Opinión

Putin mueve ficha, ¿y Occidente?

Experto en migraciones y analista internacional.

Cuando todavía nos estábamos preguntando en Europa cómo íbamos a afrontar un invierno con carestía de energía rusa y su consecuente subida de precios, aparece el presidente Putin y nos recuerda, a golpe de televisión, que cuando todo apuntaba a su derrota militar en Ucrania, esto nunca podrá pasar.

La movilización “parcial” de tropas que ha anunciado en la televisión pública rusa no es otra cosa que la confirmación de lo que sospechábamos hace ya semanas: Moscú pierde la guerra y el Kremlin teme más a una población rusa descontenta que se rebele contra ellos (especialmente políticos y movimientos radicales de extrema derecha) que a los propios misiles y la inteligencia de Occidente y Ucrania.

Con los últimas derrotas militares, donde Ucrania ha entrado en algunas poblaciones que Rusia tenía aparentemente aseguradas, además del peligro que corría Moscú de perder los propios territorios ucranianos que habían sido conquistados en 2014, la maquinaria de Putin se ha puesto a trabajar con un solo objetivo: escalar la guerra de manera que la población rusa no lo perciba como una derrota y aparente ser una acción totalmente licita, siempre camuflándolo con un supuesto ataque despiadado de Occidente y el consecuente peligro de la caída del imperio ruso.

Después de las declaraciones del presidente ruso, el ministro de Defensa, Sergei Shoigu, ha confirmado que unos 300.000 reservistas podrían ser llamados para esta guerra (Moscú declara que tiene disponible para la lucha unos 25 millones de soldados) y esto significa que al menos 300.000 familias rusas más van a estar involucradas, de una manera u otra, en esta guerra que hasta ahora el Moscú quería camuflar en unos ejercicios militares especiales. Esta es la mayor llamada a las armas en Rusia desde el final de la Segunda Guerra Mundial, porque incluso la guerra soviética de Afganistán involucró principalmente  a militares de reemplazo.

Vulnerabilidades rusas

Hay que reconocer que la llamada de Putin a referéndum a los ciudadanos que viven en las actuales zonas ocupadas rusas en Ucrania, incluyendo a Jerson, es una hábil jugada de Moscú que (aunque no tendrá nunca valor para la comunidad internacional y nadie reconocerá esas provincias como rusas) sí le serviría al Kremlin para “defender” suelo ruso acusando a Occidente de entrar en su territorio y así escalar el conflicto sin que le pase una factura doméstica mayor que la de las muertes de sus propios soldados.

Además de esto, y para dar más dramatismo a la situación rusa, en la presentación televisiva matinal de Putin se ha mencionado el número de bajas rusas en territorio ucraniano, y esto no ocurría desde hace mucho tiempo. Pero es que el número de soldados fallecidos en Ucrania que ha mencionado, algo menos de 6.000 efectivos no se corresponde ni mucho menos con la realidad, aunque quizás no lleguen tampoco a los 80.000 soldados rusos muertos que aseguran fuentes de inteligencia norteamericanas, porque aquí, hay que recordarlo también, estamos en plena guerra de desinformación de uno y otro bando.

Esta gran movilización no puede enmascarar los problemas que tiene Rusia en cuanto al número de soldados disponibles y la poca moral con las que estos soldados van a combatir a tierras ucranianas. Pero estas vulnerabilidades rusas no hacen más que convertir a Putin en un líder mucho más peligroso y con muchas menos cosas que perder a la hora de poner en peligro la paz y el orden mundial tal como lo conocemos hasta ahora.

Varias son las incertidumbres de uno y otro lado que se nos presentan ahora mismo: primero ver cómo reacciona el pueblo ruso a la movilización de ciento de miles de jóvenes rusos para ir a combatir, algo que Moscú llevaba intentando evitar estos siete meses de invasión. Por otro lado, tendremos que esperar a ver la reacción de Occidente frente a esta nueva situación, y comprobar si mantenemos la misma unión como bloque más o menos heterogéneo que hemos mostrado ante Rusia cuando aumenten las batallas militares en Ucrania y Kiev pierda soldados, material y territorio.

La movilización de tropas rusas anunciada por Putin es una señal inequívoca de la derrota y debilidad militar en Ucrania, pero el “oso herido” se ha revuelto y ahora es más peligroso aún, y lo terrible del caso es que cada vez se nombra en más ocasiones la amenaza nuclear, especialmente por parte de mandatarios rusos, en alusión permanente a una escalada militar.

Esta mañana después de la intervención televisiva del presidente Putin hemos pasado sin duda a una fase crítica del conflicto. En la fase anterior hemos podido comprobar que la guerra de desgaste de Occidente hacia Rusia ha dado sus frutos y  ya tenemos al oso herido y arrinconado, pero ahora, ¿qué hacemos?