Por qué los cultivos mixtos podrían acabar con los latifundios y beneficiar la biodiversidad

Un nuevo estudio revela que los paisajes agrícolas más heterogéneos, aparte de proteger la biodiversidad, son también más productivos.

Gonzalo Díaz Bonet.

Especialista en Tecnología y Sostenibilidad.

Guardar

Los grandes campos de maíz, o de cebada, podrían tener los días contados. Y no solo por el cambio climático, sino porque, a tenor de un nuevo estudio presentado, los paisajes agrícolas más heterogéneos, aparte de proteger la biodiversidad, son también más productivos. 

Esto cambia, de alguna manera, la visión que muchas personas tienen de la agricultura tradicional, donde se entendía que para conservar los ingresos era necesario seguir apostando por un modelo – el del latifundio monocultivo- que provoca cambios en el suelo, contaminación y pérdida de biodiversidad. 

Sin embargo, el estudio realizado por los investigadores Ignasi Bartomeus (Estación Biológica de Doñana del CSIC) y Ainhoa Magrach (Basque Centre for Climate Change) demuestra que una agricultura con menor impacto ambiental no solo es posible, sino más productiva. 

El secreto está en crear paisajes heterogéneos y con hábitats donde puedan vivir especies silvestres, como los polinizadores, que a su vez aumentan el rendimiento de las plantaciones. Y esto ocurre en zonas agrícolas donde se encuentran diferentes cultivos plantados en pequeños campos a modo de mosaico. O en cultivos que se entremezclan con parches de hábitats naturales. O en una combinación de diversos usos del suelo que permita que allí habiten diferentes organismos silvestres. 

Para llegar a esta conclusión, el equipo investigador analizó una base de datos del Ministerio de Agricultura español. La Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos incluye el seguimiento anual de más de doce mil parcelas permanentes. Estas parcelas están distribuidas por todo el territorio nacional y representan alrededor del 1 % de la superficie del país. 

Usando los datos comprendidos ente 2001 y 2019, el equipo ha demostrado que la heterogeneidad de los cultivos y la reducción de su tamaño serían positivas tanto para la conservación de la biodiversidad como para el aumento de la productividad agrícola. 

Esto podría reducir la importancia de un tipo de explotación, el latifundio, cuyos orígenes se remontan a la época romana, y que viene siendo objeto desde debate desde entonces. Entre las ventajas esgrimidas por sus defensores está la de una mayor productividad, algo que parece contradecirse con las nuevas investigaciones. 

Los polinizadores, claves para la productividad 

Según se explica en The Conversation, muchas de las especies silvestres que podemos encontrar en zonas agrícolas no intensificadas realizan importantes funciones. Entre ellas encontramos insectos que polinizan muchas especies de plantas, entre las que se incluyen el 75% de los cultivos de los que nos alimentamos. Pero también aves insectívoras que realizan importantes labores de control de plagas. 

Estos organismos tienen diferentes necesidades a lo largo de sus ciclos vitales. Los paisajes más heterogéneos serían más beneficiosos, al proveerles de una mayor variedad de recursos. Y esto repercutiría de manera positiva también en el rendimiento agrícola. 

Además, en muchos casos, estas prácticas de manejo tienen otros beneficios añadidos. Por ejemplo, en los campos de cultivo más pequeños se suelen mantener zonas no cultivadas en los márgenes. Zonas que, junto con los setos que delimitan los campos, son hábitat para muchas especies. Asimismo, cuanto menor sea el campo, más cerca estará todo el cultivo de los nidos de los polinizadores. En muchas ocasiones, estas especies anidan en zonas silvestres de alrededor.