El Darién, infierno para los migrantes

Los números desmienten las afirmaciones triunfalistas de la administración norteamericana en el sentido de que la migración irregular por el Darién había disminuido.

Marcos Suárez.

Analista hispanoalemán de relaciones internacionales. Experto en geopolítica. @mssipmann

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Selva. Imagen de recurso.
Selva. Imagen de recurso.

Según las autoridades panameñas en lo que va de año más de 200 mil migrantes atravesaron la inhóspita selva del Darién. Más de la mitad, venezolanos. Seguidos a distancia por haitianos y ecuatorianos. La cifra multiplica por cuatro la de los que cruzaron esta frontera natural con Colombia en el primer semestre de 2022.

Ello desmiente las afirmaciones triunfalistas de la administración norteamericana en el sentido de que la migración irregular por el Darién había disminuido.

El año pasado cruzó un total de 248 mil, un número sin precedentes hasta entonces. De continuar a este ritmo las llegadas desde Colombia se teme que se duplique a finales de 2023.

Este año, el mes que vivió un mayor flujo en su travesía hacia EEUU fue abril, con 40 mil 297 (6.5 veces más que el mismo mes del año pasado). En los primeros cinco días de julio han atravesado el Darién 4 mil 796 personas.

Considerado uno de los ecosistemas más diversos del planeta, el Darién es un parque nacional de Panamá de 575.000 hectáreas a lo largo de aproximadamente 160 kilómetros.

Constituye uno de los pasos más peligrosos del mundo y una barrera casi insuperable. Sin preparación adecuada ni atención médica los migrantes carecen del equipo necesario para sobrevivir. Los que lo consiguen lo califican como infierno. El documental ‘Las huellas del Darién’ muestra las dificultades. Las amenazas naturales vienen dadas por su terreno montañoso y agreste, ríos turbulentos, espesa vegetación y clima impredecible. Animales salvajes y falta de agua potable por los cadáveres y los excrementos de los migrantes. A ello se unen gravísimos problemas de seguridad por ataques diarios de grupos criminales. El resultado: muertes, asaltos, violaciones, suicidios.

Para las organizaciones delictivas y grupos armados en la región, migrantes y refugiados son presa fácil. Víctimas de extorsión, secuestros, violencia sexual (10-15% según Cruz Roja de Panamá) y asesinatos. Muchos son obligados a pagar grandes sumas de dinero a los traficantes de personas y a realizar trabajos forzados para financiar su travesía.

En este contexto de muerte y miseria resultan obscenos hechos como que una empresa alemana ofrezca tours de 3.600 euros para que los europeos puedan ir y vivir una experiencia de “supervivencia”.

¿A qué se debe esta explosión del flujo migratorio que se registra en el continente americano? Miles de personas huyen de las crisis económicas y políticas, de la violencia y los efectos del cambio climático en las poblaciones. En Venezuela desabastecimiento e inseguridad son crónicas. Ecuador cerró 2022 como el año más virulento de su historia, al contabilizar 4.450 asesinatos, según datos de la Policía Nacional. De acuerdo con el portal especializado ‘Insight Crime’, se ha convertido en los últimos años en la “autopista de la cocaína hacia EEUU y Europa”. En un año, Guayaquil ha llegado a ser una de las ciudades más violentas del mundo.

Todo este desplazamiento está vinculado al tráfico de personas. Un lucrativo negocio ilegal manejado por el Clan del Golfo, un cártel de drogas colombiano.

El Gobierno de Panamá al tiempo que reconoce el derecho universal a la migración advierte de los peligros y subraya la importancia de que la movilidad se lleve a cabo “de forma regular, ordenada y segura”. No obstante, familias enteras cruzan la densa jungla. Unicef alertó que entre enero y abril lo hicieron más de 25.000 menores, 8 veces más que en el mismo período de 2022.

¿Qué medidas concretas está implementando el Ejecutivo del país centroamericano?

El pasado mes inició en la provincia de Darién y sectores fronterizos la “Campaña Escudo” y puso en marcha la “Operación Chocó”. 1.200 agentes han sido desplegados en la selva. Su objetivo: frenar e interrumpir la operatividad de la delincuencia organizada transnacional, mantener el control territorial de los límites terrestres y marítimos, proteger el medio ambiente y los recursos naturales.

Desde el Ministerio de Seguridad se señala que Panamá está cumpliendo con las normas y convenios establecidos en materia humanitaria, lo que ha representado unos 60 millones de dólares.

Panamá recibe a estos viajeros irregulares que se dirigen a EEUU y Canadá en estaciones migratorias situadas cerca de sus fronteras – sur con Colombia y norte con Costa Rica. En estas estaciones se les ofrece asistencia sanitaria y alimentación, en un operativo único en el continente que involucra a una docena de organismos internacionales.

A través del Servicio Nacional de Migración y el de Fronteras, no solo se atiende a los refugiados. También se resguarda y protege a los nacionales que se encuentran en el Darién, para “garantizar su seguridad, bienestar y la convivencia pacífica”.

Estas acciones son pasos positivos y requieren coordinación a nivel regional. Campañas de prevención para informar sobre los riesgos que supone adentrarse por el Darién así como identificar las redes de tráfico de personas. Y sobre todo es importante ofrecer oportunidades de emprendimiento y trabajo digno a aquellos que desistan de emigrar.

Una reciente reunión tripartita Panamá-Colombia- EEUU fue poco más que una llamada de atención con escasos resultados tangibles.

Hace escasos días se cumplía el primer aniversario de la Declaración de Los Ángeles para lograr una migración ordenada. Sin embargo, los gobiernos implicados, encabezados por EEUU, admiten que esta peligrosa ruta para llegar al norte a través del Tapón del Darién sigue siendo un desafío.

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