Ramón C. Riva.

Opinión

La industria de defensa europea examina a la española

Ex militar y experto en Seguridad.

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Simulador Navantis de Navantia.
Simulador Navantis de Navantia.

En la Feria de Defensa FEINDEF 2023 una de las delegaciones más proactivas y comunicativas fue la de la DGA francesa (Delegado General adjunto de Armamento) encabezada por Emmanuel Chiva, aunque también hubo delegaciones como la marroquí, peruana, la de Reino Unido Defence & Security Exports (UKDSE), los argentinos o los miembros de DASA USA, que se lo tomaron muy en serio y visitaron numerosos stands.

Aparte de la mayor o menor calidad e I+D de los productos y soluciones expuestas, o de las posibilidades de futuras cooperaciones, comentaron mucho el runrún de fondo sobre el excesivo intervencionismo del Gobierno en la posible reestructuración y agrupamiento de la Industria de Defensa.

Es lógico que en un mercado donde el Estado es el mayor y único cliente (interiormente) este tenga una enorme influencia, pero la principal queja –supongo en las empresas agraviadas o menos favorecidas- era la de la preconfiguración del mercado a instancias de decisiones políticas o ‘vete a saber qué’ y no en función de la calidad y tecnología de productos y decisiones, con joint ventures y empresas que nacen de la unión de otras para fabricar soluciones en muchos casos preconcedidas.

Estas sospechas por parte de nuestros socios OTAN no acabaron con la Feria y están empezando a pesar en las decisiones sobre posibles colaboraciones y alianzas que se están formando en la Industria de Defensa europea.

Con Francia como seguna potencia exportadora de armas del mundo, y donde su principal Agente de Ventas es el gobierno francés encabezado por el presidente Macrón, y Estados Unidos como mayor proveedor de armas a la OTAN -el 55% de las importaciones con destino Europa han provenido de Estados Unidos, lo que ha implicado una ampliación sustancial frente al 35% en 2014-18– podemos observar que el binomio de éxito para cualquier política industrial de Defensa que necesite exportar son dos cualidades básicas:

Primero, la disposición de productos / sistemas frente a sus adversarios. Por ejemplo, tras el enorme éxito de ventas del avión F35 / Lockheed Martin que ha llevado hasta dejar de hacer (2025) el F18 de Boeing, el Dassault Rafale se ha convertido en la opción favorita de los países no obligados a comprar a Estados Unidos o Rusia, teniendo que incrementar su producción de 25 aparatos al año a 40.

Segundo, que se trate de un país y un gobierno fiable como aliado y proveedor. En este aspecto no es que los diferentes gobiernos españoles hayan ayudado mucho a la Industria de defensa española. En su momento las Fragatas F100 (Navantia España) con sistema AEGIS (Lockheed Martin USA) eran un sistema naval muy apetecido por distintos países, y que España no pudo exportar por los altibajos del gobierno de Zapatero con Washington.

Partiendo de la doble premisa, soluciones diferenciales más proveedores fiables, ese empeño del gobierno español de concentrar toda la industria de Defensa en 3 o 4 grandes actores para ganar tamaño puede tener su lógica, pero es una derivada, no la razón principal.

Si lo analizamos por su cuota producción y exportación, vemos que hay una primera división de empresas de Industria de Defensa formada por Estados Unidos (42%) Francia y Rusia (11%), que producen casi todas las respuestas en necesidad de sus fuerzas armadas. Luego hay un segundo grupo con China, Alemania, Reino Unido e Italia (entre 6 y 4%) al que España se iba acercando en función de las cooperaciones (Airbus por ejemplo), pero del que ahora nos vamos alejando porque, entre otros, Macrón no oculta su desconfianza de Pedro Sánchez. Y el nuevo eje europeo de Defensa es Paris-Berlín más Italia o incluso Polonia, según sea el caso (Francia y Alemania acaban de alcanzar un acuerdo "histórico" para producir un carro de combate conjunto que sustituirá al alemán Leopard 2 y al francés Leclerc hacia 2040).

Las principales dudas que analistas y miembros de la industria defensa europea manifiestan respecto a España son, principalmente, el cumplimiento del compromiso del 2% del PIB (obviamente dan por descontado que Sánchez no estará en 2023, pero la debilidad del PSOE frente a sus aliados, todos anti-OTAN, no nos convierte además en un aliado muy fiable respecto a ese compromiso).

Otra de las dudas es que, en caso de cumplirse, sea un cumplimiento efectivo. En el caso español, y con sus pobres presupuestos defensa frente al PIB (tercero por la cola en la OTAN) los cálculos de esta organización es que de cumplirse el 2%, España podría dedicar a armarse no el 25% (referencia) del presupuesto sino casi el 40%, lo que implica una capacidad real de compras de cerca de 12.000 millones de euros al año. Más que nuestro presupuesto total actual.

La asignación de recursos políticos y no en función necesidades defensa es otra de las cuestiones que hacen que los analistas nos observen con recelo. Por ejemplo, en los dos últimos años se observa en Europa una demanda mucho mayor de sistemas de defensa antiaérea provocada por la campaña rusa de misiles contra Ucrania. En el caso español, nuestra defensa antiaérea se basa en tres baterías Patriot (Raytheon-Lockheed) más cuatro baterías Patriot que acabamos de encargar por 2.660 millones de euros. El lote incluye, entre otros, 51 misiles Patriot mejorados (MSE) y 24 estaciones de lanzamiento.

La solución lógica sería intentar participar en su ensamblaje o transferencia tecnológica; querer –por favorecer a nuestra propia industria- desarrollos netamente nacionales nos costaría años y saldrían mucho más caros.

Y, por último, el actual y creciente clima de confrontación política tampoco ayuda. En el caso de la ‘supuesta reestructuración política del sector’, el PP aún no se ha manifestado. Pero VOX no se oculta en declarar qué empresas son para ellos los buenos y cuáles los malos según su cercanía o influencia a un partido u otro. Y esto no ayuda mucho a establecer colaboraciones transnacionales cuando piensas que tu socio puede ser una nada buena opción en 3 o 4 años. Sin obviar que tampoco ayuda los cada vez más denunciados en prensa, y por los socios del gobierno, posibles casos de puertas giratorias de mandos del ejercito relacionados con encargos directos a las empresas en que luego finalizan sus vidas laborales.

Toda Europa, sobre todo la más cercana y fronteriza está en estado de alerta con la amenaza de Putin. Las diferentes sociedades vamos a hacer un esfuerzo económico y de alerta para favorecer nuestra autodefensa, y en función de esta iniciativa hay una enorme presión social para que la autodefensa de Europa no dependa del power point político de turno o que haya agentes que ‘se lo lleven crudo’.

Desde esta tribuna de Escudo Digital, en colaboración con similares medios europeos, vamos a estar muy atentos a ello.