La guardería sin paredes que permite a los niños ser realmente niños

Gracias a su diseño, los niños del Fuji Kindergarten corren de media 4.000 metros al día.

Gonzalo Díaz Bonet.

Especialista en Tecnología y Sostenibilidad.

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fuji kindergarten
fuji kindergarten

Salas de clase sin paredes, un techo circular infinito, árboles para escalar y mucha imaginación han convertido a este espacio arquitectónico en uno de los más admirados de su género en todo el mundo.  También ha recibido muchos premios, pero su creador afirma que el mejor de todos fue poder ver la reacción inicial de los niños al ingresar por primera vez en el espacio. 

Se llama Fuji Kindergarten, está ubicado a las afueras de Tokyo, fue diseñado por la firma de arquitectura Tezuka Architects y se ha convertido en un referente importante en términos de diseño y arquitectura. No hay que ir más allá de su fachada para sentirse maravillado con este espacio, un espacio ovalado, con un techo que hace de patio, árboles que crecen en las salas de clase y elementos que permiten a los niños ser realmente niños. 

Aunque se construyó en 2007, cada cierto tiempo vuelve a la actualidad gracias al éxito de una charla TED que lleva casi seis millones de reproducciones. En ella, su autor explica que para construir un lugar como este fue fundamental “pensar como niño”. De hecho, él mismo se inspiró en sus hijos y en la forma como sus hábitos cambiaban a medida que iban creciendo. Tezuka canalizó los deseos de sus dos hijos para estructurar un pensamiento de diseño inspirado en la mente infantil y construir una de las guarderías más envidiadas del mundo. 

fuji kindergarten y niños jugando en sus instalaciones
fuji kindergarten y niños jugando en sus instalaciones

Lo primero que llama la atención en el Fuji Kindergarten es su diseño circular, que permite una especie de movimiento sin fin en el techo. “A los niños les encanta correr en círculos”, asegura Tezuka, quien quiso ofrecerle esa posibilidad a los infantes. Gracias a su diseño, los niños del Fuji Kindergarten corren de media 4.000 metros al día. 

También es llamativo el hecho de que ese espacio circular, destinado para el juego y el tiempo libre, esté ubicado arriba de las salas de clases y no paralelo a éstas. Con respecto a esto, el arquitecto también afirma que el techo se hizo lo más bajo posible porque querían ver a los niños encima de este y no sólo debajo. 

Las salas de clases no están separadas, y por ende, no hay una barrera acústica entre estas. “Si dejan a muchos niños en una caja silenciosa, algunos se ponen muy nerviosos. Pero aquí no hay razón para que estén nerviosos porque no hay límites”. Por su parte, el director dice: “si un niño en la esquina no quiere estar en el salón, lo dejamos ir. Acabará por regresar, porque estamos en un círculo”. Esto significa que en Fuji, los niños van y vienen, no se sienten atrapados de ninguna manera, no se esconden si se sienten mal y toman sus propias decisiones de una manera natural. 

Siguiendo con lo natural, el ruido en este espacio también es importante. Tezuka afirma que si bien no hay una barrera acústica en Fuji, los niños tienen una excelente concentración en clase. “Sabemos que la humanidad creció en la jungla, con ruido. Ellos necesitan ruido. Si los adultos podemos hablar con los amigos en un bar con mucho ruido no hay razón para estar en silencio”, argumenta. 

En una época donde los niños se comunican sólo a través de las pantallas, el arquitecto quiso poner elementos que fomentaran la conversación en vivo. Un ejemplo de esto son las fuentes de agua que están inspiradas en la frase japonesa ido bata kaigi, que significa, “conferencial alrededor del bien”. 

La naturaleza en el desarrollo infantil 

El acceso a la naturaleza ha demostrado ser beneficioso para el rendimiento académico y tiene un impacto positivo en la salud mental y las habilidades cognitivas. Fiel a la esencia de la arquitectura japonesa que busca armonizar los espacios con la naturaleza, Tezuka Architects se propuso integrar los árboles preexistentes en su diseño: tres árboles zelkova de 25 metros están integrados como parte del edificio, crecen desde el suelo hasta el techo dando la sensación de que los niños juegan en una “casa en el árbol”, contemporánea y a gran escala. 

“En esta escuela, se anima a los niños a trepar a los árboles. Si un niño es lo suficientemente fuerte, puede alcanzar el nivel superior sin usar las escaleras. Es posible que otras escuelas no lo permitan, pero el director cree que los niños conocen sus propios límites. Se detienen cuando tienen que detenerse”, asegura el arquitecto.  

A esto, añade la importancia de crear espacios con una pequeña “dosis de peligro” donde los niños aprenden de sus acciones, trabajen en equipo y se apoyen los unos a los otros. 

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