Arde la cárcel de Evin, en Teherán, donde el régimen iraní encierra a sus disidentes

Cuando se cumple un mes de manifestaciones, la tensión en las calles de todas las ciudades iraníes no para de crecer. El régimen islámico reacciona incrementando el grado de represión contra los manifestantes y contra sus propios presos.

Miguel Angel García

Director de Escudo Digital

Guardar

Imagen del humo proveniente de la cárcel de Evin, en Teherán - @jrezaian
Imagen del humo proveniente de la cárcel de Evin, en Teherán - @jrezaian

El régimen islámico de Irán sigue luchando por cubrir cada rincón del país con el velo negro del terror, un terror que ya no asusta a una sociedad cansada de vivir bajo la opresión, la inexistencia de derechos o una economía que tiene bajo el umbral de la probreza a la mayor parte de la ciudadanía. La memoria de Mahsa Amini, la joven que apareció muerta tras ser detenida por la "policía de la moral" por no llevar bien puesto el hijab​, está más viva que nunca, y ha conseguido caldear el ánimo de quienes cada día llenan en un mayor número las calles de Teherán y de tantas ciudades del país -y cada vez más, del resto del mundo- pidiendo algo tan básico como Libertad.

Pero el camino no va a resultar fácil, la cúpula del poder iraní, encabezada por el presidente de Irán, Ebrahim Raisi; el presidente del Majlis, Mohamad Baqer Qalibaf y el jefe de la Judicatura, Gholamhosein Mohseni Ejei, reprime con dureza estas manifestaciones, hasta el punto de que pudiera tener alguna relación con la terrible explosión, seguida de disparos, que en la noche de ayer sábado se escuchó en la cárcel de Evin, en Teherán, provocando un incendio que aún continúa activo, y que hace temer por la vida de periodistas, abogados, defensores de los derechos humanos, profesores o sindicalistas que el régimen silencia tras estos muros, en los que son sometidos a todo tipo de torturas. 

Las manifestaciones de ayer sábado, cuando se cumple un mes desde las primeras movilizaciones, fueron especialmente tensas, y se vivieron momentos de terror por los disparos indiscriminados de la policía y, sobre todo, de los guardianes de la revolución, quienes actúan con extremada violencia. Tras la explosión, que se produjo alrededor de las ocho y media de la noche, hora local, miles de personas se dirigieron hacia esta cárcel, preocupados por la suerte de sus seres queridos.