Miguel Angel García

Opinión

Todos tan diferentes que no podemos ser más parecidos

Director de Escudo Digital

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oveja
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Lamentablemente la formación de polos opuestos es una tendencia que se sigue abriendo camino en todos los órdenes de la vida, un auténtico trending topic "que ha venido para quedarse" (ya que nos ponemos a usar modismos y lugares comunes, empleémonos a fondo).

Nuestras convicciones, o los simples gustos, son cada vez más inamovibles, incuestionables, y los de los que no piensan del mismo modo no solo no nos dan que pensar, sino que nos molestan, y mucho; y se lo hacemos saber inmediatamente, porque también se lleva decir las cosas a la cara, pues somos directos (lo confundimos con honestos), que también es un rasgo que marca tendencia. Qué cómodos nos sentimos sobre el colchón de las etiquetas, encerrando en una cajita al prójimo para que no escape de nuestra comprensión (para qué esforzarnos), y cómo nos gusta que nos clasifiquen correctamente: que no le quepa duda a nadie quiénes somos, no vaya a ser que no hallemos un envoltorio de nuestro tamaño y nos acabemos quedando solos, apartados del rebaño de los elegidos.

Somos todos tan diferentes que no podemos ser más parecidos. Me pregunto cómo describiría el ahora renacido Manuel Chaves Nogales una sociedad dividida por la red de una pista de tenis en la que se enfrentan estúpidamente unos niños que discrepan hasta por el color de sus zapatillas. Lo haría con su irritante distancia (lo que ahora llaman equidistancia), para enfado general, y aburrido de todos acabaría haciendo de nuevo las maletas con la vaga esperanza de que en otro lugar esta vez las cosas sí sean distintas. Pero no, allí las cosas siguen funcionando de la misma manera, ya nos lo cuentan las noticias que llegan de Gran Bretaña, Alemania, Brasil o Francia, tan idénticas entre sí como lo somos nosotros mismos.

Sí, se echan de menos a más tipos como Pedro Sorela, incómodo periodista allá donde los hubiera que recomendaba a sus alumnos de Ciencias de la Información cada cierto tiempo -y a quien quisiera leer y escucharle- que afilaran la mirada cada mañana frente al espejo, una mirada que él no dejó que se le redondeara y por lo que ahora que no está, su también inclasificable obra literaria, tan lúcida como desconocida, paga el precio que unos y otros coinciden en considerar justo.

Y cómo no pensar en Antonio Machado y su heterónimo Juan de Mairena, al que deberíamos recurrir una y otra vez. Ya nos lo dijo allá por los años 30 del siglo pasado: "En España no se dialoga porque nadie pregunta como no sea para responderse a sí mismo. Todos queremos estar de vuelta sin haber ido a ninguna parte. Somos especialmente paletos".

Todo es blanco o negro, el gris solo será tomado en cuenta el día en el que se sienta orgulloso de su etiqueta, cuando alcance un status que le permita ser faltón y excluyente; entonces formará bando propio y dará puñetazos verbales (igual también físicos) que arrancarán los gestos de aprobación entre los suyos y despertarán el deseo de venganza de los golpeados.

Así parece que funcionan ahora las cosas. Las grandes y las pequeñas. Estados Unidos se divide entre compañeros de barbacoa dispuestos a meterse una bala en el cuerpo por la pueril pataleta de un mandatario al que nadie jamás le ha negado un capricho con la misma fiereza con la que las jaurías de lobos anónimos lanzan dentelladas en el bosque de las redes sociales al cuello de aquellos que no comulgan con su forma de ver la vida. Nos hemos instalado en la cumbre del exceso, y el mal de altura nos ha hecho olvidar lo que significan viejos términos como respeto, honestidad o sentido crítico.

En 2021 surgirán nuevas situaciones, nuevos movimientos que buscarán su sitio entre nosotros. Los veremos llegar, y ya, antes de pararnos a analizarlos, buscaremos referencias en lo que los demás dicen de ellos, no vaya a ser que no sean aptos para quienes piensan como nosotros. Si ese es el caso, mejor será soltarlos y dejar claro, con tono arrogante, que son cosa de fachas, de rojos, de negacionistas, de vendidos a las grandes corporaciones, o de antisistema. Así somos.