Aumenta la participación de menores en las bandas criminales

La ciudad de Madrid está a la cabeza de las ciudades con delitos de sangre cometidos por bandas juveniles.

Antonio M. Figueras

Periodista y escritor.

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Latin Kings, Dominicans Don’t Play (DDP) o Trinitarios son algunas de las bandas que están en el foco de la Policía.
Latin Kings, Dominicans Don’t Play (DDP) o Trinitarios son algunas de las bandas que están en el foco de la Policía.

La memoria del ejercicio de 2022 de la Fiscalía de la Comunidad de Madrid, presentada recientemente, ha dejado un dato muy significativo: en la franja de edad antes de los 18 años, los menores, ha crecido el número de agresiones sexuales y la participación en las bandas juveniles. El aumento de la actividad delictiva es, sobre todo, en la más violenta.

Las diligencias preliminares registradas el año pasado han sido 8.821, cifra que representa solamente un 1 % más que en el ejercicio anterior. Pero se   han incoado 2.386 expedientes de reforma, lo que significa un 9 % más que en 2021 y un 20 % más que en 2020.

En cuanto a los delitos de homicidio y asesinato han sido 34, un 47,83 % más de registros que 2021. Los continuos enfrentamientos entre bandas juveniles han supuesto un aumento de los delitos de lesiones registrados, 2.598, frente a los 2.467 del 2021. Las agresiones con armas o instrumentos peligrosos, 375, evidencian una situación cada vez más preocupante a la que hay que añadir un repunte de pertenencia a organización criminal, tenencia ilícita de armas y amenazas.

En 2022 se han registrado 157 agresiones sexuales, casi el doble que el año anterior, 86, y 264 abusos sexuales, frente a los 216 del ejercicio anterior. En este sentido resulta muy preocupante la temprana edad en la que se producen algunos de estos delitos. En 17 de los asuntos referidos a agresiones sexuales y en 50 de los abusos estuvieron implicados menores de una edad inferior a los 14 años. Escalofriante. Estos datos constatan la precocidad y la banalización del sexo y la violencia entre los menores.

La fiscal jefe de la Comunidad de Madrid, Almudena Lastra, señala que se hace imprescindible la adopción de medidas que doten a los menores de los conocimientos y herramientas que les permitan gestionar adecuadamente sus relaciones y su desarrollo sexual. Y traten de evitar que puedan llegar a criminalizar tales conductas”.

La estadística criminológica ilustra la preocupante participación de menores en el mundo de la delincuencia. En la franja de los 16 a los 18 años hay registrados 5.907 personas. Entre los 14 y los 16 años fueron registrados 4.616 menores, pero se da la circunstancia de que 1.901 de ellos ya estaban registrados con anterioridad. Menores inimputables hubo 2.259.

Carles Feixa Pàmpols, catedrático de Antropología Social de la Universidad Pompeu Fabra y experto en bandas latinas, explica a Escudo Digital que existe bastante confusión entre los conceptos de banda juvenil y de banda criminal: “Todas las bandas en España no se dedican a la delincuencia. Ni mucho menos. No conviene confundirlas con las bandas criminales. Es verdad que en algunas bandas se dan casos de jóvenes que, por sus circunstancias de irregularidad legal, de falta de empleo y de pobreza familiar, pueden llegar a entrar en una carrera del pequeño trapicheo de drogas. Pero de ahí a que estos grupos sean organizaciones criminales parecidas a las mafias hay un gran trecho. Solo existe alguna pandilla que puede estar organizada en forma grupal para cometer delitos, pero no es generalizado”.

El palo y la zanahoria

Que Madrid es la capital de los delitos de sangre cometidos por bandas juveniles está reflejado también en la Memoria de la Fiscalía General del Estado, que evidencia que la ciudad concentra las cifras más altas en España. Aparte de la implicación en enfrentamientos entre bandas, los menores involucrados en actos delictivos han protagonizado robos violentos, discusiones, disputas familiares o ataques a agentes de la autoridad.

Para intentar frenar la acción de las bandas, la Delegación de Gobierno en Madrid desplegó el pasado mes de febrero un plan de actuación que está previsto que se mantendrá activo hasta que cese la violencia en las calles relacionada con estos grupos.

Según Freixa, la estrategia policial debe ir acompañada de políticas sociales: “De entrada, lo primero que tiene que decirse es que no deben verse las bandas como el problema en sí, si no como un síntoma. A veces se piensa que su eliminación es la solución, pero existe un fondo de falta de integración social y de pobreza. Deben combinarse dos estrategias en el clásico ‘palo y zanahoria’. Los poderes públicos tienen que ser inflexibles en cuanto al respeto a la ley y al no uso de la violencia pero al mismo tiempo deben invertir en políticas sociales que den una alternativa a estos jóvenes. Si solo se aborda un tratamiento policial o penal como es el que se está priorizando, sin duda necesario, pero se olvida un tratamiento más preventivo, de tipo social que vincule a trabajadores sociales y al trabajo comunitario con esos jóvenes, el problema no solo no se va a resolver si no que se convertirá en endémico. El peligro es que lo que eran antes pandillas informales, pero no criminales, puedan evolucionar hacia pandillas criminales dado que todos sabemos que la cárcel es la mejor universidad de la delincuencia organizada y el lugar donde las auténticas bandas, que son las mafias no juveniles, captan a jóvenes de estos grupos para incorporarlos a sus redes criminales”.

Fenómeno urbano

El fenómeno de las bandas, eminentemente urbano, no se circunscribe a Madrid, como señala Feixa: También se da en Barcelona o en Murcia. En Murcia hay una presencia importante de la comunidad latinoamericana porque fue de los lugares de inmigración desde origen muy vinculado al sector agrícola. Murcia es la ciudad española con más presencia de bandas pero estas no han evolucionado a bandas criminales como hemos visto en otros lugares”.

Latin Kings, Dominicans Don’t Play (DDP) o los Trinitarios son algunas de las bandas que están en el foco de la Policía, preocupada no solo por el aumento de la violencia sino también por el posible movimiento hacia otros ámbitos criminales, como el tecnológico. Por ejemplo, en mayo, se desarticuló la estructura financiera de los Trinitarios en Madrid. Pero lo que llamó la atención es que entre los detenidos figuraban dos hackers, acusados de perpetrar estafas informáticas. Esta investigación fue realizada por la Unidad Central de Ciberdelincuencia y la Brigada Provincial de Información de Madrid.

Este es un fenómeno que existe en España desde la posguerra, aclara el experto: “Aunque las primeras bandas que llegan a España (los Latin Kings y los Ñetas) proceden de Latinoamérica, en nuestro país ha habido bandas desde hace muchas décadas. Desde la posguerra han existido agrupaciones juveniles de calle, observadas con sospecha, que en alguna ocasión podían evolucionar a la pequeña delincuencia, pero que en la mayoría de las ocasiones eran grupos de sociabilidad callejera más o menos integrados en cada comunidad”.

Pero en los últimos años -sostiene Feixa-, con las emigraciones internacionales esas pandillas locales de barrio o de ciudad se convierten en bandas o en pandillas transnacionales, no solo vinculadas con América Latina sino sobre todo con Estados Unidos, puesto la mayoría surgen en las grandes ciudades norteamericanas en el seno de la segunda o tercera generación de emigrantes latinos a los Estados Unidos e imitan o reproducen la estructura pandillera de otros grupos étnicos como los afrodescendientes. Con las deportaciones que se inician a mediados de los años 90 esta problemática se traslada a América Latina y este tipo de bandas evolucionan hacia otro tipo de organización. A España llegan a partir del año 2000”.

Fusión de etnias y nacionalidades

La Policía ha detectado un aumento significativo de musulmanes, españoles y rumanos en estas bandas, hasta el punto de diluirse un tanto su marcado carácter latino. La incorporación de estos jóvenes se debe a la atracción que ejerce su música, su estética y sus códigos. Pero esta mezcla no es nueva, como sostiene el experto: “Desde que investigo las bandas latinas, siempre ha habido presencia de otras nacionalidades. A principios de este siglo, cuando se fundan en Madrid los Latin Kings, se produce un debate interno sobre la admisión o no de personas que no fueran de origen latinoamericano. Pero desde el principio se aceptó la membresía plural que refleja la diversidad migratoria. La lectura de esta fusión debe ser positiva en clave intercultural. Estas pandillas ya no son monolíticas, son plurales en su composición”.