen del Carmen para que los proteja y loscuide de esta tempestad vírica que nos asola y para que finalice lo más prontoposible. Nosotros estamos seguros en el barco, pero no sabemos muchas veces queestá ocurriendo fuera de nuestro propio confinamiento, y eso te genera unainquietud y desasosiego casi permanente.

Pero bueno, me gustaría cerrar este pequeño diario de abordorecordando mi primer confinamiento que ahora me ha venido a la memoria. Fue undía en Argentina, durante la Junta Militar del general Videla.

En el puerto fluvial de San Nicolás el prefecto o coronel dela región, que según me confesaron posteriormente hizo desaparecer a variaspersonas durante la dictadura militar, hizo una intentona de poder en el buquede mi mando y me opuse alegando que debía respetar el pabellón español delbuque. La discusión se agravó con un momento de gran acaloramiento y pensé quetomaría represalias contra mí. Creo que me salvó su descendencia de asturianos.

Se apellidaba Cuerdo (para nada desde luego) y, no sé si enserio o medio broma, me comentó que lo mejor para aclarar las cosas sería unduelo. Recuerdo que le comenté que a pistola le duraría unos segundos, y se meocurrió repentinamente que a “florete“, como lo había visto en el cine.

Afortunadamente, al día siguiente (esa noche la pasé totalmenteconfinado a bordo), que era la fecha señalada para el duelo, no apareció el talcoronel. No sé si fue por sus obligaciones militares o quiero pensar que lesembré la duda al decirle que el arma del duelo sería el florete y seenfrentaba a un gran espadachín que terminaría con su vida. Ni que decir tieneque yo finalice el día de confinamiento con una ligera humedad en mi pantalóndel uniforme.

"La mar siempre recordara a los suyos"

Capitán José L. Suárez Cuervo. Vasilikos (Chipre, 12 de Abril2020).