Los coches voladores representan el deseo humano de superar los límites y alcanzar los cielos, al igual que lo intentaba Ícaro con sus alas de cera. Sin embargo, como el mito advierte, el peligro radica en la arrogancia de desafiar las leyes de la naturaleza sin precaución. Esa cautela se traduce en las ingentes cantidades de dinero que a día de hoy cuesta construir (con un cuidado especial en el capítulo de la seguridad) y adquirir uno de esos vehículos voladores y habilitar la infraestructura de las ciudades para su uso.
El sector, que movió el pasado año 552,38 millones de dólares, tiene en su horizonte la reducción de contaminación medioambiental y la flexibilidad de la movilidad, objetivo que choca con la gran inversión que requieren la construcción de estos vehículos y el diseño de nuevos espacios urbanos.
Hoy día los coches voladores ya son una realidad: vehículos concebidos para transportar personas y cargas sobre el suelo sin tocar la superficie terrestre, combinando elementos de automóviles y aeronaves. Es cierto que durante décadas funcionaron como una fantasía de la ciencia ficción, sin embargo, en 2024 se están convirtiendo en una realidad tangible. Empresas como PAL V-Liberty, Toyota y KleinVision están liderando el desarrollo de estos vehículos, con varios modelos en fases avanzadas de prueba. En España se están desplegando iniciativas como las de Enaire, que está proyectando probar taxis voladores en ciudades como Barcelona y Santiago de Compostela, mientras que otros modelos a escala mundial, como el Skydrive de Toyota, están cerca de ser comercializados. Sin embargo, la adopción generalizada de coches voladores dependerá de la superación de desafíos técnicos, normativos y de infraestructura, así como de la reducción de costes de producción.
Potencial de desarrollo
A tenor de lo que dicen los expertos y técnicos, sus posibilidades son extraordinarias, en el sentido de que podrían transformar la movilidad urbana y mejorar la calidad de vida de las personas. Al descongestionar las carreteras y reducir los tiempos de desplazamiento, estos vehículos podrían disminuir el estrés asociado al tráfico, mejorar la eficiencia del transporte y facilitar el acceso a áreas remotas. Además, su capacidad para operar con motores eléctricos podría contribuir a la reducción de las emisiones de carbono, alineándose con los objetivos de sostenibilidad global. Sin embargo, para que estos beneficios se materialicen, será necesario desarrollar infraestructuras adecuadas, adaptar las ciudades para su uso seguro y educar a la población en su manejo, de manera que se asegure que esta tecnología emergente sea accesible y beneficiosa para todos.
Otras dos empresas que están trabajando duro para solventar los desafíos tecnológicos y regulatorios que presentan los coches voladores son AeroMobil y Terrafugia, que están avanzando con prototipos que demuestran su viabilidad. Según los desarrolladores, la clave está en la eficiencia energética, los sistemas de propulsión silenciosos y la seguridad, que incluyen tecnologías como sistemas anti-colisión y paracaídas emergentes. En cualquier caso, se trata de un sector emergente, cuyos modelos de prueba florecen en las industrias de medio planeta: modelos estimablemente avanzados, como AirCar, desarrollado por Klein Vision, que ha superado más de 200 despegues y aterrizajes y ya cuenta con certificación de aeronavegabilidad en Eslovaquia. Otro ejemplo es el PAL-V Liberty, un coche volador que puede transformarse en solo 10 minutos y que, según sus creadores, está “listo para cambiar la movilidad tal como la conocemos”. Estos avances no solo mejorarán el acceso a lugares remotos, sino que también contribuirán a la reducción de la huella ecológica, con vehículos que en el futuro serán totalmente eléctricos o híbridos, alineándose con los objetivos de sostenibilidad ambiental.
Entorno urbano
La movilidad aérea urbana está tomando forma con proyectos avanzados de empresas como Hyundai, Uber, EHang y Bell Helicopter, que impulsan el desarrollo de vehículos voladores. En ciudades como Dallas, Los Ángeles, Sevilla y Llíria, ya se están realizando pruebas con drones y taxis aéreos, mientras se preparan infraestructuras y regulaciones para su uso. Aunque estos vehículos inicialmente serán de uso compartido y accesibles solo para un reducido grupo de ciudadanos, grandes compañías como Airbus, BMW y Porsche están invirtiendo en esta tecnología, anticipando su integración en la vida cotidiana hacia 2025. La movilidad aérea pues está en marcha, marcando un cambio significativo en el transporte global.
¿Cuál es la principal barrera para que se desarrollen esos prodigios voladores y sean adquiridos por un conjunto significativo de personas? Se habla de precios promedio que rebasan los 370.000 euros. Su adopción masiva dependerá de “la reducción de costes, la creación de infraestructura adecuada, y la implementación de normativas específicas”, según Vicente De los Ríos, experto en tecnología y educación.
Claves del marco regulatorio
Aunque aún no existe una regulación europea completa, se están estableciendo normas para garantizar la seguridad y privacidad, mientras se prevé que estos vehículos, junto con otros drones, entren gradualmente en el mercado entre 2025 y 2030. La integración de estos vehículos en entornos urbanos y aeropuertos plantea retos significativos que requieren una planificación cuidadosa y colaboración entre la industria y los reguladores.
En ese contexto, Steve Wright, experto en sistemas de propulsión eléctrica y de control de vuelo para vehículos aéreos no tripulados innovadores, tanto para aplicaciones civiles como militares, elabora un valioso artículo de opinión para la revista Time en el que analiza el desarrollo de los coches voladores, sobre todo de los vehículos eléctricos de despegue y aterrizaje vertical (eVTOL). En su valoración, Wright destaca el liderazgo de China en esta tecnología emergente y apunta que el gigante asiático ha logrado avances significativos, como la aprobación del primer certificado de producción para el eVTOL de EHang, lo que podría abrir la puerta a un despliegue comercial. También señala que otros competidores chinos como AutoFlight y XPeng también están ganando terreno, lo que refuerza la ventaja de China en este sector.
Wright reflexiona sobre los desafíos que afronta la industria eVTOL, destacando que, aunque la tecnología de baterías fue clave para su surgimiento, ahora es su mayor limitación: “Hasta que ocurra otro avance en la tecnología de baterías, la industria estará limitada a servicios premium en aplicaciones de nicho”. Además, menciona la “brecha de seis ceros” en la fiabilidad entre los drones de consumo y las aeronaves convencionales, un área donde Occidente aún tiene una ventaja debido a su larga experiencia en la industria aeroespacial. Finalmente, Wright expresa escepticismo sobre el potencial de los autos voladores para transformar el transporte aéreo personal masivo, sugiriendo que probablemente seguirán siendo un nicho limitado. Sin embargo, ve un mayor potencial en la aviación no tripulada, especialmente en el contexto de transporte de carga, hasta el punto de que aventura que espera “más los camiones de entrega voladores del futuro que los taxis”.
El primer aerotaxi español
¿Y cómo están las cosas en el ámbito español de los vehículos voladores? Como informa el diario El País, en noviembre de 2021 se presentó el primer aerotaxi español, Umiles New Concept, desarrollado por Umiles en colaboración con Tecnalia, en el Congreso de Navegación Aérea en Madrid. Este prototipo es un hito en la movilidad urbana, diseñado para transportar a una persona durante 15 minutos dentro de un rango de 15 kilómetros. Carlos Poveda, consejero delegado de Umiles, destaca que la aeronave es especialmente segura debido a la capacidad de sus cuatro drones para operar independientemente en condiciones adversas: “La maniobra va a ser muchísimo más segura, porque corrige constantemente cada una de las ráfagas que pudiera tener”. Además de su seguridad, el aerotaxi se caracteriza por su sostenibilidad, ya que utiliza motores eléctricos, lo que provoca una huella de carbono cero.
Realidad en ciudades como Dubái
Entre las noticias más recientes del sector, destaca la presentación al mundo de un coche volador desarrollado por la innovadora startup Alef Aeronautics, con sede en San Mateo, California. Se trata de un auto volador biplaza 100% eléctrico, que cuenta con una autonomía de unos 170 kilómetros y puede utilizarse tanto en modo terrestre como aéreo. Sus dimensiones, aproximadamente 5,10 metros de largo, 2,10 metros de ancho y 1,80 metros de alto, lo convierten en un coche compacto que puede adaptarse fácilmente a cualquier espacio de estacionamiento o garaje, similar a las dimensiones de un SUV.
Aviterra, una empresa de Dubái propiedad de Jetex, ha firmado un acuerdo histórico para adquirir 100 coches voladores PAL-V, que comenzarán a operar en la ciudad el próximo año como parte de sus soluciones de movilidad aérea. El director general de Aviterra, Mouhanad Wadaa, destacó que el PAL-V es “un coche completo que la gente puede dejar en el aparcamiento o en la villa”. Este vehículo, que puede convertirse en un autogiro en solo dos minutos, ofrece una autonomía de vuelo de 500 kilómetros y una velocidad máxima de 180 km/h. Promete revolucionar el transporte en la región.
¿Cuál es el futuro de los coches voladores?
El futuro a corto plazo de los coches voladores se centra en su transición de prototipos a productos comercializables. En los próximos años, se espera que estos vehículos sean utilizados inicialmente como servicios de movilidad compartida o taxis aéreos, debido a los altos costes de producción. Los gobiernos y empresas están trabajando en la creación de infraestructuras, regulaciones y tecnologías necesarias para integrar estos vehículos en entornos urbanos, con la posibilidad de que en menos de una década se conviertan en una opción viable de transporte en algunas ciudades.
A medio y largo plazo, los coches voladores podrían transformar radicalmente la movilidad urbana y la configuración de las ciudades, al reducir la congestión del tráfico terrestre y ofrecer nuevas dimensiones de transporte. Estos vehículos permitirán un uso más eficiente del espacio urbano con la disminución de la necesidad de carreteras amplias y aparcamientos en superficie. Esto podría liberar terreno para zonas verdes, infraestructuras peatonales y desarrollos residenciales. Además, las ciudades podrían evolucionar hacia un modelo más vertical, con plataformas de aterrizaje en edificios y rascacielos, cambiando el diseño arquitectónico y la planificación urbana para acomodar esta nueva tecnología.
La próxima revolución
Para comprender qué ruta requieren los coches voladores del presente, conviene leer el informe Sistema de transporte de coches voladores: avances, técnicas y desafíos, elaborado por Gaofeng Pan y Mohamed-Slim Alouni, que analiza el desarrollo y los avances en el sistema de transporte con coches voladores, a los que se define como “una tecnología que podría revolucionar la movilidad urbana en las próximas décadas”. En esa línea, se destacan las ventajas de este sistema, como la capacidad de reducir la contaminación ambiental, la necesidad de menor infraestructura en comparación con los sistemas de transporte terrestre y la flexibilidad en la movilidad tanto de personas como de mercancías.
Además, se refieren los avances en tecnologías clave como las baterías, los materiales ligeros y el control autónomo, que han permitido un resurgimiento del interés en los coches voladores, superando así las limitaciones tecnológicas y los altos costes que obstaculizaron su desarrollo en el pasado. Sin embargo, el informe subraya que su adopción a gran escala comporta desafíos considerables: cuestiones críticas de seguridad, la gestión del tráfico aéreo en áreas urbanas densamente pobladas y la viabilidad comercial, dado que los altos costes iniciales podrían limitar su accesibilidad a corto plazo. Unas dificultades financieras que también padecen muchas de las empresas emergentes que operan en este sector, donde existe la necesidad de crear una infraestructura adecuada, como vertiports y estaciones de carga, lo que implica desafíos logísticos y técnicos. Además, la complejidad tecnológica para combinar las capacidades de un coche y un avión requiere resolver problemas de propulsión y autonomía de vuelo.
El mercado global de coches voladores crecerá a una tasa compuesta anual del 50,5%, hasta alcanzar 1.533.471,44 millones de dólares para 2040. Los coches voladores pueden reducir significativamente el tiempo de desplazamiento al evitar el tráfico terrestre, mejorando la eficiencia del transporte urbano. También podrían facilitar el acceso a áreas remotas o de difícil acceso, conectando mejor comunidades aisladas. Además, su adopción podría impulsar la innovación tecnológica y la creación de nuevas infraestructuras y empleos.