Así son los SAF, el combustible para aviones que permite reducir hasta un 80% las emisiones de CO2

Iberia y Repsol ofrecen combustible de origen sostenible a las empresas para descarbonizar sus viajes corporativos.

Gonzalo Díaz Bonet.

Especialista en Tecnología y Sostenibilidad.

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Imagen desde un avión.
Imagen desde un avión.

La compañía Iberia ha anunciado una alianza con Repsol para impulsar la producción de combustibles de origen sostenible con los que, según IATA, se reducen las emisiones de CO2 un 80 por ciento a lo largo de su ciclo de vida. Ambas compañías se han unido para ofrecer a los clientes corporativos de la aerolínea la compra de estos combustibles, que les permitan reducir las emisiones y descarbonizar sus viajes de empresa.  

Los aviones actuales están certificados para operar con hasta un 50 por ciento de estos combustibles de origen sostenible, que se consideran una tecnología “drop in”, pues no requieren ninguna transformación en el diseño de las aeronaves, ni tampoco en la infraestructura de los aeropuertos. Conocidos como SAF (sustainable aviation fuel), provienen de residuos de la industria forestal, agrícola, ganadera y alimentaria, o bien de la captura de CO2, y con su producción se promueve la economía circular y el desarrollo de nuevas tecnologías. 

El reglamento Fit For 55 de la Unión Europea establece un mandato mínimo de uso de SAF en los vuelos del 2 por ciento en 2025, del 5 por ciento en 2030, y un incremento gradual hasta el 63 por ciento en 2050. En la actualidad, el potencial máximo de producción de SAF en la Unión Europea se estima alrededor de 0,24 millones de toneladas, solo el 10 por ciento de lo requerido para 2030. 

Sin embargo, el uso de estos combustibles ecológicos se revela como una solución práctica a lo que ya se conoce como el flygskam, la 'vergüenza de volar en avión'. En países como Suecia, con una elevada conciencia medioambiental, un 23% de sus ciudadanos ya renuncian a volar para reducir su impacto en el cambio climático.  

Viajar en avión contamina 20 veces más de lo que contamina el tren. Las emisiones del avión son, en promedio, de unos 285 gramos de CO2 por persona y kilómetro volado, mientras que las de un tren son de 14 gramos de CO2 por persona y por kilómetro de media.   

Todo ello ha propiciado la creación de un movimiento ecologista –el flygskam- que rechaza sobre todo los desplazamientos en en avión que duran en torno a una hora, entre capitales que estén bien cubiertas por conexiones en tren. Pero todo ello podría cambiar si los combustibles que utilizan las aeronaves contaminan menos, y ese es el caso de los SAF, una alternativa sostenible al queroseno que puede utilizarse ya, con los aviones y las infraestructuras actuales. 

Impulsar la producción de SAF 

IAG, el grupo al que pertenece a Iberia, se ha comprometido a abastecer sus vuelos con un 10 por ciento de combustible de origen sostenible en 2030, y a invertir 865 millones de dólares en compras e inversiones de SAF para impulsar su producción que, por el momento, es escasa y con un precio muy elevado. 

Entre las iniciativas para promover la producción de SAF, Iberia y Repsol operaron en octubre de 2021 el primer vuelo a Bilbao con una mezcla de biocombustible generado a partir de residuos en la planta de Petronor. En junio de 2022 volvieron a colaborar en la operación de los primeros vuelos transatlánticos desde España con SAF generado a partir de residuos. 

Además, dentro del acuerdo que mantienen ambas compañías, ahora ofrecerán a los clientes corporativos de Iberia la posibilidad de adquirir SAF que les permita descarbonizar sus viajes de empresa, y con el objetivo también de ir incrementando la demanda y la producción y que puedan reducirse los precios de estos combustibles. 

Por su parte, Repsol pondrá en marcha a finales de este año la primera planta de España capaz de suministrar 250.000 toneladas al año de biocombustibles avanzados, que se producirán a partir de residuos y permitirán reducir 900.000 toneladas de CO2 al año. La compañía multienergética ha invertido 200 millones de euros en este proyecto de bajas emisiones a partir de residuos lipídicos, que supondrá una inversión de 200 millones de euros y la creación de unos 1.000 empleos durante su construcción y puesta en marcha. 

La apuesta por los combustibles de origen sostenible en España - teniendo en cuenta la relevancia de la aviación para el turismo y la aportación al PIB y al empleo de este sector- contribuiría al desarrollo de una nueva industria generadora de riqueza, empleo y cohesión social y territorial que, al mismo tiempo, permitiría avanzar rápidamente en la transición ecológica de la aviación y aportaría mayor seguridad energética.