Teletrabajo y personas tóxicas: cómo lidiar con ellas

Aunque pudiera parecer que con el teletrabajo disminuyen los conflictos laborales, no es así. Te contamos los trucos para aprender a relacionarnos con los compañeros tóxicos.

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personas toxicas lidiar con ellas
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Si bien es cierto que el teletrabajo nos ha vuelto más individualistas, y permite una mayor concentración al no estar oyendo a los compañeros "quejicas" o conflictivos, la toxicidad es capaz de traspasar pantallas. El contacto sigue existiendo, vía Whatsapp, mediante Hangouts de Google, videoconferencias o simplemente en conversaciones telefónicas.  No es de extrañar que una que una de las frases más retuiteadas durante la pandemia siga siendo esta, atribuida al Dalai Lama: "Deja ir a personas que sólo llegan para compartir quejas, problemas, historias desastrosas, miedo y juicio de los demás. Si alguien busca un cubo para echar su basura, procura que no sea en tu mente".  Está claramente hablando de las personas tóxicas, capaces de acabar con el buen ambiente de trabajo y las energías del resto de los empleados. Estamos hablando de los seres tóxicos, también definidos como vampiros emocionales que puede "chuparnos" toda la energía, ya sea en persona o a distancia. 

David Comí, director y formador de Incrementis, detalla los 5 principales tipos de personas tóxicas y sus comportamientos que pueden existir en el entorno laboral, tanto en la oficina como en el trabajo en remoto, para detectarlos y evitar posibles conflictos. Explica Comí que la manera de comunicarse e interaccionar es fundamental en el entorno profesional. Tener alrededor personas tóxicas dificulta dichas relaciones profesionales y provoca un desgaste innecesario en aquellos que las sufren. Y este tipo de comportamientos en el mundo laboral puede ser especialmente difícil de soportar, incluso en el teletrabajo.

Estas son las cinco tipologías de personas tóxicas, te mostramos como actuar y detectar sus comportamientos:

 

La persona criticona

 

Le encanta criticar y resaltar lo negativo de los demás. Nunca dice nada positivo de nadie. Jamás le oirás alabar el trabajo de un compañero, ni ningún aspecto positivo de su personalidad. Tras su actitud intenta camuflar sus inseguridades. Su único objetivo es ofender o desprestigiar a los demás. En sus críticas es muy personal, no analiza los hechos concretos.

Cómo actuar: La clave es no ponernos a la defensiva para evitar así entrar en su juego. Aceptamos la crítica argumentada, pero no la parte exagerada, subjetiva o fuera de contexto.

 

La persona impulsiva y con ataques de rabia

 

No suele ir por detrás, como el criticón o el manipulador, y se defenderá argumentando que es más noble, pero lo primero que piensan sus compañeros cuando lo sufren es en su padre y su madre. ¡Que los aguante cualquiera de los dos! Es incapaz de manifestar lo que siente si no vocifera o da golpes en la mesa. Su actitud demuestra inmadurez y pérdida de control. Es el “niño” que cree que con pataletas se consiguen las cosas.

Cómo actuar: Es importante no tomar su rabieta como un ataque personal. Hay que esperar que se le “pase la tormenta” y se calme antes de hablar con él. Es muy recomendable el uso de gestos y voz que demuestren tranquilidad, comprensión y empatía.

 

La persona negativa y quejosa

 

Sólo ve problemas a su alrededor. En su mundo no existen las propuestas y soluciones. Todo le parece “imposible”. Exagera la realidad, si es necesario. Es el eterno llorón o llorona. Le gusta ir de víctima. Agotan las energías de aquellos que los escuchan con sus continuos lamentos. Parece que nunca les ha ocurrido ni les ocurre nada bueno.

Cómo actuar: Escuchar inicialmente sus objeciones para que se “desfogue”. Tratar de que nos demuestre su negatividad con datos y pruebas objetivas. Si es preciso, cambiar de conversación. No vale la pena entrar temporalmente en un diálogo no constructivo.

 

La persona manipuladora

 

Es altamente peligrosa. Utilizan medias verdades para su propio beneficio. Las personas son sólo un medio para conseguir sus objetivos personales. Crea malentendidos si es necesario. No tiene ningún respeto por la verdad.

Cómo actuar: Antes de interactuar, es vital estar preparados con hechos demostrables, para evitar manipulaciones. Responder siempre a sus engaños. Hablar siempre con mensajes simples y claros. No explicarles muchas situaciones privadas del pasado. Recordar que cualquier confidencia que le hagas puede utilizarla en su contra, ya que usan los datos para tergiversarlos.  Hemos de transmitirles firmeza y asertividad desde que empecemos a interactuar con ellos. 

 

La persona dictadora y agresiva

 

Le gusta intimidar y mostrarse arrogante. Necesita dominar todo lo que le rodea. Es intolerante a la actitud de los demás y no soporta a los que no piensan como él/ella. La verdad es “su” verdad.

Cómo actuar:  No mostrar conductas de sumisión, pensará que somos débiles y aumentará su actitud dictatorial. Le trataremos en todo momento con el máximo respeto, pero con mucha firmeza. Es clave usar un tono de voz directo, claro y conciso.

 

Asertividad: La clave de la perfecta comunicación y afrontar posibles ataques tóxicos

 

Lo más importante es aprender a detectar cómo actúan y se comunican las personas tóxicas para prevenir y afrontar conflictos y mantener relaciones constructivas. David Comí, director y formador de Incrementis, no solo nos ha facilitado las claves que hemos expuesto para lidiar con este tipo de personajes. También pone énfasis en la importancia de la asertividad para prevenir conflictos, afrontar la falta de respeto, además de ataques y posibles intentos de manipulación. La asertividad sería la capacidad de expresarse y decir lo que uno piensa y valora, sin ofender, disminuyendo la probabilidad de ofensa y respetando a la otra persona y a uno mismo. Lo contrario serían las siguientes maneras de actuar:

 

Comportamiento pasivo

Actitud de sumisión con temor a reacciones externas al decir las propias opiniones. No defender el propio criterio y la respuesta habitual es la evitación. Elevado sufrimiento personal y relaciones poco constructivas y fructíferas. Ceder, “tragar” los sentimientos y pensamientos.

 

Comportamiento agresivo

No solo utilizan la hostilidad para comunicarse, sino también como mecanismo de autodefensa.  Sus herramientas son la imposición y el uso de la fuerza. Generan un alto gasto de energía, con efímeros resultados, y sólo tienen impacto a corto plazo. Reflejan habitualmente frustraciones e inseguridades personales. No son conscientes en la mayoría de los casos un hecho comprobado: perder el control y gritar les puede restar credibilidad profesional. 

 

Comportamiento manipulador

Una cosa es tener mano izquierda para saber lleva a la gente y otra ser un manipulador. Se les distingue por su actitud, muy sutil y ambigua. Su objetivo principal es conseguir beneficios propios. Infravalora a las personas con las que se relaciona. Recurre a las trampas y a las artimañas. Muestra  una opinión muy elevada de sí mismo, y suele despreciar a los demás. Se cree muy listo. Embauca.  El manipulador quiere que dudes de ti y de tu memoria. Uno de sus trucos consiste en culpar al otro de haberlo entendido mal o acusarle de tener comportamientos irracionales.  Sabe utilizar las debilidades emocionales de los demás en su propio beneficio. Suele carecer de escrúpulos y normalmente solo mira por su interés personal.