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Tecnología

Los nativos digitales son la primera generación con menor coeficiente intelectual que sus padres

El libro "La fabrica de cretinos digitales" señala que las nuevas generaciones acusan serias deficiencias por el tiempo de exposición a las pantallas, lo que ha limitado muchas actividades cerebrales necesarias.

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aumento cretinos digitales

El neurocientífico Michel Desmurget ha escrito un libro que supone un auténtico escándalo para los defensores a ultranza de los beneficios de la educación online desde muy temprana edad y la superioridad de los nativos digitales.

Con su libro "La fábrica de cretinos digitales" ha obtenido el premio de las letras francesas Femina. Ha sido editado en España por Planeta, y ha conseguido desmontar muchos mantras repetidos hasta la saciedad durante la pandemia. Colaborador en el MIT y en la Universidad de California, su bestseller da una clara contestación a la pregunta de por qué en Silicon Valley los ingenieros educan a su hijos de la forma más alejada posible de la tecnología

Sin miedo, este autor, en un libro pensado para los padres, convertido ya en un superventas internacional, alerta de los graves peligros que suponen los dispositivos digitales en el desarrollo del cerebro infantil. Y arremete contra todos aquellos medios de presión, psiquiatras, médicos y psicólogos que "mantienen un discurso benévolo y tranquilizan a los padres y al público en general" asegurando que el cerebro de los nativos digitales ha cambiado para mejor, y es más rápido, "más veloz, más apto para el trabajo en equipo".

Un buen ejemplo sería Marc Prensky, divulgador del término nativo digital, para quien la educación está obsoleta si no se utilizan las últimas tecnologías, o incluso el divulgador Marc Vidal.

Miguel Desmurget, según recoge la web pijamasurf la tecnología digital, en general nos estáría volviendo más estúpidos y los más perjudicados serían las nuevas generaciones al no haber dispuesto, según las teorías de Michel Desmurget, del tiempo y el espacio suficiente para desarrollar sus propios cerebros. Son aquellos que nacieron tras la invención y utilización masiva de Internet, los smartphones, las tablets, las redes sociales, etc. 

Que los padres no hagan nada también delata una baja capacitación intelectual o una dejadez en sus funciones

El coeficiente intelectual depende de muchos factores, y el hecho de que mejoraran los niveles de higienes, seguridad social, alimentación, etc. influía en su aumento con respecto a generaciones anteriores. El hecho de que países tan desarrollados como Noruega, Francia, Dinamarca y Países bajos muestren una disminución en la inteligencia de los nacidos en la era digital con respecto a sus padres o incluso a sus abuelos es, según el autor, un indicador de que incluso los padres pueden estar perdiendo capacidad intelectual si no hacen nada para revertir esta situación.

Y es que, en una entrevista a la BBC, Desmurguet manifestó: "Varios estudios han demostrado que cuando aumenta el uso de la televisión o los videojuegos, el coeficiente intelectual y el desarrollo cognitivo disminuyen. Los principales fundamentos de nuestra inteligencia se ven afectados: el lenguaje, la concentración, la memoria, la cultura (definida como un corpus de conocimiento que nos ayuda a organizar y comprender el mundo)".

Al  igual que se ha demostrado que las relaciones afectivas influyen en el desarrollo del cerebro, y hay pruebas de que los niños criados en orfanatos de países del este, donde no se les ha cogido en brazos lo suficiente, pueden presentar serias carencias psicológicas frente a los que han sido cuidados en familias de acogidas adecuadas, como ocurre en Colombia, Desmurget intenta demostrar que las pantallas están produciendo carencias que dañan el cerebro, ya que el tiempo que se pasa ante la pantalla desde edades muy tempranas remplaza otro tipo de relaciones con el conocimiento y la socialización muy necesarias para su desarrollo. La atención se fragmenta por culpa también de los estímulos digitales y el sedentarismo en una edad preciosa. 

"Las causas también están claramente identificadas: disminución en la calidad y cantidad de interacciones intrafamiliares, que son fundamentales para el desarrollo del lenguaje y el desarrollo emocional; disminución del tiempo dedicado a otras actividades más enriquecedoras (tareas, música, arte, lectura, etc.); interrupción del sueño, que se acorta cuantitativamente y se degrada cualitativamente; sobreestimulación de la atención, lo que provoca trastornos de concentración, aprendizaje e impulsividad; subestimulación intelectual, que impide que el cerebro despliegue todo su potencial; y un estilo de vida sedentario excesivo que, además del desarrollo corporal, influye en la maduración cerebral".

La infancia y la adolescencia son tiempos cruciales en el desarrollo intelectual del ser humano. Y el uso y abuso de internet estaría contribuyendo a afectar todos los pilares del desarrollo: "desde lo somático" en alusión a la obesidad, y a los trastornos óseos, "hasta lo emocional", como en los casos de depresión y agresividad, y sobre el desarrollo intelectual (empobrecimiento del lenguaje, concentración, memoria…).  

Sostiene el autor que " la adolescencia es un período crucial para la maduración del córtex prefrontal107-111 y, en la práctica, un momento de máxima vulnerabilidad para la adquisición y el desarrollo de trastornos adictivos, psiquiátricos y comportamentales.112-114 En este contexto, los cambios anatómicos que algunos medios de comunicación se toman tan a la ligera ( en alusión a la ventajas para el córtex de jugar a videojuegos como Mario Bros)  podrían perfectamente sentar las bases no tanto de un brillante futuro intelectual, sino de una catástrofe en el ámbito del comportamiento para el día de mañana".

Y es que, con solo dos años de edad, el consumo medio de internet o contenido digital se sitúa en torno a las tres horas. De los ocho a los doce, la media se acerca a las cinco horas. En la adolescencia, la cifra se dispara casi a siete horas, lo que supone más de dos mil cuatrocientas horas al año en pleno desarrollo intelectual. Y mucho más tiempo de lo que pasarán en la escuela. 

Según el autor, en contra de lo que la prensa y la industria han difundido hasta ahora, el uso de la tecnología, lejos de ayudar al desarrollo de los niños y estudiantes, produce graves complicaciones de toda índole.