Animales y bosques, los otros perdedores en la guerra de Ucrania

1,24 millones de hectáreas de territorio de reserva natural se han visto afectadas ya por el conflicto bélico.

Gonzalo Díaz Bonet.

Especialista en Tecnología y Sostenibilidad.

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Mapa de medioambiente de Ucrania.
Mapa de medioambiente de Ucrania.

Cuando hablamos de una guerra, de cualquier guerra, la principal víctima son los seres humanos. Muertos, heridos, desplazados o empobrecidos, las personas son las que sufren las consecuencias directas de un enfrentamiento bélico cuyas cifras son a día de hoy, difíciles de cuantificar. 

Cuando se cumple un año de guerra, el ejército ucraniano habla de 140.000 combatientes rusos muertos, cifra que el Kremlin reduce a 5.937. Guerra de datos que no oculta el grave desgaste que, en cualquier caso, están sufriendo ambos contendientes. 

Pero no son los únicos. Animales, bosques y reservas naturales también están siendo perjudicados por una contienda que, al desastre humano suma también otro ecológico que está tratando de cuantificar Greenpeace tras los primeros doce meses de combates.   

Según sus cifras, 1,24 millones de hectáreas de territorio de reserva natural se han visto afectadas por la guerra. Los combates y los ataques rusos han impactado en un área de unos tres millones de hectáreas de bosques y, en la actualidad, 450.000 hectáreas de bosques están bajo ocupación o en zonas de combate. Además, gran parte del territorio liberado por las tropas ucranianas está sembrado de minas. 

Para ilustrar estos daños, la organización ecologista ha elaborado un mapa interactivo donde se muestran los daños de la catástrofe medioambiental. Los datos han sido recopilados por Ecoaction y posteriormente cotejados y mapeados por Greenpeace a través de imágenes satélites. De los casi 900 casos recopilados, se han elegido 30 para mostrar los daños más graves causados en estos 365 días de guerra.  

Todos los casos en el mapa han sido clasificados por tipo de daño e incluyen una breve descripción de cada uno. La monitorización seguirá activa mientras dure la guerra, con el objetivo de concienciar sobre un desastre ecológico que tendrá también consecuencias a largo plazo. 

Cóctel de compuestos químicos 

Las explosiones de cohetes y artillería -recuerda Greenpeace- generan un cóctel de compuestos químicos: monóxido y dióxido de carbono, óxido nítrico (NO), óxido de nitrógeno (NO2), óxido nitroso (N2O), formaldehído, vapor de cianuro de hidrógeno (HCN), nitrógeno (N2). Después de la explosión, estos compuestos se oxidan por completo y los productos de la reacción se liberan a la atmósfera.  

Los principales, como el dióxido de carbono, no son tóxicos, pero contribuyen al cambio climático. Los óxidos de azufre y nitrógeno también pueden causar lluvias ácidas, cambiando el pH de los suelos y causando quemaduras en la vegetación, especialmente en las coníferas. Las lluvias ácidas son, además, peligrosas para las personas, otros mamíferos y aves, ya que afectan a las mucosas y los órganos respiratorios. 

Los fragmentos de metal de los proyectiles también dañan directamente el medio ambiente. El hierro fundido mezclado con acero es el material más común de las municiones y contiene no solo el hierro y el carbono habituales, sino también azufre y cobre. Esas sustancias se introducen en el suelo y pueden filtrarse a las aguas subterráneas, eventualmente penetrando en las cadenas alimenticias e impactando a personas y animales. 

Tras un año de guerra, Greenpeace reitera que, además de las dramáticas consecuencias para la población civil, este conflicto está poniendo de relieve una vez más la vulnerabilidad de un modelo económico basado en la explotación ilimitada de los recursos.  

“La guerra en Ucrania está demostrando que la dependencia de los combustibles fósiles no solo causa cambio climático, sino que también alimenta guerras, todo a costa del sufrimiento de las personas más vulnerables. La guerra en Ucrania es otro aviso para que los líderes mundiales se tomen en serio la necesidad de romper los vínculos con los combustibles fósiles y apuesten por la construcción de sistemas de energía renovable locales y seguros para todas las personas”, asevera Francisco del Pozo, responsable de la campaña de Energía de Greenpeace. 

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