Francisco Perez Bes.

Opinión

¿Qué viene después de la Inteligencia Artificial?

Socio de derecho digital en Ecix Group y mentor de la National Cyberleague GC.

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IA en una oficina.
IA en una oficina.

El rápido avance de la inteligencia artificial (IA) ha revolucionado la forma en que interactuamos con la tecnología y ha planteado preguntas importantes sobre su impacto en la sociedad. Sin embargo, la IA es solo el comienzo de una serie de tecnologías emergentes que, junto con la robótica y la nanotecnología, prometen transformar aún más nuestras vidas en las próximas décadas. Aunque puedan parecer aún lejanas, conviene explorar algunas de estas tecnologías y su potencial impacto, y a reflexionar acerca de la necesidad de una agenda política y regulatoria que comience a guiar su desarrollo responsable y ético.

La impresión 4D

La impresión 4D representa un gran avance en la fabricación y diseño de objetos tridimensionales. A diferencia de la impresión 3D convencional, que se limita a objetos estáticos, la impresión 4D permite la creación de estructuras complejas que pueden adaptarse y cambiar su forma en respuesta a estímulos ambientales. Esto se logra mediante materiales inteligentes que reaccionan a factores como la temperatura, la humedad o la luz.

El potencial de la impresión 4D es muy amplio, con aplicaciones en campos como la medicina, la ingeniería y la arquitectura. Por ejemplo, en el ámbito biomédico, los implantes cardiovasculares impresos en 4D podrían adaptarse dinámicamente a las necesidades del paciente y fomentar la auto-reparación de tejidos dañados.

Sin embargo, esta tecnología también plantea importantes desafíos éticos y regulatorios en términos de intimidad y privacidad, así como de ciberseguridad, con el riesgo de posible manipulación indebida de objetos impresos en 4D con fines maliciosos.

La biogenética

La biogenética representa otra área de previsible protagonismo en el escenario de las conocidas como tecnologías disruptivas. Con el poder de manipular y alterar el ADN de los organismos vivos, la biotecnología genética ha abierto la puerta a lograr metas que antes parecían inalcanzables. En efecto, los investigadores ya están explorando la edición de genes para encontrar soluciones a enfermedades genéticas o revertir la senectud.

Entre las aplicaciones más prometedoras de la biogenética se encuentra la producción de vacunas personalizadas y específicas para combatir enfermedades. Además, la terapia génica ofrece esperanza para revertir trastornos genéticos que antes no tenían tratamiento.

Sin embargo, la manipulación genética también conlleva riesgos significativos y cuestionamientos éticos sobre la modificación hereditaria y la manipulación de la evolución natural del ser humano. O de ciberseguridad, si en lugar de una vacuna personalizada se obtiene un virus mortal personalizado que solo afecte fatalmente a un individuo concreto.

Microscopía cuántica

La microscopía cuántica combina la tecnología cuántica con los microscopios convencionales, permitiendo una visión detallada de materiales a escala atómica sin dañarlos en el proceso. Esta tecnología ofrece un potencial revolucionario para la investigación en diversas áreas, desde la nanotecnología hasta la ciencia de materiales y la medicina.

Al desentrañar los fenómenos cuánticos y medir partículas a nivel atómico, la microscopía cuántica puede proporcionar una comprensión más profunda de la materia y sus interacciones.

Sin embargo, el desarrollo de esta tecnología requiere inversiones significativas en I+D+i, así como una evaluación cuidadosa de los riesgos asociados con la manipulación de partículas cuánticas, supuesto este que todavía plantea muchas cuestiones aún desconocidas.

Los xenotrasplantes

El trasplante de tejidos, células u órganos de fuentes animales a seres humanos, representan un esperanzador avance en el campo de la medicina, pues los xenotrasplantes tienen el potencial de salvar vidas y mejorar la calidad de vida de aquellos que esperan un órgano humano compatible.

Sin embargo, el xenotrasplante plantea desafíos significativos en términos de inmunidad, rechazo y la posibilidad de transmitir enfermedades entre especies, lo que exigirá establecer rigurosos protocolos de seguridad y evaluaciones éticas antes de que esta tecnología pueda implementarse a gran escala.

Interfaz Cerebro-Computadora

El proyecto Neuralink, liderado por Elon Musk, ha capturado la atención del mundo al proponer una ambiciosa visión de cómo la inteligencia artificial y el cerebro humano pueden conectarse directamente. El objetivo de Neuralink es desarrollar una interfaz cerebro-computadora (BCI) de alta tecnología que permita una comunicación bidireccional entre el cerebro humano y dispositivos externos, como computadoras o prótesis.

La BCI también puede enviar información desde el dispositivo externo de vuelta al cerebro, lo que abriría la posibilidad de que los individuos puedan interactuar con la tecnología o incluso controlarla con el poder de su mente. Esta fusión entre el cerebro humano y la inteligencia artificial plantea innumerables aplicaciones potenciales, desde restaurar funciones perdidas en personas con discapacidades, hasta mejorar la cognición y la memoria en individuos sanos.

Sin embargo, esta tecnología también despierta importantes cuestionamientos éticos y regulatorios. La seguridad y privacidad de los datos cerebrales se convierten en preocupaciones fundamentales. La posibilidad de que los dispositivos implantados sean vulnerables a ataques cibernéticos abre una nueva dimensión de riesgos potenciales para la seguridad personal y la autonomía individual.

Además, la integración íntima entre el cerebro humano y la inteligencia artificial plantea interrogantes sobre la identidad y la autonomía humana, que se han comenzado a explorar a través de lo que hemos calificado de “neuroderechos”. Por ejemplo, ¿cómo afectaría esta conexión a la percepción de uno mismo como individuo? ¿Hasta qué punto estaríamos dispuestos a ceder el control y la toma de decisiones a un sistema de inteligencia artificial?

Conclusión

A la vista de lo anterior, podemos concluir que las citadas tecnologías son solo algunas de las innovaciones con las que próximamente conviviremos. Para aprovechar todo su potencial y evitar posibles consecuencias no deseadas es crucial que los Estados establezcan una agenda política y regulatoria sólida que guíe su desarrollo responsable, ético y seguro. Asimismo, es fundamental promover la transparencia y el diálogo entre la comunidad científica, los legisladores y el público en general, para asegurar que estas tecnologías beneficien a la humanidad en su conjunto. Solo a través de una planificación cuidadosa y una evaluación continua podremos aprovechar al máximo las oportunidades que estas tecnologías nos ofrecen mientras protegemos el futuro de nuestra sociedad de posibles riesgos, y comenzamos a sentar las bases para el desarrollo de la industria española y el fomento del talento nacional.