¿Qué se esconde detrás del negacionismo climático y de sus principales referentes?

Donald Trump, Boris Johnson o Jair Bolsonaro son algunos de los grandes nombres que lideran el fenómeno sociológico que niega, limita o menosprecia la gravedad del cambio climático propiciado por la actividad del ser humano.

Pedro Fernaud

Periodista

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Cambio climático.
Cambio climático.

El negacionismo climático es una postura que niega la realidad del cambio climático causado por la actividad humana, a pesar de que un consenso científico abrumador ha verificado que esa modificación climática es una evidencia, como se colige de analizar la literatura científica revisada por pares de 80.000 estudios centrados en analizar el cambio climático, como recoge IOPscience (un servicio online que integra y ofrece contenido de revistas científicas publicadas por todo el mundo). 

Este fenómeno hunde sus raíces en el poderoso entramado de las empresas que se lucran de la explotación de combustibles fósiles, como el petróleo y el gas. Por un lado, este conglomerado de compañías ha creado un conjunto de lobbys que tratan de condicionar la opinión pública mundial. Por otro, han financiado campañas de políticos que se han posicionado claramente como negacionistas climáticos. Una nómina en la que despuntan los expresidentes de Estados Unidos, Donald Trump, y de Brasil, Jair Bolsonaro o el ex primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson. Se trata de políticos que no tienen reparo en cuestionar el consenso científico predominante, como es también el caso del líder de Vox Santiago Abascal, o el del candidato a presidente de Argentina, Javier Milei, líder de La libertad avanza. 

Si bien es cierto que a la actitud negacionista de estas personalidades, y de sus grupos de poder, podría optar por no responder, lo cierto es que es importante hacerlo porque estos planteamientos socavan los esfuerzos para abordar este urgente desafío global. Al negar la evidencia científica, se obstaculiza la toma de medidas necesarias para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, mitigar el cambio climático y proteger el planeta y sus habitantes de los impactos adversos del calentamiento global, como el aumento del nivel del mar, sequías, inundaciones y eventos climáticos extremos. A los negacionistas de este tema poco les importa que la ciencia del cambio climático tenga una trayectoria de más de 150 años o que el consenso científico mundial sobre este fenómeno sea casi absoluto (99.996%.), según los datos que maneja la ONG Greenpeace. 

¿Qué intereses nutren esa perspectiva negacionista climática? 

Detrás de esta negación de la evidencia científica y el consenso sobre el cambio climático suelen subyacer intereses políticos y económicos. Algunos de los principales impulsores son las empresas de combustibles fósiles y los grupos de presión vinculados a ellas. Además, los políticos que niegan el cambio climático a menudo ganan apoyo de donantes influyentes de la industria de los combustibles fósiles. Esta negación también puede ser utilizada como una herramienta política para oponerse a regulaciones medioambientales más estrictas que podrían afectar negativamente a ciertos sectores económicos. A estos factores se suma la presencia de sesgos cognitivos que favorecen la confirmación de creencias preexistentes, la desconfianza en la ciencia y la información insuficiente.

Algunos ejemplos que dimensionan la magnitud del cambio climático en el que estamos inmersos 

Europa se está calentando rápidamente debido al cambio climático, lo que se tradujo en eventos climáticos extremos en 2022, como calor extremo, sequías y incendios forestales. Las temperaturas oceánicas en toda Europa alcanzaron niveles récord, y el deshielo de los glaciares fue sin precedentes. Un ejemplo reciente de esta tendencia fue el megaincendio en Grecia de este verano, que fue el más grande registrado en la Unión Europea. Estos eventos resaltan la urgencia de abordar el cambio climático. Así lo recogen los últimos informes elaborados por los científicos y expertos climáticos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Catálogo de 'perlas' de los negacionistas climáticos más conocidos 

El ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump, protagonizó varios momentos de negacionismo del cambio climático durante su mandato. Uno de los ejemplos más destacados fue cuando tuiteó en 2012 que el cambio climático era un "invento de los chinos" para perjudicar la competitividad de la industria estadounidense. Otro notorio botón de muestra fue cuando anunció la retirada de su país del Acuerdo de París en 2017, un tratado internacional destinado a combatir el calentamiento global. La retórica de Donald Trump dejó algunas “joyas” como la de aquel discurso en el que cuestionó el cambio climático argumentando que hacía mucho frío. “¿Dónde está el calentamiento global cuando se lo necesita?”, declaró entre risas.

donald trump se compra una red social
Donald Trump.

En esa línea, se inscribió el caso del senador republicano por Oklahoma, Jim Inhofe, quien se presentó en el senado con una bola de nieve en la mano como prueba de que hacía “mucho frío”. En esa línea, en nuestro país se ha escuchado expresiones del tipo: ¿Cómo va a haber cambio climático si en invierno hay heladas como Filomena? Fernando Valladares es Doctor en Ciencias Biológicas e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).  Valladares desmonta con pedagogía algunos de los argumentos de Trump y los negacionistas climáticos en el diario El Español. "Sólo hace falta comprender cómo funciona la circulación atmosférica y el peso que tiene la corriente en chorro o jetstream para separar las zonas frías de las zonas cálidas y templadas", explica Valladares. "Si las corrientes en chorro se atenúan por el calentamiento global, pueden provocar que situaciones de frío extremo lleguen a latitudes muy lejanas a los polos. Ignorar eso es ignorar que el cambio climático trae, como consecuencia, olas de frío".

Por su parte, Jair Bolsonaro, ex-presidente de Brasil, indicó que las preocupaciones ambientales son exageradas. En esa línea, su administración promovió la deforestación más grande de la Amazonía en 12 años, hasta el punto de que 11.088 kilómetros cuadrados de bosques fueron talados en 2020.

Jair Bolsonaro.
Jair Bolsonaro.

De todas maneras, es interesante consignar cómo el incierto futuro del planeta preocupa a una buena parte de la población, futuros votantes. Esta creciente sensibilización ha provocado que ciertos dirigentes políticos, antaño negacionistas sobre las dolencias del planeta, se sumen de manera reciente (a veces a regañadientes) a los esfuerzos globales para atajarlo. En esa estirpe se incluyó en su momento Boris Johnson, quien como alcalde de Londres negaba públicamente los efectos del cambio climático por medio de sus columnas en The Daily Telegraph: “Es una noticia fantástica que el mundo haya acordado reducir la contaminación y ayudar a la gente a ahorrar dinero, pero estoy seguro de que esas cumbres mundiales [en referencia al Acuerdo de París] fueron impulsadas por un temor primitivo de que el clima cálido ambiental actual sea causado de alguna manera por la humanidad; y ese miedo, hasta donde yo entiendo la ciencia, carece igualmente de fundamento”, escribía. Desde esas líneas, el político británico evolucionó a una posición diametralmente opuesta: “Es innegable que el cambio climático ya está sobre nosotros y está devastando vidas y economías. Debemos adaptarnos a nuestro clima cambiante y hacerlo ahora”, expresó Johnson como primer ministro británico.

Javier Gerardo Milei es un economista y líder del espacio político La Libertad Avanza, con el que aspira a presidir Argentina. Esto dice sobre el cambio climático: “El calentamiento global es otra de las mentiras del socialismo. Hace 10 o 15 años se discutía que el planeta se iba a congelar. Ahora debaten que se calienta, aquellos que conozcan cómo se hacen esas simulaciones van a ver que las funciones están sobresaturadas en determinados parámetros a propósito para generar miedo”, aseguraba en una entrevista por Twitch.

“¿Está usted concienciado con el cambio climático?”, preguntó la periodista Susanna Griso a Santiago Abascal, fundador y líder de VOX. Su contestación fue esta: “Yo desconozco las cuestiones científicas y he de reconocer que no estoy en ese debate. Me gusta mucho el campo, la naturaleza y tengo una preocupación con la conservación. El debate del cambio climático, si es un cambio natural, si es un cambio que obedece al ser humano, pues es algo que desconozco realmente”. Su desconocimiento ha pasado a ser negacionismo climático en uno de los vídeos de su formación política: “Me preocupa que se nos diga a los hombres y mujeres del mundo occidental que somos los culpables del cambio climático, me parece que es algo que no se puede probar y que responde a intereses ideológicos”. En esa línea, Vox presentó una enmienda a la totalidad de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, aprobada en mayo de 2021 por el Gobierno. Enmiendas, por cierto, que fueron rechazadas por el resto de grupos.

Entre las medidas que esta formación política presentó en el programa con el que concurrió a las últimas elecciones generales, el 23 de julio de este 2023, no hay ninguna referencia a emprender acciones para aminorar el constatado calentamiento global ni a sus causantes. Lo que sí promete es seguir explotando combustibles fósiles, revertir la prohibición de vender coches de gasolina y diésel a partir de 2035, así como incrementar regadíos como los que destruyen Doñana, y derogar la ley que reconoce la personalidad jurídica del Mar Menor. 

El senador estadounidense de la bola de nieve al que hacíamos antes referencia, Jim Inhofe, publicó un libro en 2012, “La más grande de las falsedades: cómo la conspiración del calentamiento global amenaza su futuro”. Uno de sus argumentos sale de la Biblia. Génesis 8:22. “Mientras la tierra permanezca, habrá tiempo de siembra y cosecha, frío y calor, invierno y verano, día y noche”. Su explicación: “Dios está todavía allí arriba. La arrogancia de la gente que piensa que nosotros, los seres humanos, podríamos cambiar el clima me resulta indignante”. Sus reflexiones podrían causar hasta hilaridad si no fuera por el dato de que Inhofe fue presidente de la Comisión de Medio Ambiente y Obras Públicas del Senado estadounidense desde 2003 hasta 2007 (y después, de 2015 a 2017).

En esa corriente de pensamiento también se adscriben medios de comunicación conservadores, como Fox News en Estados Unidos, que han desempeñado un papel importante en la promoción de puntos de vista escépticos sobre el cambio climático.

Ejemplos de científicos negacionistas climáticos 

Entre los científicos más destacados que niegan el cambio climático se encuentra Richard Lindzen, profesor emérito del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), quien ha argumentado que el impacto de las emisiones de dióxido de carbono en el clima es exagerado. Otro crítico es John Christy, profesor de ciencias atmosféricas en la Universidad de Alabama en Huntsville, quien ha sostenido que los modelos climáticos exageran la magnitud del calentamiento global. En esa dirección se ubica también el físico Nir J. Shaviv, que no niega que las temperaturas hayan crecido, pero sí su origen. “El aumento de la actividad solar durante el siglo XX implica que más de la mitad del calentamiento debe atribuirse al sol, no a las emisiones humanas”, describió en un artículo en 2015. Cuando la comunidad científica refutó su argumentación, su reacción fue: “La ciencia no es una democracia”. 

Aquí en nuestro país se hizo bastante conocida la controversia propiciada por el Ilustre Colegio Oficial de Geólogos, que difundió a través de su revista científica 'Tierra y Tecnología' un artículo que niega la gravedad de la crisis climática y la desliga de las actividades humanas, que contenía aseveraciones como estas: “A lo largo de la historia de la Tierra han existido espontáneamente muchos cambios similares e incluso mayores que el actual”. O “La interpretación sobre el origen antrópico (humano) del calentamiento global parece ser considerado por algunos estamentos políticos, sociales y científicos como un dogma inamovible que no se puede rebatir". El autor fue el geólogo Enrique Ortega Gironés. 

Ante este texto repleto de falacias y argumentos clásicos del negacionismo climático, más de un centenar de profesionales en la ciencia que estudian los cambios climáticos publicaron un manifiesto para mostrar su rechazo. Entre los impulsores del manifiesto figuraron Blanca Ausín (Universidad de Salamanca), Isabel Cacho (Universitat de Barcelona) o Antonio García-Alixm (Universidad de Granada), entre otros. En el manifiesta se recalca que "el conocimiento científico surge de las evidencias en forma de datos y un riguroso proceso de evaluación y revisión, y no es excusable amparar la diversidad de opinión cuando esta no se ejerce desde una experiencia profesional”.

Un estudio publicado en la revista Climatic Change en el marco del proyecto THINKClima y liderado por Núria Almiron, profesora titular del Departamento de Comunicación de la Universitat Pompeu Fabra, identifica los think tanks negacionistas más importantes de Europa. En la lista figuran, entre otros, el Centre For Policy Studies (CPS) el Institut Économique Molinari (IEM) y, en España, el Instituto Juan de Mariana (IJM). Analizando los textos de esas instituciones, un 63,93% critica a activistas y políticos que trabajan para paliar el cambio climático; mientras que un 49,43% incluye menciones que cuestionan la difusión científica; y un 38,83% introduce la idea de que “está ocurriendo, pero cualquier política será peor que el calentamiento”. 

¿Por qué el negacionismo climático tiene tanto eco en determinadas capas de la población?

Marta Peirano, periodista y autora de El enemigo conoce el sistema, libro sobre la manipulación en Internet, tiene su propia teoría al respecto: “Si el 98% de la comunidad científica dice que existe el cambio climático, pero encuentras a cinco que defienden que no, mucha gente piensa que en realidad hay un 50% de posibilidades de que una de las dos posturas sea la correcta. La idea es convertir un hecho en solo una teoría”, explicó en su momento al diario El País. Por su parte, el filósofo francés Bruno Latour habla en su libro "Dónde aterrizar" de “quietistas climáticos”. Y lo explica así: “Confiamos en que sin hacer nada, todo terminará por solucionarse”. 

Datos y ejemplos que ilustran la gravedad del cambio climático 

Un estudio con 700 registros climáticos ha demostrado que la única vez que el clima ha cambiado al mismo tiempo y en el mismo sentido en todo el mundo durante los últimos 2.000 años ha sido en los últimos 150, en los que más del 98% de la superficie del planeta ha experimentado un aumento de temperatura, según detallan en Greenpeace. ¿Cómo representarnos aquello a lo que nos enfrentamos? En National Geographic lo explican de manera muy ilustrativa: en un escenario de aumento de temperatura global a 2 °C, lo que ocurriría en 35 de las áreas más diversas y ricas en biodiversidad del mundo, es que se perdería 25% de las 80.000 especies de plantas y animales que existen actualmente. 

En resumen, la comunidad científica se ha puesto de acuerdo en que el cambio climático es una realidad innegable. Ante este escenario, resulta imperativo desafiar los argumentos falaces de los negacionistas climáticos con hechos respaldados por la ciencia. Además, apelando a la responsabilidad individual y colectiva, necesitamos reducir nuestra huella de carbono mediante decisiones conscientes, como optar por el transporte público, la energía renovable e incluso reducir el consumo de carne. La educación, la comunicación, la divulgación y las acciones concretas son herramientas formidables que favorecen esa dirección, ya que la negación del cambio climático no tiene sentido en un mundo que busca preservar el entorno para abrir horizontes de esperanza para las generaciones futuras.