En un contexto geopolítico cada vez más inestable, los países nórdicos y Estonia están tomando medidas decisivas para proteger uno de los pilares más sensibles de sus economías: el sistema de pagos.
Finlandia, Suecia, Noruega, Dinamarca y Estonia han anunciado la implementación progresiva de sistemas de respaldo para pagos con tarjeta fuera de línea, con el objetivo de asegurar la continuidad del comercio incluso ante graves fallos en la conectividad.
La decisión se enmarca en un clima de creciente preocupación por posibles actos de sabotaje a infraestructuras críticas, como los cables submarinos del Mar Báltico, que han sido blanco de incidentes no esclarecidos.
A la luz de estas amenazas, los gobiernos y bancos centrales de la región están reforzando su preparación ante interrupciones tecnológicas prolongadas, conscientes de la gran dependencia de sus sociedades de los pagos digitales.
Riesgos crecientes en un entorno geopolítico volátil
Los recientes daños a infraestructuras submarinas en el Mar Báltico han puesto en alerta a los países del norte de Europa. Aunque no se han confirmado responsables, los servicios de inteligencia occidentales han apuntado a posibles actos de sabotaje atribuidos a Rusia, en un contexto marcado por la guerra en Ucrania y un aumento de las tensiones en la región.
Tuomas Valimaki, miembro de la junta directiva del Banco de Finlandia, ha señalado para Reuters que la probabilidad de interrupciones graves ha crecido significativamente debido al conflicto europeo y a las estrategias de guerra híbrida. Dentro de estas estrategias, dijo, los sistemas de pago representan un objetivo potencial debido a su importancia vital para el funcionamiento diario de la economía.
Bajo uso del efectivo, alta vulnerabilidad
La transición digital ha sido especialmente rápida en los países nórdicos. En Finlandia, por ejemplo, solo el 10% de la población utiliza efectivo como su forma principal de pago. Esta realidad convierte a las tarjetas y a los servicios de pago digital en componentes esenciales del día a día. Pero también implica una vulnerabilidad significativa ante posibles cortes de conexión a internet, ya sean accidentales o intencionados.
Valimaki advirtió que, dado que los pagos con tarjeta dependen de enlaces de datos internacionales, los países deben estar preparados para la posibilidad de que estas conexiones se vean interrumpidas. El objetivo es garantizar que las personas puedan seguir adquiriendo bienes esenciales incluso en escenarios extremos.
Almacenamiento y cifrado de transacciones
Los sistemas de respaldo que están siendo diseñados permitirán a los terminales de pago funcionar sin conexión durante periodos limitados. Estos terminales serán capaces de almacenar transacciones cifradas, que luego podrán procesarse una vez se restablezca la conectividad. El modelo no solo mantiene operativo el comercio minorista básico, sino que también ofrece tranquilidad a los ciudadanos en tiempos de crisis.
Suecia, por ejemplo, planea tener listo un sistema nacional para el 1 de julio de 2026, que permitirá realizar pagos con tarjeta fuera de línea durante interrupciones de hasta siete días. Noruega y Dinamarca han indicado que ya han comenzado a desplegar soluciones de pagos electrónicos fuera de línea, mientras que Estonia avanza en la misma dirección.
La ciberseguridad como prioridad financiera
El año pasado, el mayor banco de la región, Nordea, fue blanco de una campaña de denegación de servicio sin precedentes que se extendió durante semanas. En algunos momentos, los clientes no podían acceder a sus cuentas en línea, lo que generó inquietud sobre la fiabilidad del sistema financiero digital.
En respuesta, los bancos centrales han adoptado una visión más amplia de la seguridad económica, integrando aspectos de defensa nacional y ciberseguridad en su planificación.
Desde la OTAN, también se ha instado a los ministros de finanzas a participar activamente en las discusiones estratégicas sobre amenazas a los servicios financieros.
Diversificación frente a la concentración tecnológica
Uno de los problemas más señalados por las autoridades nórdicas es la excesiva dependencia de sistemas de pago controlados por empresas estadounidenses, como Visa y Mastercard.
Aunque los consumidores tienen múltiples opciones —tarjetas, Apple Pay o pagos móviles— todas estas soluciones funcionan sobre las mismas infraestructuras tecnológicas.
Esta concentración supone un riesgo, especialmente si en un escenario geopolítico complicado se emplearan los pagos como herramienta de presión. En este sentido, Finlandia prevé implementar un sistema nacional de pagos instantáneos en los próximos años, complementado por el soporte de pagos fuera de línea para consumidores ya en el próximo año.
Hacia una mayor autonomía financiera digital
La adopción de estos sistemas por parte de los países nórdicos y Estonia no solo responde a riesgos actuales, sino que sienta las bases para una autonomía tecnológica más robusta en el futuro.
La digitalización ha traído incontables ventajas, pero también ha revelado una dependencia estructural que puede volverse crítica en situaciones de crisis como la vivida en España el pasado 28 de abril con un gran apagón que, aún a día de hoy, el Gobierno se esmera en esquivar a la hora de dar explicaciones.