El Almirante Juan Rodríguez Garat fue Almirante de la Flota en su último destino en activo. Pasó a la reserva en 2018, tras más de 40 años de servicio en la Armada, 24 de ellos embarcado. Acaba de publicar el libro Tambores de guerra. Contra el desarme moral y militar de España (La Esfera de los Libros).
PREGUNTA. ¿Cómo ha evolucionado la estrategia naval española desde que comenzó su carrera hasta hoy?
R. Estrategia es una palabra demasiado ambiciosa para hablar de lo que es puramente estrategia naval. Sí que la estrategia nacional, y de ella se deriva lo que podríamos llamar, en letra pequeña, estrategia naval, ha cambiado de una España que no estaba en ninguna alianza cuando entré en la Escuela Naval, a lo que tenemos ahora, que es una España que forma parte de la OTAN y de la Unión Europea (UE). En la época anterior, la estrategia nacional, insisto, más que naval, estaba conformada dentro de lo que se llamaba el Eje Estratégico de Canarias, Baleares y Estrecho.
Era una estrategia defensiva, controlar las zonas de nuestra responsabilidad. Hoy día, una vez que nos incluimos en la Alianza Atlántica, la estrategia cambió para tratar de mantener una presencia, si no global, sí al menos a distancias mayores de nuestra zona de responsabilidad, teniendo en cuenta que lo que se pretende es influenciar al mundo para que evolucione de una manera favorable. A nosotros nos interesa exportar estabilidad a cualquier región, al menos próxima, y por eso tenemos fuerzas, no solo navales, sino también aéreas y terrestres, en lugares que se salen de nuestro antiguo y limitado Eje Estratégico.
P. ¿Habría que refundar la OTAN?
R. Esperemos que no. Lo que habría que hacer es equilibrarla, porque cuando se creó se hizo frente a un enemigo, la Unión Soviética, que era un enemigo global, de ambos lados del Atlántico. Hoy no es así: como ha dicho el presidente Trump recientemente, ellos tienen un océano en medio entre Rusia y Estados Unidos. Por lo tanto, no sienten que estén corriendo los mismos riesgos, y creen que Europa debería tomar mayores responsabilidades en la defensa del propio continente, lo cual no deja de ser verdad.
Si queremos seguir manteniendo a Estados Unidos dentro de la Alianza Atlántica, habría que darle algo a cambio. Una forma de equilibrarla, desde luego, es invertir más en Defensa, y la otra manera es darle a la OTAN ese enfoque 360 grados que ha empezado a dibujarse en el concepto estratégico que se aprobó en Madrid.
"Lo que habría que hacer es equilibrar la OTAN, porque cuando se creó se hizo frente a un enemigo, la Unión Soviética, que era un enemigo global de ambos lados del Atlántico
P. ¿Y en esa nueva OTAN qué papel debe jugar España?
R. La de un aliado fiel. Los españoles llevamos muchos años preguntándonos quién nos va a defender, y pocas veces nos preocupamos de lo que nosotros podemos aportar a la Alianza. En España se presta mucha más atención al artículo 5 del Tratado de Washington, el que dice que un ataque a uno será un ataque a todos, en las zonas descritas en el artículo 6, pero no se presta atención alguna al artículo 3, donde se menciona que cada una de las naciones tiene que aumentar su potencia, preocuparse de estar lista para, en beneficio propio y de todos, disponer de las capacidades militares necesarias para la disuasión y la defensa.
P. Parece que no es fácil el acuerdo. ¿Cómo va a acabar la guerra de Ucrania?
R. Mal. Acabará probablemente dentro de mucho tiempo con un armisticio a la coreana. Putin tendrá que admitir que no va a conseguir todo el territorio que desea. Ucrania tampoco va a lograr echar a los rusos. Por tanto, terminará con un armisticio aceptado de mala gana por ambos bandos, que dejará un telón de acero de nuevo en Europa. Hasta que dentro de muchos años, si Europa progresa y la Ucrania dentro de la UE lo hace también, ese telón de acero caiga del lado que debe hacerlo para que Ucrania vuelva a reunificarse. Pero para eso van a tener que transcurrir muchos, muchos años.
P. ¿Y Gaza?
R. Pues casi diría que peor. El problema de la guerra de Gaza es que, así como la guerra de Ucrania no tiene solución militar, esta sí que puede tener un vencedor, pero no un éxito político. El problema es que ahora, en la tercera guerra de Gaza, se están sembrando las semillas de la cuarta, que vendrá cuando alguna organización palestina que pueda crearse tenga posibilidades otra vez. Porque Hamás probablemente ya no tiene futuro. Esa nueva organización, cuando se sienta suficientemente fuerte, si no hay concesiones, si no hay generosidad por parte de los vencedores, por parte de Israel, actuará. Es muy probable que dentro de 20 años estemos diciendo que las semillas de la cuarta guerra de Gaza se sembraron por un mal final de la tercera.

P. ¿Cómo se puede desarrollar una política europea de Defensa común con dirigentes políticos ultranacionalistas, muy poco europeístas?
R. Las naciones que hoy conocemos se han forjado a lo largo de muchos años. Por ejemplo, no porque en la España de los Reyes Católicos hubiera un sentimiento de unión entre los súbditos de la Corona de Aragón y la Corona de Castilla, sino porque el mundo exterior presiona, la seguridad presiona, la necesidad de ser fuerte es la que presiona y la que ha llevado en distintos momentos de la historia a las naciones que hoy conocemos. Pensar que el mundo ha terminado ya es evidentemente no mirar hacia el futuro, puede seguir evolucionando. El propio Trump dice que dentro de pocos años Groenlandia será Estados Unidos. ¿Quién sabe si será así? Esperemos que no, o por lo menos que no sea por la fuerza. Pero el mundo puede cambiar si se ve presionado para ello.
"Cuando las cosas se pongan duras, si Europa no está unida, la Europa que conocemos desaparecerá"
Son los pueblos los que cuentan, porque son los que eligen a los políticos. Hay pueblos europeos que se sienten lejos de los demás pueblos de Europa y están aparentemente cansados de los esfuerzos que se han hecho con la integración. Entre otras cosas, existe mucha desinformación que contribuye a que tengan ese sentimiento antieuropeo. Pero si en algún momento las las cosas se ponen duras, tanto desde el punto de vista económico como estratégico, comprenderán que solos no podrán hacer frente al temporal y ese será el momento en que se pueda dar un paso adelante en la construcción de Europa. Si no es así, si al final Europa no se siente amenazada, no se une y llega esa tempestad (que todos estamos viendo que puede venir, porque hay grandes potencias en el mundo con deseos expansionistas), y nos coge desunidos, pues Europa, sencillamente la Europa que conocemos, desaparecerá.
P. ¿Estamos poco atentos a Marruecos?
R. Soy militar, he estado en puestos de cierta relevancia y prestamos la atención adecuada a Marruecos. Es fuera de lo militar donde hay un poco de amarillismo en las noticias, que provoca que cuando un barco de Marruecos sale a la mar en las proximidades de su costa aparezca en la prensa española como si los maniobras de la Marina marroquí fueran cerca de Canarias, cuando realmente están a una distancia de Canarias mayor que la de Canarias al propio Marruecos. Pero sale en la prensa nacional y se trata con cierto escándalo. Es como si ellos, cada vez que un barco sale de la base de Rota o de la base de La Carraca aseguraran que España está haciendo maniobras próximas a la costa marroquí.
Hay una exagerada atención por parte de la prensa a un problema que hoy por hoy no es militar. Puede serlo en el futuro, para eso evidentemente estarán preparadas las Fuerzas Armadas. Y en este momento, lo que la sociedad española debe hacer es tratar de fomentar las mejores relaciones posibles con un vecino que depende económicamente de la UE. Y eso ayuda a que se porte bien. Aunque es una nación que saca ventajas, desde el punto de vista doméstico, de enfrentarse a España. Cada vez que Marruecos asegura que Ceuta y Melilla le pertenecen, no lo hace porque pretenda invadirlas con sus divisiones acorazadas, lo único que persigue es que su propio pueblo deje de prestar atención a los problemas que su Gobierno no resuelve, como ocurre siempre, como en todos los países, y se centre en los malvados que son los extranjeros.
Lo único que habría que hacer es mostrar una postura más fuerte en la respuesta a los pequeños eventos de guerra híbrida, que también podríamos llamar diplomacia hostil, que es lo que hace Marruecos con la manipulación de la inmigración o las aduanas, o también la reclamación de Ceuta y Melilla, nunca oficial, de círculos que realmente deberían ser más responsables.
P. ¿Qué peligro representa China para Occidente?
R. Peligro militar, poco. No es el instrumento de China. El problema es que con el tiempo disponga de suficientes cartas para tratar de desbancar a los Estados Unidos como primera potencia global. Si lo hace, abusará de su posición, como hacen todas las grandes potencias, no militarmente, pero sí políticamente. No sería bueno un mundo dirigido por una potencia que no respeta los valores que nosotros respetamos. De China, más que sus afanes expansionistas, que también los tiene en el Mar de China Meridional o en Taiwán, lo que nos disgusta de verdad es su totalitarismo, que no sigue un modelo democrático como el que nosotros queremos vivir. A España le conviene que China cambie o que no llegue a ocupar esa primera posición global.
"China representa poco peligro militar; el problema es que pueda disponer de suficientes cartas para desbancar a Estados Unidos como primera potencia global"
P. ¿Qué papel tiene el Ejército tradicional en un mundo de amenazas híbridas y cibernéticas?
R. Eso se responde tranquilamente viendo lo que ocurre en Ucrania. Las amenazas híbridas y cibernéticas están muy bien. Todos apostábamos por su verdadera importancia hace cuatro años, pero en cuanto los carros de combate pasan la frontera, lo híbrido y lo cibernético pasa a segunda o quizá a tercera división.
P. ¿Qué importancia tiene la inteligencia artificial (IA) en la guerra del futuro?
R. En la guerra del futuro probablemente mucha, pero no en la del presente todavía, donde se está utilizando en Gaza, pero con muchos errores que solo un país como Israel puede o quiere permitirse. En Occidente no estaríamos dispuestos a la tasa de errores que ofrecen los sistemas de targeting que emplea Israel.
En la guerra de Ucrania la IA prácticamente no ha hecho a su aparición excepto en los carteles de propaganda. Evidentemente, el futuro se puede presentar de otra manera. Los drones que en la actualidad tienen su mayor vulnerabilidad en el enlace con el operador si llevan una IA a bordo se convertirán en mucho más peligrosos.
Pero tampoco hay que magnificar estas cosas porque la tecnología históricamente tiene herramientas para neutralizarse a sí misma. Como ocurre en la carrera entre el proyectil y la coraza, tan pronto como cualquier innovación tecnológica da un paso en una dirección, enseguida encuentra que esa misma tecnología se aplica con el mismo éxito y termina neutralizándolo. Y eso es lo que probablemente ocurrirá con todas estas cosas que van saliendo, desde el dron hasta la inteligencia artificial o en el futuro la energía dirigida. Al final todo se aplica tanto al ataque como a la defensa. Mi opinión personal es que la inteligencia artificial no va a desplazar ni a Clausewitz ni a Sun Tzu.
P. ¿Cómo acelerar la comunión entre pueblo y Ejército en España?
R. Si la clase política quisiera, sería muy fácil de hacer, bastaría con que los políticos hablaran de estos asuntos con el pueblo desde el Parlamento o desde las tribunas de sus partidos. No ocurre así, al pueblo español se le hurtan los debates sobre política de Defensa, incluso no se le explican las decisiones que se toman. En este sentido, un pueblo donde no forma parte de su rutina doméstica opinar sobre Defensa al final se desentiende y lo deja en manos de los políticos. Evidentemente esa comunión deja de existir. Todos los partidos lo saben, en las directivas de Defensa Nacional se habla de mejorar la Cultura de Defensa. En la última, firmada por el presidente Pedro Sánchez, se reconoce que una Defensa no tiene sentido sin la participación del pueblo, pero luego, a la hora de llevar esto a la práctica, ninguno de los Gobiernos que hemos tenido desde la transición se ha ocupado de ello.
P. ¿Qué asuntos aborda en su libro ‘Tambores de guerra. Contra el desarme moral y militar de España’?
R. Cubre todos los ángulos de la Defensa y está estructurado en tres partes. La primera trata sobre los problemas, cómo ha llegado España a donde está, a su nivel de relativa indefensión, a tener las asignaturas pendientes serias tanto en el material como en la conciencia nacional de la Cultura de Defensa. La segunda analiza el mundo y trata de encontrar en él nuestros posibles enemigos. Y la tercera parte es más para personas interesadas en el mundo militar, habla de cómo debería cambiar el Ejército español, cómo deberían cambiar las Fuerzas Armadas para poder ganar en un conflicto del futuro. Creo que el libro cubre un poco todo lo que debería abarcar la asignatura de Cultura de Defensa, si es que algún día se impartiera en nuestras universidades.