Aunque los olvidos o despistes son totalmente naturales, hay algunos que desgraciadamente pueden resultar fatales. Entre ellos se encuentran numerosos casos de bebés o niños que han fallecido al quedarse olvidados en un coche, principalmente en verano a causa de haber sufrido un golpe de calor.
Hace unos días informamos de otro despiste que, combinado con una nefasta ocurrencia, se cobró la vida de un varón de 24 años, que se había olvidado las llaves de su casa en el interior de la misma. El trágico suceso tuvo lugar en Madrid capital el pasado 10 de septiembre alrededor de las 7 de la mañana, cuando el joven llegaba de fiesta a su domicilio y terminó precipitándose al vacío, muriendo en el acto por fuertes traumatismos, al intentar acceder a su casa trepando por la fachada del edificio.
Estos hechos ejemplifican que hay despistes que difícilmente podrían tener un peor desenlace, aunque los casos son infinitos y muchas veces tienen como víctimas a personas que padecen algún tipo de síndrome, trastorno o enfermedad.
Entre estos casos nos hemos topado con uno reciente que nos ha llamado mucho la atención. Ocurrió a mediados del pasado mes de agosto en Nueva York y tiene como desgraciado protagonista a un niño de nueve años que tenía autismo no verbal.
Según informó Fox News, el pequeño fue con su familia a un Ikea ubicado en el barrio Red Hood de Brooklyn, pero se le perdió la pista en ese mismo establecimiento y fue reportado como desaparecido. Su búsqueda solo duró unas horas y terminó de la peor manera posible, con el hallazgo de su cuerpo flotando en la cuenca de Erie, en las inmediaciones del Ikea en el que desapareció, y la confirmación posterior de su fallecimiento en el hospital al que fue trasladado.