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Soplo de aire fresco para el "humo" vertido sobre Navantia y Arabia Saudí

Con la posible entrada de STC Group en Telefónica se ha puesto en duda la colaboración de la naviera española con el reino, pero no es más que "humo"…

Silvia

Redactora especializada en Seguridad y Tecnología.

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La ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, en la ceremonia de entrega  de la tercera de las cinco corbetas construidas por Navantia para Arabia Saudí (Foto: Servimedia)
La ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, en la ceremonia de entrega de la tercera de las cinco corbetas construidas por Navantia para Arabia Saudí (Foto: Servimedia)

La posible irrupción de Saudi Telecom Company, conocida como STC Group y controlada en un 64% por el Estado saudí, en Telefónica no deja de acaparar titulares que también han levantado especulaciones que salpican directamente a Navantia.

La operación implica que STC Group se convertiría en el primer accionista de Telefónica, adquiriendo una participación del 9,9%, mediante la compra de acciones por un 4,9% del capital y la de instrumentos financieros por el 5% restante, si bien la empresa ha precisado que no tiene "intención de adquirir el control o una participación mayoritaria" en la firma española.

La inversión ronda los 2.100 millones de euros y está supeditada a la aprobación del gobierno de España. Concretamente, requiere el visto bueno del Ministerio de Defensa, ya que Telefónica es considerada una "empresa estratégica" para el país y, según el Real Decreto 571/2023 sobre inversiones extranjeras, aprobado el 4 de julio y que entró en vigor el pasado 1 de septiembre, cualquier inversor foráneo que adquiera más del 5% de compañías vinculadas a las Fuerzas Armadas españolas y que no renuncie a su derecho de voto, debe solicitar la autorización del ministerio.

La ministra de Defensa en funciones, Margarita Robles, ha asegurado que su cartera "estudiará con todo rigor" y "seriedad" el desembarco de STC Group en la operadora española, aunque lo último que ha comentado al respecto, en una rueda de prensa celebrada este pasado lunes, es que su ministerio todavía no ha recibido la petición formal por parte de la compañía árabe para formalizar la operación, por lo que desconocen sus términos y condiciones. "Lo que sí que queda muy claro es que la voluntad es estudiarla, siempre con una prioridad, que es la que nos importa a todos, la seguridad y la defensa nacional", incidió Robles.

Una vez que STC Group formalice su solicitud, el Ministerio de Defensa tendrá un plazo máximo de tres meses para resolver el requerimiento y notificar la resolución al interesado. Y, en medio de la incertidumbre que genera esta situación, han salido informaciones que han sembrado dudas sobre la colaboración que mantiene Navantia con Arabia Saudí, pero, como vamos a ir viendo, no parecen ser más que "humo".

La relación de Navantia, SAMI y Arabia Saudí desde sus inicios

Antes de seguir hablando de la actualidad, conviene sentar varios precedentes. El primero es que Navantia lleva cinco años siendo socio de la industria naval de Arabia Saudí.

Su relación comenzó en abril de 2018, época en la que entabló los primeros lazos con Saudi Arabian Military Industries (SAMI), empresa de Defensa estatal fundada solo once meses antes por el Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudí (PIF, por sus siglas en inglés). Al igual que SAMI, PIF es de propiedad estatal y está presidida por el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, quien también es el gobernador de facto del país, debido a la enfermedad que padece su padre, y el ministro de Defensa.

SAMI se creó, según indicó PIF cuando anunció su lanzamiento, como parte de la Visión 2030 del reino, un plan para reducir la dependencia saudí del petróleo y diversificar los ingresos del reino. Entonces, Mohammed bin Salman explicó que Arabia Saudí era "uno de los cinco que más gastan en seguridad y defensa en general, solo alrededor del 2% de nuestras adquisiciones militares son nacionales" y presentó a SAMI como un revulsivo, que además tenía la capacidad de generar más de 40.000 empleos y crear cientos de pequeñas y medianas empresas. "Será un importante contribuyente en el logro de los objetivos establecidos en Visión 2030, que establece localizar el 50% del gasto en adquisiciones militares de Arabia Saudí" para el año 2030.

La hoja de ruta de SAMI, tal y como señaló PIF, era instaurar "empresas conjuntas con fabricantes globales de equipos originales (OEM)" y cooperar con compañías militares locales, teniendo igualmente en consideración "la creación de nuevas unidades de negocio". "SAMI, propiedad totalmente del gobierno, apunta a convertirse en una de las 25 principales compañías de defensa del mundo para 2030", dijo el fondo soberano saudí, el cual también es el accionista mayoritario de STC Group.

Nada más comenzar su andadura, mayo de 2017, SAMI firmó memorandos de entendimiento (MoU) con los contratistas de defensa Boeing, Lockheed Martin, Raytheon y General Dynamics, las tres estadounidenses y que figuraban entre los principales proveedores de las Fuerzas Armadas saudíes. Cinco meses más tarde, SAMI firmó otro MoU con la rusa Rosoboronexport para fabricar equipo militar en Arabia Saudita, en un acuerdo que prevé a transferencia de tecnología para la producción local el Kalashnikov AK-103, el S-400, el sistema Kornet-EM, el TOS-1ª y el AGS-30. Y a estos MoUs les siguió el que selló con Navantia en abril de 2018 para constituir una empresa conjunta que gestionara y localizara la industria naval.

Además, este MoU formaba parte de una serie de pactos entre Arabia Saudí y España que fueron suscritos por Mohamed Bin Salman y por la entonces ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, y que incluían un acuerdo de intenciones (LOI) para suministrar a las Fuerzas Navales Reales de Arabia Saudí (RSNF) de cinco corbetas construidas en los astilleros de Navantia, algo que se venía negociando desde 2015.

Solo tres meses después, en julio de 2018, Navantia y el gobierno de Arabia Saudí formalizaron este acuerdo de intenciones firmando un contrato por el que la compañía se comprometía a fabricar las cinco corbetas, basadas en el modelo Avante 2200, por un importe de 1.800 millones de euros. La operación se convirtió en la mayor de la historia de la naviera pública española con un cliente extranjero y asentó los cimientos de la joint-venture formada por SAMI y Navantia.

SAMI Navantia Naval Industries (SANNI), participada al 51% por SAMI y al 49% por Navantia, vio la luz en febrero de 2019. Fue presentada durante la feria de defensa IDEX, celebrada en Abu Dabi, y su primer objetivo era el de integrar los sistemas de gestión de combate de Navantia en las cinco corbetas Avante 2200, aunque con vistas de expandirse tanto en el mercado de Arabia Saudí como en Oriente Medio y otros países aliados.

Además, el lanzamiento de SANNI vino acompañado del anuncio de un nuevo MoU por parte de SAMI, esta vez con la constructora naval semipública francesa Naval Group para establecer otra empresa conjunta en el ámbito de la defensa naval de Arabia Saudí que, a día de hoy, aún no se ha constituido. En cambio, las relaciones de Navantia tanto con SAMI como con el gobierno de Arabia Saudí se han ido fortaleciendo desde entonces.

Navantia gana terreno en Arabia Saudí, pero se ve envuelta en dudas

Siguiendo la cronología de los acontecimientos, hay que recordar que a principios de agosto de 2019 SAMI incorporó como director de su división naval a Esteban García Vilasánchez, quien había sido presidente de Navantia entre abril de 2017 y julio de 2018, una etapa de apenas quince meses en las que, después de tres años de intensas negociaciones, firmó el MoU que dio pie a que posteriormente se firmara el contrato de las cinco corbetas y se fundara SAMI Navantia Naval Industries. García Vilasánchez está considerado como el primer presidente "no político de Navantia", "un hombre que ha tocado chapa", como le definieron los sindicatos, y actualmente continúa al frente de SAMI naval.

Retrocediendo otra vez en el tiempo, en septiembre de 2019 Navantia selló un nuevo contrato de 900 millones de euros con SAMI Navantia Naval Industries para colaborar en la integración de sistemas de combate (Combat System Integration-CSI) en las corbetas de la Marina Real Saudí.

Actualmente, de estas cinco corbetas, tres ya están servicio, habiendo sido construidas al 100% por Navantia en sus astilleros de la Bahía de Cádiz, la cuarta está en Arabia Saudí desde el pasado mes de mayo para que SANNI termine su puesta a punto integrando los sistemas de combate, y la última se encuentra en el astillero de San Fernando realizando las pertinentes pruebas de mar. Así, la previsión es que se cumpla el plazo establecido en el programa, con la entrega del último buque de Navantia fijada para 2024 y las posteriores labores de SANNI para completarlo.

Entretanto, Navantia ha seguido reforzando su posición como socio de la industria naval saudí. En marzo de 2022 se asoció con Advanced Electronics Company (AEC), una empresa de SAMI, para impulsar el desarrollo tecnológico en Arabia Saudita. Y, más importante, a finales de noviembre del año pasado llegó a un acuerdo con el gobierno de Arabia Saudí para la construcción de otros cinco buques para su Armada. Este acuerdo, cuyo importe podría rondar los 2.000 millones de euros, es precisamente el que últimamente ha dado lugar a especulaciones, ya que en la última semana ha sido considerado como un elemento de presión que estaría usando Arabia Saudí para que Moncloa autorice la incorporación de STC Group Telefónica.

Así lo han indicado diversos medios, incluido El Mundo, que el pasado viernes publicó un artículo en el que afirmaba que Arabia Saudí había retenido este último encargo a Navantia.

¿Por qué no es más que "humo"?

Para empezar, lo primero que hay que aclarar es que este acuerdo entre Navantia y el gobierno de Arabia Saudí es un memorándum de entendimiento, por lo que no es extraño que todavía no se haya formalizado.

El viernes, el mismo día que el diario El Mundo publicó su artículo, desde Navantia desmintieron estas informaciones a EFE negando que Arabia Saudí haya paralizado el proyecto y asegurando que continúa negociando con su gobierno, con ambas partes prosiguiendo "las conversaciones técnicas bajo el memorando de entendimiento firmado" en noviembre de 2022, que se traducirá en un contrato con aspiraciones de sellarse durante este 2023.

Fuentes no oficiales de SAMI Navantia Naval Industries nos han confirmado estas declaraciones queriendo puntualizar a los medios que han difundido las especulaciones, "porque parece que no se han enterado bien", que el contrato para las cinco corbetas Avante 2200 no se ha paralizado y está completamente al margen de lo que Navantia y el gobierno saudí tienen ahora entre manos: un memorándum de entendimiento que falta por definir.

En principio, según nos han señalado, Arabia Saudí va a encargar a Navantia una corbeta, que sería la sexta, y cuatro buques multimisión, aunque las partes están analizando las "especificaciones técnicas" y están pendientes de las Fuerzas Navales Reales de Arabia Saudí, que deben confirmar cuáles son sus requerimientos para que se concreten todos los detalles del contrato, el cual tienen plena confianza en que se va a sellar.

¿De dónde han provenido los rumores?

Nuestras fuentes también se han atrevido a apuntar de dónde pueden proceder las informaciones que han hecho que se ponga en duda el porvenir del último MoU, que no acuerdo, entre Navantia y el gobierno de Arabia Saudí. Tienen un par de teorías.

La primera es que podría provenir del entorno del príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, en lo que habría sido una manera de tratar de que se reconozca su mérito en la firma del primer MoU entre Navantia y la Saudi Arabian Military Industries, de la que recordamos es presidente.

Y la segunda teoría señala a la francesa Naval Group, que ha visto como su MoU con SAMI de febrero de 2019 se ha quedado en una mera muestra de entendimiento mientras Navantia le ha ido ganando terreno en Arabia Saudí. Así lo ejemplifica la noticia que publicó el medio galo La Tribune para informar del último MoU de Navantia con el gobierno saudita, que tildó como un "nuevo éxito" de la naviera española en el reino y como "un enorme bofetón a Francia y al Grupo Naval".

"En cuatro años, Navantia borrará 40 años de presencia francesa en la marina saudí", afirmaba el citado medio. Por tanto, el objetivo de Naval Group al desatar los rumores habría sido tensar el ambiente entre Navantia y Arabia Saudí para intentar recuperar su protagonismo y adjudicarse el encargo de la Marina saudita.

La apreciación del Gobierno

Finalmente, cabe destacar que la ministra de Defensa en funciones también se ha pronunciado sobre las citadas especulaciones. Lo hizo el pasado viernes, el mismo día que las fuentes de Navantia, durante un acto en el que aseguró que no tenía constancia de que Arabia Saudí hubiera retenido el encargo a Navantia.

"No me consta ni creo que tenga absolutamente nada que ver con eso (la posible irrupción de STC Group en Telefónica)", aseveró Robles, según recoge EFE. En cualquier caso, quiso dejar claro que "el Gobierno español nunca aceptaría ningún tipo de intercambio en ese sentido"