felicisimo valbuena

Opinión

El papel de las cabinas telefónicas en la lucha contra el terrorismo

Catedrático de Filosofía de Instituto; Catedrático de Periodismo (Ciencias de la Información)

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Imagen de una cabina telefónica
Imagen de una cabina telefónica

Por estas vueltas que da la vida, han coincidido tres noticias en un corto espacio de tiempo: a) La compañía Telefónica va a retirar en 2022 las 14.824 cabinas que quedan en España, y b) uno de los terroristas más sanguinarios de ETA, Antonio López Ruíz, “Kubati”, vuelve a aparecer en los Informes de la Guardia Civil. ¿Motivo? Supuestamente, es el responsable máximo de la organización de los homenajes a los etarras que salen de la cárcel. Mencionaré la coincidencia c) al final de este artículo.

He leído una larga serie de noticias sobre lo que han significado las cabinas en España. Pero no he leído que los periodistas se hayan acordado del papel tan fundamental que las cabinas telefónicas jugaron en la captura del terrorista “Kubati” en noviembre de 1987.

Entonces, ¿qué voy a hacer? Cubrir el terreno que los periodistas no han vuelto a pisar. Eso es todo. Me he basado en el libro “Mi vida contra ETA”, que el General de la Guardia Civil, Enrique Rodríguez Galindo, escribió junto con el periodista Jesús María Zuloaga y que publicó Editorial Planeta en 2006.

Mi vida contra ETA.
Mi vida contra ETA

Todo comenzó con una grabación telefónica

En aquellos tiempos, hace 35 años, la Guardia Civil tenía intervenidos una serie de teléfonos de sospechosos. Grabaron una llamada de un hombre muy asustado, que llamaba desde un domicilio particular. Pensaba que le iban a detener de un momento a otro. Su interlocutor, al que él llamó varias veces “Joseba”, no consiguió calmarle y lo único que le prometió fue que, exactamente una semana después, un miércoles, a la una de la tarde, volvería a llamarle.

El responsable de la escucha de esa llamada llevó la grabación a Enrique Rodríguez Galindo, Jefe del Servicio de Información de la Guardia Civil y que dirigía el Cuartel de Intxaurrondo, en San Sebastián.

Después de escuchar la conversación, Rodríguez Galindo (desde ahora, RG) acotó el campo: 1) “Joseba” va a llamar dentro de una semana a una hora determinada; y 2) ¿Quién es “Joseba”?

Cuando sus colaboradores empiezan a hacer pesquisas, le llevan la información que necesita: Joseba es “Kubati”, el mayor experto en explosivos de eta y que ha organizado atentados muy importantes, con víctimas. También se ha dedicado a ejecutar él, personalmente, a personas. Entre ellas, a la célebre Yoyes, delante de su niña. Quería abandonar la organización terrorista.

La unidad de información es el ”bit”, que reduce la incertidumbre en, al menos, el 50% de la que alguien tiene. En este caso, sus colaboradores reducen la incertidumbre de RG en un 100%. Y a partir de ahí, puede motivar a todos los guardias civiles para que se concentren en la operación que lleve a la cárcel al terrorista.

La siguiente información que RG busca es desde dónde es más probable que el terrorista vaya a llamar: ¿Desde un teléfono particular, desde un bar o desde una cabina?

“Y, se­gundo, y para mí lo más importante, en un elevadísimo por­centaje de posibilidades, cuando Kubati llamase por teléfono lo haría desde una cabina pública. Descartaban completa­mente que lo hiciera desde un teléfono particular. Nunca. Por convicción, por principios, por experiencias de la banda. Nunca. Y desde un bar era posible, pero con grandes reser­vas, salvo que lo hiciese desde una herriko taberna, a la que no se le ocurriría entrar -prácticamente prohibidas para cualquier miembro liberado-, por el riesgo de que la misma estuviese vigilada por la policía y su teléfono intervenido.

“En los demás bares corría el riesgo de que alguien oyera algo. O se fijaran en él o... mil circunstancias que de seguro evitaría. Además, en un bar normal, o cafetería, mientras lla­maba por teléfono, tendría muy disminuida su capacidad de defensa y de respuesta o reacción ante la amenaza que podría suponer la entrada de algún cliente que le conociese, de al­gún policia que le sonase su cara... Completamente descartado. Ésta era la opinión, el análisis de media docena de fuen­tes que a uno y otro lado de la muga fueron consultadas”.

“Tanto en Francia como en España, la cabina era la utili­zada prácticamente en el ciento por ciento de los casos” (Págs. 307-308).

Él y sus colaboradores concluyen que va a llamar desde una cabina. Por tanto, disminuyen su incertidumbre y la palabra fundamental, a partir de ahora, es “cabinas”. Va a ser el gran atractor de todas las energías de los guardias civiles.

Acompañado por el entonces Gobernador Civil de San Sebastián, José Ramón Goñi Tirapu, visitan al Delegado de la Telefónica. Eta ya había asesinado a dos Delegados, porque cumplían con las órdenes judiciales que autorizaban las escuchas telefónicas.

RG quiere conocer con exactitud el número de cabinas que hay en Guipúzcoa. El Delegado se lo dice: 984.  Un paso más: “¿Cuántas hay que no funcionan?”. El Delegado le informa horas después: 300. Es decir, mediante preguntas cerradas, RG se hace con una cifra exacta de cabinas. Él no revela información alguna antes de tiempo. Si él quiere saber las cabinas averiadas es porque éstas van a evitarle pedir aquello en lo que más necesitado se encuentra: guardias civiles para vigilar las cabinas. Cualquier filtración de ese punto débil desmoralizaría a quienes están implicados en la operación. Y no digamos si los terroristas llegasen a enterarse de la falta de recursos humanos de las fuerzas del orden.

Más adelante, RG introduce dos criterios más: 1) ¿Cuáles son las cabinas desde las que el terrorista, más probablemente. hará la llamada? y 2) ¿Cuáles son las cabinas más peligrosas, es decir, aquellas cuya ubicación y ambiente sean más favorables para el terrorista?

Él emplea términos de información, no de emociones.

“… tras desechar bares y teléfo­nos particulares, que por lo demás era una dificultad insalva­ble, la zona más probable desde la que se podía producir la llamada en cuestión era la de la comarca del Goyerri, más o menos ampliada, en la que incluía las poblaciones de An­doain, Villabona, Tolosa, Alegría, Legorreta, Itsasonso, Villa­franca y Beasain, más sus áreas de influencia, y la más peligro­sa, toda la anterior más la zona de Regil, Azpeitia y Azcoitia, y la costa desde Zarauz hasta Deba. Debían relacionar el núme­ro de cabinas del área más probable y de la más peligrosa”.

Llegaron los resultados:

  1. La denominada zona más probable consta de 180 cabinas.
  2. La más peligrosa consta de 105.

Después de hacerse con la información operativa, llegó el momento de formar una cadena de poder, sin la cual es imposible llevar a cabo una operación tan ambiciosa. Formó veinte equipos, ochenta hombres, que se repartieron las cabinas y les convenció de que aquella operación era posible.

RG quiere concretar el plan mediante dos procedimientos: los números y el reconocimiento del medio físico.

“La magia de los números fue haciendo que el problema tomara forma, se pudiera dimen­sionar y, al menos en teoría, se pudiese plantear. Y así, un problema bien planteado podía tener solución”.

En repetidas ocasiones, RG muestra que tiene una gran capacidad para localizar ambientes. ¿Cómo ha logrado esa capacidad? No lo sé. Quizá, por los años que estuvo destinado en Tráfico.

“De madrugada fueron regresando los veinte equipos con sus anotaciones. Habían hecho un buen trabajo que sería perfeccionado los días siguientes. Se había recorrido toda la geografía telefónica de la provincia. Desde Fuenterrabía e Irún hasta Éibar. Desde San Sebastián hasta Echegárate. Desde Escoriaza-Arechavaleta hasta Berastegui y Lizarza.

»Observé los croquis, repetimos cuál y cuán importante era su misión. Se solucionaron algunos pequeños problemas y se fijó la hora de salida del siguiente día para llevar a cabo una segunda inspección y un nuevo reconocimiento de cada objetivo”.

Como decimos en España, no se trata de desvestir a un santo para vestir a otro. No se pueden dejar desprotegidos unos lugares para capturar a Kubati. RGn insiste en que a los guardias civiles que están vigilando las cabinas, les van a suponer dos horas de su trabajo habitual. Después, regresarán a sus destinos.

Y llega el día y la hora de la verdad. Cada cabina está vigilada por tres guardias civiles de paisano. Llega la una de la tarde y, a la vez, varias personas comienzan a hablar dentro de cabinas situadas en distintos puntos de Guipúzcoa. Los tres vigilantes de cada cabina detienen a quienes están hablando. Entre ellos, a Kubati. En Norteamérica, cuando captural a un asesino, suelen decir que le retiran de las calles. Aquí, los asesinos van a parar a la cárcel. Tenía 34 años cuando lo capturaron. Salió cuando tenía 62.

Las claves del éxito

Ahora, quiero analizar las claves del éxito de la operación que organizó RG.

Utilizó categorías, es decir, esferas de la realidad. Hay categorías distributivas y atributivas.

Según Gustavo Bueno, las categorías distributivas agrupan sus partes (elementos o individuos) de tal manera que lo que se dice de todos se dice también de cada uno de los miembros en particular. Bueno también los denomina todos distributivos o géneros absorbentes.

En lógica clásica se conoce que un término está distribuido en cualquier proposición cuando hace referencia a todas y cada una de las clases que representa. Las relaciones de las partes son simétricas y transitivas, y por tanto, reflexivas y de equivalencia. Las partes son homogéneas y pueden caracterizarse por una serie de propiedades comunes.

Por ejemplo, «la totalidad constituida por el conjunto de monedas procedentes de un mismo cuño»; también, «todos los mamíferos son vertebrados».

«Los todos distributivos forman "colectivos" ("el ejército", "el parlamento", "la policía") lo que permite un uso colectivo de los mismos. Cuando decimos "el ejército enemigo ocupó el país", nos referimos a la totalidad de los soldados y no a cada uno en particular. Ahora bien, cuando decimos "la policía lleva pistola" significa que cada miembro individual porta uno de sus artefactos.

En este caso, las cabinas, en general, son iguales. En principio, también todos los guardias civiles. Pero RG no considera que todas las cabinas sean iguales. Tampoco, los guardias civiles.  Vamos a verlo.

Las categorías atributivas se constituyen por acumulación de partes, que guardan entre sí relaciones asimétricas. «Los todos aparecen ahora como agrupamientos y sus partes son heterogéneas. Aunque tienen propiedades comunes predominan entre ellos los aspectos diferenciales...».

G. Bueno habla de géneros heterológicos, modulantes, como cuando nos referimos al conjunto de todos los vivientes, al de los poliedros regulares, al de los continentes, al de las especies mendelianas, al de partes del cuerpo humano o al de todos los elementos de la tabla periódica. Es decir, no todas las notas genéricas parciales se combinan siempre y de la misma manera y en la misma proporción.

Es lo que hace RG con las cabinas: Unas están funcionando; otras, averiadas; unas tienen más probabilidad de que Kubati vaya a elegirlas para hablar; para los guardias civiles, unas son relativamente seguras de vigilar; en otras, los ojos siempre vigilantes de muchos proetarras pueden crear un gran riesgo.

Y los guardias civiles actúan de maneras diferentes. Unos organizan los equipos; otros vigilan las cabinas que no presentan un peligro especial. Hay otros que se hacen cargo de las cabinas más probables; otros, de las más peligrosas.

Hay que utilizar los dos tipos de categorías. Si no, el fracaso está asegurado.

Además, RG da muestras de que sabe poner en práctica el secreto del éxito: “No hay que hacerse con la mayor cantidad de información importante sino prescindir de la mayor cantidad de información no importante”, sostenía el, para mí, mejor investigador social, Russell L. Ackoff. Si abres mucho el panorama y quieres hacerte con mucha información, aunque sea importante, corres el riesgo de atontarte, de sobrecargarte con información. De nuevo, el fracaso.

¿Qué hacer con el libro de Rodríguez Galindo?

Al parecer, Editorial Planeta le propuso una campaña para que presentase la obra en el mayor número de lugares posibles. Él respondió que eso suponía un gran riesgo para él y para su gente, si le hacían de escolta. Y no llegaron a un acuerdo.

Por eso, el libro sólo tuvo una edición. He consultado Amazon y veo que su precio se ha elevado de 22 euros a 296. Y, sin embargo, es el mejor libro sobre la lucha contra el terrorismo. Puede llegar a convertirse en un gran negocio. No por sus ventas, sino porque es una base muy sólida para una serie de televisión internacional sobre el terrorismo. Eso, si consigue unos buenos guionistas. Hay una corriente de estudiosos, entre los que me cuento, para quienes el director tiene menos importancia que los guionistas. “Director de cine” es uno de los sintagmas más hinchados que existen.

Después, sería muy importante que los guionistas rompiesen con los tópicos de la mayoría de las películas sobre el terrorismo y que el gran investigador Víctor Manuel P. Velasco ha puesto de manifiesto en su libro “Eta en el cine” (Editorial Última Línea, Málaga, 2021):

Como contrapunto, la imagen de España es policial, militarizada y un tanto claustrofóbica. Cuando este film se produjo ETA acumulaba ya 837 víctimas y su director podría haber tomado en consideración este dato estremecedor. En algunos episodios no asistimos a una reconstrucción de los hechos desde la información, sino que éstos tienden a profesar un cierto culto doctrinal, pero no precisamente por los valores democráticos, sino de ideologías radicales muy concretas. También conviene remarcar en este punto el rasgo de hispanofobia, moderado, que se exhibe a propósito de ciertos tópicos hispánicos y especialmente asociados a la imagen de la policía y guardia civil, lleno de estereotipias ya muy manidas en nuestro cine, con comisarios descarados, bigotudos, horteras, chulos y torturadores, rodeados de banderas rojas y gualdas con el denostado águila de San Juan. Es un paquete doctrinal muy recurrente en nuestra cinematografía. ¿De verdad todos los comisarios de la época eran así”? (Págs. 145-146).

La operación que aquí he presentado podría ocupar el capítulo de una serie. El libro ofrece material para varias temporadas. Y sin acudir a los “magoos”. Un “magoo” es la unidad de interés que los norteamericanos atribuyen a las escenas o secuencias. Tomaron esa denominación de un personaje de dibujos animados: “Mr. Magoo”. Las películas y series norteamericanas ya no se rigen por un desarrollo racional del relato sino por las escenas de sexo y violencia que los productores obligan a incluir. Las Memorias de RG, convertidas en serie, no necesitan de “magoos”. Eso sí, teniendo buenos guionistas. La especie más buscada en el mundo audiovisual es el guionista excelente. El director es mucho menos importante.

Comencé hablando de dos coincidencias: cabinas y la reaparición de Kubati. Hay una tercera: El día 13 de este febrero se cumplió un año de la muerte del General Rodríguez Galindo por Covid-19. 

Hay quienes tienden a ver la vida como el célebre verso de Jorge Luis Borges: “El olvido que seremos”. Esto no es aplicable a Rodríguez Galindo si su libro empieza a irradiar de verdad. Si lo hace, olvidar a Galindo será tan difícil como quien pretenda mantener indefinidamente un corcho en el fondo del agua.