Las redes sociales hace ya tiempo que se han convertido en herramientas básicas en nuestras vidas. Su rápida implantación en la sociedad ha hecho que se conviertan en el mejor medio para propagar todo tipo de contenidos, lícitos o ilícitos, verdaderos o falsos, mostrando sus autores y también de forma anónima.
Es por ello que, dejando a un lado la indudable parte positiva que han supuesto, también el odio y la desinformación han encontrado el canal perfecto para propagarse por estas redes de forma alarmante. Por eso es importante que entendamos cómo factores técnicos, de intereses de los usuarios y de negocio confluyen en potenciar el desarrollo de este tipo de contenidos y estemos alertas para protegernos de ellos, tal y como nos explica Raúl Beamud en este video tutorial.
Y es que detrás de las interacciones aparentemente inocentes hay un complejo entramado de algoritmos y estrategias de inteligencia artificial que fomentan la viralidad de ciertos contenidos sin tener en cuenta su veracidad o impacto negativo.
Estos algoritmos están diseñados para maximizar el tiempo de permanencia y el compromiso de los usuarios en la red social, lo que se traduce en más anuncios y, en última instancia, en más ingresos para anunciantes y las empresas que están detrás de dichas redes sociales. Esto crea un ambiente propicio para la difusión de contenido polarizante y sensacionalista, que a menudo se basa en emociones como el odio, el miedo o la ira. Si a todo esto sumamos las técnicas de microsegmentación y publicidad dirigida que permiten las redes sociales, tenemos que los mensajes se muestran únicamente a los usuarios que tienen más probabilidades de responder emocionalmente a esos anuncios.
¿Eso qué significa? Que las redes sociales crean una burbuja de información en el que las personas solo refuerzan sus propias creencias, creando una polarización cada vez mayor en la sociedad.
Como usuarios de redes sociales debemos ser críticos con la información que recibimos, con la que compartimos, debemos verificar la veracidad de las fuentes y buscar una diversidad en las perspectivas de la información que recibimos. También las redes sociales deberían asumir su responsabilidad y trabajar en la implementación de medidas para paliar cualquier propagación de odio, desinformación y fake news.