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‘Speedwatching’: el consumo de contenido audiovisual a alta velocidad se abre paso

La opción de consumir contenidos audiovisuales a velocidad muy superior a la que fueron grabados cada vez es más empleada por adolescentes y jóvenes. Las ganas de no perderse nada, clave en el fenómeno.

Pedro Fernaud

Periodista

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Muchos adolescentes, jóvenes y adultos jóvenes están apostando por el speedwatching.
Muchos adolescentes, jóvenes y adultos jóvenes están apostando por el speedwatching.

La expresión "lo quiero para ayer" está cada día más en boga. Con ella manifestamos urgencia o necesidad de que algo se haga lo más rápido posible. La frase juega con la idea de que si algo se hubiera necesitado "ayer" ya debería estar listo o realizado. Es una buena piedra de toque para calibrar el tempo de la sociedad contemporánea en la que estamos inmersos, donde a menudo se valora la eficiencia, el éxito rápido y la productividad constante. Con esas coordenadas, es más fácil entender por qué crece de manera exponencial la oferta audiovisual (series, películas, podcast, conferencias y clases online) a la que tenemos acceso, de manera que hoy día las propuestas superan ampliamente la capacidad de consumo de los destinatarios y oyentes. En simultáneo, crece la ansiedad por consumir todo ese caudal de información y entretenimiento.

En este contexto, muchos adolescentes, jóvenes y adultos jóvenes están apostando por el speedwatching, la práctica de consumo audiovisual que consiste en incrementar la velocidad de reproducción de un contenido para consumirlo más rápido. En el momento actual, YouTube posibilita la visualización a 0.25x, 0.5x, 0.75x, normal, 1.25x, 1.5x, 1.75x, y 2x. Aunque esta plataforma ha sido la pionera en ofrecer esta opción, hoy en día la mayoría de plataformas de contenido audiovisual también cuentan con ella. Por ejemplo, Netflix o Amazon Prime Video ofrecen entre sus funciones la opción de incrementar la velocidad del contenido de 1x hasta 1.25x, 1.5x e incluso 2x. De hecho, esta tendencia ha afectado también a la forma en la que se escuchan los audios de WhatsApp o Telegram, que se pueden escuchar acelerados. Y esta tendencia también pisa con fuerza en el mundo de los podcasts. Según un informe de Ivoox, una de las principales plataformas de podcasting, el 3,64% de los usuarios de su plataforma acelera siempre la velocidad de reproducción de los capítulos, mientras que un 8,36% señala hacerlo de manera puntual.

En definitiva, vivimos en un tiempo marcado por la aceleración constante, impulsada en gran medida por avances tecnológicos y la instantaneidad de la información. La proliferación de dispositivos digitales y plataformas de comunicación nos ha acostumbrado a la gratificación instantánea. Resulta complicado saber exactamente hasta qué punto está extendida la práctica del speedwatching, pero constituye un recordatorio del creciente empoderamiento de los espectadores sobre lo que observan. Según una encuesta informal desarrollada en Twitter por David Chen (bloguero de SlashFilm), solo el 2% de los 1.505 encuestados admitieron acelerar la televisión. espectáculos o películas, mientras que el 79% valoró esta práctica como una abominación.

El factor FOMO: miedo a estar ausente

El caso es que esa comunidad de jóvenes impetuosos en su manera de contemplar o escuchar contenido audiovisual está haciendo esfuerzos ímprobos para consumir el contenido audiovisual que está en su constelación de intereses (como películas, series, podcasts o documentales) y necesidades (clases online, audios de amigos vía WhatsApp o mediante plataformas similares).

Si agitamos esta coctelera con un estado psicosocial que podríamos describir como miedo a estar ausente de un evento o quedar fuera de la conversación social (FOMO en inglés, miedo a perderse algo en español), tenemos el caldo de cultivo perfecto para comprender por qué una parte de la población juvenil está cada vez más ansiosa, frustrada o irritable en su enganche a la hipervelocidad audiovisual.

Qué opinan los expertos sobre el speedwatching

Una mirada bastante equilibrada al fenómeno la ofrece Sylvie Pérez, psicopedagoga y profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC): "El speedwatching es un modelo de consumo actual que ofrece varias ventajas, aunque también tiene consecuencias, más aún en las generaciones jóvenes que se encuentran en un periodo de formación y aprendizaje, así como en un proceso de madurez de capacidades como la atención, la retención, la comprensión y la memoria”. Además, esta experta advierte de las consecuencias que este fenómeno puede tener en las mentes más recientes: "Actualmente vivimos en la cultura de la prisa y el estrés, un modo de vida que puede afectar en mayor medida a los jóvenes y menores en etapas educativas. Los adultos mayores tienen el cerebro formado, pero un menor, adolescente o joven se encuentra en una fase de construcción, por lo que su cerebro es más frágil y mucho más débil", argumenta la psicopedagoga, quien detalla que, si este tipo de consumo se prolonga o se consolida como costumbre, "se necesita mucho más esfuerzo para contrarrestar el daño que esto haya podido ocasionar en capacidades como la atención, la concentración, la retención, la memoria o la crítica, así como en el desarrollo cognitivo, emocional y social".

Por su parte, Rocío Carballo, psicóloga que acompaña a decenas de pacientes de todas las generaciones en su consulta, valora así el fenómeno de la sobreabundancia audiovisual a la que viven expuestos los más jóvenes: "Los estímulos audiovisuales son súper potentes. En niños pequeños y adolescentes, crean cerebros vagos, que cada vez necesitan más estímulos. Esa saturación de estímulos, lejos de hacerlos más listos, convierte a sus cerebros en más retardados, ya que necesitan más estímulos para estar alerta. Como el cerebro de los más jóvenes está en construcción, ante estímulos bajos, como un libro, no reaccionan. Lo que se traduce en que, en la práctica, es como si no recibieran ningún estímulo. ¿Cómo combaten está sensación? Cambiado rápidamente de contenido. Cada vez más, necesitan ver los vídeos de manera cada vez más rápida”.La analogía que se me ocurre -detalla la psicóloga- es la de la persona alcohólica: como aumenta tu tolerancia a los contenidos audiovisuales, y a consumirlos de manera compulsiva, crece cada vez más tu tolerancia a esa mecánica, y ya no es suficiente con tomar ‘7 cervezas seguidas’, ya no es suficiente con 7 vídeos acelerados”.

La experta en la psique humana reconoce que en el mundo de los adultos también está operando el speedwatching por “el miedo a quedarse fuera de las capacitaciones profesionales, como sucede por ejemplo en el mundo de la publicidad y el marketing. Ya que, si no estoy al día de la última aplicación, me entra el síndrome del impostor, ya que no estoy en la onda. Como tenemos una cultura en la que prima que lo de hoy es más importante que lo de ayer y en la que no se valora la calidad de los productos en sí se incentiva una dinámica que hace que te sientas valioso si estás actualizado, ya que esto te sitúa en disposición de aportar”. Para acabar alertando que el speedwatching “nos genera un déficit de atención parecido al verdadero déficit de atención neurológico. De manera que la mente no consigue activarse si no son estímulos muy atractivos y poderosos”.

En este aspecto, un reciente trabajo de la Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) detalla que reproducir más rápido un vídeo, en este caso una conferencia, afecta a la comprensión del contenido, aunque también ofrece el beneficio de recibir una mayor cantidad de información en menos tiempo. Los especialistas de Qustodio, un software que ayuda a los padres a supervisar y gestionar la actividad en línea de sus hijos, explican que una de las causas del crecimiento de este nuevo comportamiento digital es el ya mencionado fenómeno FOMO, que ellos describen como "la preocupación por poder perderse eventos o acciones emocionantes que están haciendo otras personas, especialmente a través de las redes sociales". Además, los jóvenes aficionados al 'speed watching' no quieren "quedarse fuera de la conversación social", de manera que ponen a todo trapo “la última serie de TV, un video viral o una nueva tendencia, reproduciendo su contenido a 1,5x o 2x, lo que les permite entrar rápidamente en esas plataformas y expresar su opinión sobre el contenido más reciente".

Para seguir profundizando en las claves generacionales de este fenómeno resulta pertinente la reflexión sobre el speedwatching de Pablo F. Iglesias, consultor de presencia y reputación online. “Hoy en día, tenemos a nuestro alcance tantísimo contenido (videojuegos, cine, series, música, cadenas de televisión, Youtube, Twitch…) que consumir, que el problema no es precisamente la oferta, sino la capacidad personal para consumirlo. Es decir, el tiempo. Lo que nos lleva a hablar del speedwatching. Cada capítulo de esa serie que está ahora de moda nos va a ocupar alrededor de 45 minutos, pero, si lo pongo a 1,5x, puedo verlo en unos 30 minutos. Y teniendo en cuenta que, de media, las series tienen alrededor de 8 capítulos, estamos hablando de un ahorro de tiempo de 2 horas”. El factor ahorro de tiempo es pues estimable. También la ansiedad por no quedar en fuera del juego de interacción social. Iglesias lo explica así: “Dos días que nos «ahorramos» para poder estar en la conversación (comentar con los amigos ‘la jugada’, despotricar en Twitter…), e incluso para comenzar el siguiente contenido y no ir aumentando esa lista de pendientes. ¿Ves por dónde voy? Es puro FOMO”.

El formidable universo audiovisual que invita al speedwatching

Entre 2009 y 2016, el número de series confeccionadas por año en los Estados Unidos creció en un 174%. Otro dato dimensiona lo extraordinario de la oferta audiovisual a la que tenemos acceso. En 2016 se transmitieron 455 series dramáticas originales durante las horas cumbre de audiencia de las cadenas de televisión estadounidense, según FX Research. ¿Cuánto tiempo representa ese volumen de series? 8.760 horas en un año. Por sí solo ese dato (que ha ido a más desde entonces) explica por qué se ha vuelto imposible para cualquier ser humano ver todo disponible en la televisión. De ahí que bastantes personas, en número creciente entre los más jóvenes, se hayan abonado al gesto de acelerar las series en el tramo que les resulta más tedioso o aburrido. El objetivo fundamental de la visión con velocidad es ahorrar tiempo, como atinadamente señalan en Canada Media Fund.

Además del ahorro de tiempo, el speedwatching favorece el procesamiento rápido de información visual y auditiva, lo que incrementa la eficiencia al abordar múltiples contenidos. Además, permite la personalización del ritmo de consumo, de manera que posibilita a los espectadores ajustar la velocidad según sus preferencias individuales, adaptando la experiencia de visualización a su ritmo de procesamiento.

Entre los inconvenientes de esta ‘ingesta acelerada de contenidos audiovisuales’ está la pérdida de valor de la experiencia cinematográfica: la velocidad afecta la interpretación de tono y expresiones faciales. Por si fuera poco, esta modalidad de visión rápida puede generar fatiga visual y auditiva, ya que el cerebro trabaja a un ritmo más rápido de lo habitual; por ejemplo, las voces y los efectos son menos claros y más difíciles de entender. Thomas M Wright, actor y cineasta australiano, lo explica así: "el cine para mí es una máquina de empatía y hay algo que muere, cuanto cada más la gente lo atomiza a su libre conveniencia; es absurdo." Al tiempo que aporta perspectiva sobre la creación cinematográfica: "La elaboración de buen cine lleva años... y la idea de que eso se pisotee por conveniencia es absurda”.

¿Por qué la gente ve los contenidos audiovisuales de manera tan acelerada?

Óscar Obukhovskyy, adolescente de 16 años, reconoce que práctica el speedwatching a veces. Dicho con sus palabras: “No lo práctico demasiado porque a veces me satura que la información vaya tan rápido, pero sí es verdad que en ciertas ocasiones lo uso: sobre todo para las series. Por ejemplo, estás viendo una parte que te parece aburrida y decides acelerarla. También lo hago con audios de WhatsApp de familiares o amigos si son muy largos”. Este estudiante de Bachillerato, no obstante, explica que no emplea esta posibilidad “para vídeos más cortos de Tik Tok o YouTube, ya que no te quitan tanto tiempo”.

Según este joven, lo “que más te aporta de ver vídeos de esta manera es ahorrarte tiempo y la inmediatez, dándote un impulso para que puedas ver las cosas a la velocidad que quieras”. Respecto a los efectos nocivos de esta práctica, “la información que ves no se te queda tan marcada, se te queda de manera más superficial.”

Otro efecto negativo del speedwatching es que “estás tan acostumbrados a ver las cosas a una velocidad acelerada que cuando hay momentos más tranquilos en una película te cuesta procesarlos y te vuelves impaciente, ya que estás acostumbrado a verlo a la velocidad que te apetece en cada momento”. También reconoce que adoptar esta práctica requiere de un tiempo de adaptación. Y pone un ejemplo para entenderlo: “en mi caso, ha habido ocasiones en las que he querido ver algo en speedwatching y al principio no me he enterado de nada y conforme ha pasado un poco de tiempo empezaba a captar los conceptos y las palabras con más claridad, porque mi cerebro se iba acostumbrando”.

En este artículo de ABC News, encontramos otros testimonios muy esclarecedores para dimensionar el fenómeno del speedwatching. Por ejemplo, Seraphya, estudiante de bioinformática en Melbourne, reconoce que adopta esta práctica porque "si miras más rápido, puedes ver más programas." Hasta el punto de que reconoce que escucha los audios que recibe “a triple velocidad." Por su parte, Emma, estudiante de magisterio en Adelaida, explica por qué apuesta por el speedwatching: “siento que hay mucho por ver y no hay suficiente tiempo para verlo, así que cuando tengo la oportunidad tiendo a aumentar la velocidad." Y pone un par de botones de muestra: "Vi 'Hotel Mumbai' y 'Border' entre 1.4 y 1.6 veces más rápido de la velocidad a la que fueron grabadas.", Mientras que Ian, funcionario público en Queensland, admite que "escucho la mayoría de los podcasts a doble velocidad y a veces veo videos de YouTube acelerados”. Aunque reconoce que “no creo que lo haga para programas de televisión, creo que suelen tener valores de producción a los que nos les favorece una velocidad más rápida."

Frente a la sociedad de la urgencia y la impaciencia en la que ha germinado el speedwatching, emerge con fuerza en los últimos tiempos el modelo slow life (un estilo de vida despacioso) que promueve vivir con más calma para poder disfrutar de todo lo que uno hace en su día a día: las relaciones, la alimentación, los momentos de ocio, los hábitos de consumo. Hablamos de un enfoque de vida que abraza la tranquilidad y la conciencia en cada momento. Se caracteriza por desacelerar el ritmo, apreciar la simplicidad y valorar las conexiones humanas. Este estilo de vida busca equilibrar el bienestar personal con la armonía con la naturaleza, fomentando una existencia con mayor sentido.

El caso es que los adolescentes a menudo enfrentan altos niveles de estrés debido a las demandas académicas, sociales y familiares. Adoptar un enfoque más pausado puede ayudarles a gestionar el estrés de manera más efectiva, promoviendo la salud mental, ayudándoles a explorar sus propias necesidades, valores y objetivos, facilitando un desarrollo personal más consistente.

Cambio de paradigma: de atracones de series a series vistas a la velocidad del rayo

Este artículo del periódico Philadelphia News, que podríamos traducir como “Darse atracones de capítulos de una serie se ha terminado. Preparémonos para la visión acelerada de contenidos”, la autora reflexiona sobre su intento por adoptar el speedwatching como una solución para ajustar su horario diario en el ámbito personal y profesional.

Se aborda, así mismo, la historia del speedwatching, atribuyéndolo a un estudiante de derecho llamado Alexander Theoharis en 2009, y se señala que esta práctica es una evolución natural del binge watching (la tendencia a ver seguidos numerosos episodios de una serie). Se pone en valor el speedwatching por la eficiencia y la liberación del control de la compañía mediática sobre la duración de un programa. El artículo presenta así mismo opiniones críticas sobre esta tendencia. Por ejemplo, hay quienes argumentan que "devalúa tu entretenimiento” y que no estás realmente viendo la serie, sino simplemente consumiéndola.

En resumen, en un mundo obsesionado por la urgencia y la sobreabundancia de contenidos, el "speedwatching" emerge como un síntoma de nuestra sociedad acelerada. Adolescentes y jóvenes, ansiosos por no perderse nada, optan por consumir contenido audiovisual a velocidades vertiginosas. La mayoría de las plataformas televisivas de pago ofrecen opciones de reproducción acelerada, alimentando esta práctica. Sin embargo, este fenómeno no está exento de consecuencias: varios expertos advierten sobre el impacto en el desarrollo cognitivo de los jóvenes y la pérdida de la experiencia cinematográfica. El miedo a estar ausente (FOMO) y la presión por seguir el ritmo de las redes sociales son impulsos detrás de esta tendencia que sigue abriéndose camino.