Cómo afrontar la adversidad tras la pandemia y frente a la guerra

Como nuestros abuelos y bisabuelos, aquellos que nacieron en torno a la primera década del siglo XX, vivimos una sucesión de desastres: crisis del 2008, pandemia, guerra, y ahora la crisis energética.

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Cómo afrontar la adversidad
Cómo afrontar la adversidad

La guerra es el invierno de la civilización. Nunca existió una buena guerra  ni unas mala paz, dijo Benjamin Franklin, y las generaciones actuales residentes en Europa Occidental, asisten a una sucesión de acontecimientos históricos que no hacen sino empeorar nuestra calidad de vida. La pandemia ha saturado las consultas de psiquiatras y psicólogos y el bienestar emocional ha sido la gran víctima.

Hay gente que aún no ha salido del prolongado encierro, personas víctimas de la depresión que no pudieron decir adiós a sus muertos como quisieron, seres que no saben decir adiós a la tristeza que nos ha invadido en los últimos tiempo. Y sin embargo, todo cambio es una oportunidad para aprender algo. Primero tenemos que aceptar que es completamente natural que la incertidumbre y el miedo a lo desconocido nos invadan.

El bienestar emocional es siempre la parte más afectada, pero no debemos olvidar que son las etapas traumáticas las que también nos hacen crecer y potencian nuestras mejores características como seres humanos. La palabra de moda, ignorada por muchos hasta ahora es la resiliencia. El saber, como una esponja pisoteada, volver a nuestro estado natural, frescos y esponjosos... Solo es una metáfora de lo que se espera de nosotros si queremos aprender que el cambio forma  forma parte de la vida y es el motor impulsor de nuestro desarrollo.

No hay que olvidar, sin embargo, que somos seres de hábitos y no podemos evitar que nuestro cerebro intente conservar inmutable el estado de las cosas a su alrededor, manteniendo a raya los cambios que le obligan a activarse y modificar sus patrones.

Ante circunstancias desconocidas, es natural que la incertidumbre y el miedo a lo desconocido nos invadan a la vez que nos sentimos más inseguros y desconfiados. Inevitablemente, comienzan a desatarse emociones negativas momentáneas que, si se mantienen en el tiempo, pueden cobrarse un alto precio emocional y provocarnos un gran desgaste físico y mental.

El agotamiento psicológico y físico extremo puede derivar en trastornos psicológicos, aumentando la posibilidad de sufrir ansiedad y estrés, teniendo problemas para conciliar bien el sueño, relajarnos y concentrarnos en nuestras tareas cotidianas y causando incluso la depresión. 

La pandemia disparó los niveles de ansiedad entre la población

Desde que se decretó el estado de alarma en marzo de 2020, hemos tenido que cambiar muchos de los hábitos que sostenían nuestra vida, aprender a convivir con el peligro de un enemigo invisible, el virus del Covid, acostumbrarnos a la falta de seguridad económica y laboral, buscar nuevos puntos de apoyo ante un distanciamiento social impuesto y adaptarnos a un cambio constante de medidas que afectan nuestro día a día. Muchos han llegado a creer que sus recursos psicológicos están agotados.

Al inicio de la pandemia fueron los niveles de ansiedad los que se dispararon en nuestro intento por entender una situación completamente nueva e incierta para la mayoría de nosotros. A esa ansiedad le ha sucedido un aumento de la desesperanza y la depresión, y al optimismo inicial que nos animó a resistir, le ha sobrevenido el desánimo y el pesimismo.

Ahora, tras dos años de pandemia y el comienzo de una guerra que tiene serias repercusiones sobre nuestras vidas, la salud mental de todos los que integran nuestra sociedad se ha convertido en más vulnerable. Hace falta mucha fortaleza para superar el desgaste emocional de haber perdido a seres queridos, acostumbrarse a vivir frente a la amenaza de un virus potencialmente mortal y afrontar la inseguridad económica. No es fácil aprender a luchar contra la incertidumbre y mantener el equilibrio emocional.

TherapyChat, plataforma de psicología online de España, ha elaborado una lista con las principales claves para protegernos del impacto de la adversidad y aprender a ser más resilientes:

1. Evita la desinformación alarmista

Vivimos en una época convulsa en la que estar informados es vital. Sin embargo, es importante elegir inteligentemente las fuentes que consultamos, de manera que no terminemos alimentando una ansiedad desmedida. Sin duda, es un buen momento para dejar de leer noticias de procedencia dudosa o dejar de ver programas sensacionalistas, así como desarrollar la costumbre de contrastar toda la información y abandonar el hábito de revisar la prensa a cada minuto. Sin duda, es una buena manera de reducir el estrés en nuestro día a día.

2. Pon freno a los pensamientos catastrofistas

Pensar en los peores escenarios posibles no ayuda a aliviar la ansiedad ni a lidiar con la incertidumbre sino todo lo contrario. Por tanto, una buena estrategia para aprender a gestionar los tiempos que vivimos es ponerle coto a esos pensamientos catastrofistas cambiándolos por circunstancias igual de probables, pero con un impacto mucho más positivo. Una manera sencilla de mantener a raya también nuestras emociones negativas.

3. Céntrate en lo que “sí” puedes hacer

Gran parte del malestar que experimentamos en estos tiempos se debe a que sentimos que hemos perdido el control sobre las circunstancias y le conferimos demasiada importancia a lo que sucede a nuestro alrededor. Sin embargo, si bien es cierto que existen muchas cosas que no podemos cambiar, centrarnos demasiado en ellas no hará sino disparar nuestra ansiedad. En cambio, si nos enfocamos en aquello que sí podemos hacer, no solo sentiremos que recuperamos el control sino que nos sentiremos más útiles. Por último, no olvides dedicar tiempo a distraerte y relajar tu mente ya que te ayudará a reducir las tensiones y aliviar el estrés. Asimismo, intenta mantener una visión más optimista, esto no resolverá los problemas por sí solo, pero puede ayudarte a asumir una actitud más positiva ante todo lo que está sucediendo.

4. Pon el foco en tu bienestar emocional

Las situaciones extremas como el confinamiento vivido, son claves para tomar conciencia de la importancia de contar con un espacio en el que sentirse a gusto y desprenderse de todas las cosas y responsabilidades que les roban un tiempo precioso sin aportarles ningún valor. Aprende a reconectar con tu cuerpo, a escuchar más a tu voz interior y a conectar con tus emociones y, si te hace falta, busca ayuda profesional que te ayude a potenciar tu bienestar y a apostar por un estilo de vida más sano con el que buscan un equilibrio entre cuerpo y mente.