El sector educativo español se ha convertido en el principal objetivo de los ciberdelincuentes, según revela la división de inteligencia Check Point Research. Las organizaciones del ámbito de la educación y la investigación han sufrido una media de 4.484 ataques semanales durante el primer trimestre de 2025, un 73% más que en el mismo periodo del año anterior. La cifra sitúa a la educación como el sector más atacado en un contexto donde los ciberataques han crecido un 66% en general en los primeros tres meses del año.
Ciberataques planificados según el calendario académico
Los datos están vinculados al calendario académico, con picos importantes detectados cuando escuelas y universidades abren sus puertas cada semestre y ligeros descensos durante las vacaciones de verano e invierno. Esta circunstancia sugiere que los atacantes programan sus campañas para provocar el máximo daño. Check Point Software sostiene que el incremento sostenido confirma una tendencia preocupante que empezó en 2024 y que evidencia urgente necesidad de que las instituciones educativas refuercen sus defensas digitales.
¿Por qué el sector educativo es el blanco perfecto para los ciberdelincuentes?
El sector educativo resulta especialmente vulnerable y atractivo para los ciberdelincuentes debido a diversos factores estructurales y tecnológicos:
- Superficie de ataque masiva. Sus redes conectan a miles de estudiantes, docentes, personal administrativo y proveedores externos, mediante dispositivos y puntos de acceso –muchos de ellos no gestionados ni protegidos adecuadamente–, lo que favorece la explotación de brechas de seguridad.
- Datos sensibles y de alto valor. Las instituciones educativas almacenan una mezcla de información personal identificable (PII) –registros de estudiantes, direcciones y datos de ayuda financiera–, así como información sanitaria protegida (PHI) –registros de vacunación, información sobre medicación y otros tipos de datos clínicos–. Esto, combinado con los activos de investigación patentados y los datos de las nóminas del personal, convierte a las escuelas y universidades en objetivos atractivos para el robo de datos, la extorsión y las operaciones de ransomware.
- Sistemas obsoletos y seguridad infradotada. Las limitaciones presupuestarias mantienen a muchas escuelas y universidades funcionando con tecnología heredada e infraestructuras de ciberseguridad con una dotación de personal mínima.
Los métodos más usados para atacar escuelas y universidades
Comprender los procesos de infiltración de los atacantes en las instituciones educativas amplifica las posibilidades de éxito en la limitación de los riesgos. El sector educativo se enfrenta a una serie de ciberamenazas persistentes, en las que los atacantes se aprovechan tanto de las lagunas técnicas como de las vulnerabilidades humanas. Los más comunes son:
- Phishing e ingeniería social. Los estudiantes, los profesores y el personal son objetivos frecuentes del robo de credenciales a través de correos electrónicos engañosos, portales falsos y, cada vez más, señuelos generados por inteligencia artificial. Estos ataques a menudo sirven como puntos de entrada para comprometer una red más amplia.
- Phishing con códigos QR (quishing). Los códigos QR, una tendencia emergente, se utilizan para registrar la asistencia a eventos, encuestas en las aulas, eventos en el campus y flujos de trabajo administrativos, lo que los convierte en un vector ideal para el phishing. Los atacantes incrustan enlaces maliciosos en los códigos QR que, al ser escaneados, conducen a los usuarios a páginas de inicio de sesión falsas o a descargas de malware.
- Ransomware. Los ciberdelincuentes cifran sistemas clave –desde plataformas de aprendizaje a bases de datos de nóminas– y exigen un pago para restablecer el acceso. La consecuencia: interrupción de las operaciones, pérdida de tiempo lectivo y costosos esfuerzos de recuperación.
- Acceso no autorizado. Con miles de puntos finales y diferentes niveles de higiene cibernética, los atacantes lo asaltan todo, desde contraseñas débiles o reutilizadas hasta software sin parches y herramientas en la nube mal configuradas, para moverse lateralmente a través de los sistemas.
Consecuencias de los ciberataques en la educación
El impacto de un ciberataque con éxito en una institución educativa trasciende la interrupción técnica. Los incidentes pueden desbaratar las operaciones, agotar los recursos y dañar la confianza de la que dependen las escuelas y universidades para funcionar.
- Interrupción del aprendizaje. El ransomware y las caídas del sistema pueden causar la suspensión de las clases, la cancelación de los exámenes y el bloqueo del acceso a plataformas críticas como portales LMS, bibliotecas digitales y sistemas de calificación. En algunos casos, los estudiantes han perdido semestres enteros de trabajo.
- Daños a la reputación y pérdida de confianza. Cuando los datos de estudiantes, profesores o investigadores quedan al descubierto, el daño a la confianza pública puede ser duradero. Los padres se cuestionan si los datos de sus hijos están seguros. Los donantes, socios y futuros estudiantes pueden incluso reconsiderar su compromiso con la institución.
- Repercusiones financieras. El coste de un ciberataque suele ir mucho más allá del rescate en sí. Las instituciones afrontan gastos vinculados con la respuesta a incidentes, asesoría legal, restauración de datos, relaciones públicas e inversiones en tecnología y ciberseguridad a largo plazo. Para los campus con escasos fondos y las universidades que dependen de las matrículas, la presión financiera puede ser sinónimo de desastre.
Cómo proteger a las escuelas y universidades de los ciberataques
Ante el creciente riesgo de ataques, es fundamental que las instituciones educativas adopten medidas para fortalecer su ciberseguridad. Algunas recomendaciones clave incluyen:
- Actualizar sistemas y software regularmente para evitar vulnerabilidades conocidas.
- Formar a estudiantes, docentes y personal en la detección de phishing y amenazas digitales.
- Implementar autenticación multifactor (MFA) para proteger accesos críticos.
- Auditar y limitar los puntos de acceso a las redes y dispositivos, asegurando que solo usuarios autorizados tengan acceso.
- Contar con planes de respuesta ante incidentes para minimizar el impacto de un posible ataque.
- Invertir en tecnologías de seguridad modernas, como detección avanzada de amenazas y herramientas de monitoreo en tiempo real.
Estas acciones pueden reducir significativamente el riesgo y preparar mejor a las escuelas frente a las amenazas digitales actuales.