¿Puede ETA volver a matar?

La disidencia en el entorno de la izquierda “abertzale” obliga a mantener la precaución.

Antonio M. Figueras

Periodista y escritor.

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Archivo   ETA anuncia cese definitivo de su actividad armada. Foto: archivo de Europa Press.
Archivo ETA anuncia cese definitivo de su actividad armada. Foto: archivo de Europa Press.

Un sector minoritario de ETA y sus satélites nunca tragaron con el alto el fuego definitivo, la entrega de armas y la disolución de la banda mafiosa. Arnaldo Otegi siempre les pareció un “blando”. Y ahora discrepan abiertamente de la línea de EH Bildu. Aunque en la lucha antiterrorista se considera muy improbable una escalada de violencia y un retorno al pasado de sangre, se mantiene la vigilancia en el entorno de los díscolos de la izquierda “abertzale”. Más vale prevenir.

Foto de archivo.
Foto de archivo.

En el Aberri Eguna (Día de la Patria Vasca), celebrado el pasado 9 de abril, militantes de una coordinadora conocida como JARDU desfilaron por las calles de Guernica (Vizcaya). En el comunicado al llamamiento a la manifestación instaban a “la confrontación con el enemigo”, a la creación de “una organización” que lleve al “pueblo vasco a su independencia”.

Otra perla del escrito: “El Pueblo Trabajador Vasco se encuentra a falta de instrumentos de organización revolucionaria que puedan superar la opresión nacional. Esta es, precisamente, la primera tarea de este nuevo ciclo político, la construcción de los instrumentos necesarios para revertir el estado de opresión a través de la propia organización del Pueblo Trabajador Vasco”. “Desde JARDUN Koordinadora estamos empezando a dar pasos en ese sentido”, añaden, “para la consecución de la independencia y el socialismo”.

Confluyen en este grupúsculo miembros de Eusko Ekintza, disidentes de la izquierda abertzale oficialista, y Jarki, en el entorno de ATA. ATA (Amnistia Ta Askatasuna) está formado por un sector crítico que se mueve en distintos ámbitos del mundo proetarra. No existe constancia de su capacidad ni de su intención de cometer atentados. Pero no conviene olvidar que todavía queda una red de zulos que ocultan un centenar de armas, no todas antiguas, y distintos materiales para elaborar explosivos. Y el armamento más reciente podría ser utilizado.

Cinco años de la disolución

Después de más de 800 asesinatos y 7.000 víctimas, ETA anunció, el 3 de mayo de 2018, “el final de su trayectoria”, el “desmantelamiento total”, con lo que “queda concluida su actividad política”. El comunicado fue leído por históricos dirigentes de la banda mafiosa, Josu Urrutikoetxea (Josu Ternera) y María Soledad Iparragirre (Anboto), con las capuchas puestas para preservar su anonimato. Fue el último comunicado de ETA, donde se explicitaba su “disolución” y el fin de un “ciclo histórico y de su función”.

Después de estos cinco años todavía se mantienen el dolor de las víctimas y la falta de resolución de más de 300 asesinatos. Pervive el recuerdo del miedo, la memoria, aunque las distintas encuestas revelan que un gran porcentaje de la juventud española desconoce lo que sucedió en España en aquellos años del plomo. Y también hay que decirlo: queda la recurrente apelación a ETA en el debate político.

Este lustro también ha servido para consagrar el final definitivo de la política de dispersión de presos, bandera de la movilización social del entorno etarra. Actualmente quedan 127 presos en las cárceles vascas, 7 en Pamplona y 12 en Francia, junto a una veintena que cumplen condena en sus viviendas y en centros especializados.

Colectivo de presos

La disidencia a la línea oficial también ha afectado al colectivo de presos EPKK. Un sector ha manifestado su oposición a aceptar las vías legales. Este grupo cuenta con el apoyo de los grupos minoritarios que reclaman la amnistía total. Así lo demuestra el episodio protagonizado por Garikoitz Etxeberria. Este etarra crítico con el colectivo de presos tutelado por EH Bildu fue trasladado el pasado 14 de abril desde la prisión de palentina de Dueñas a la cárcel alavesa de Zaballa. A los cuatro días de su llegada, anunció una huelga de hambre para exigir una celda individual como las que el Gobierno vasco garantiza a los etarras que siguen la línea oficial. Durante su protesta, Etxebarria contó con el respaldo de otros etarras críticos con EH Bildu como Josu Etxeberria, Dani Pastor, Mikel San Sebastián, Orkatz Gallastegi, Jon Kepa Preciado, Aitor Cotano, Oskar Barreras y Jon Mirena San Pedro encarcelados en distintas prisiones vascas. También se sumó a las reclamaciones Patxi Ruiz, encarcelado en Pamplona y protagonista de varias huelgas de hambre mientras estuvo recluido en otras cárceles españolas.

La lección del IRA

Las distintas escisiones del IRA evidencian los obstáculos para poner fin definitivamente a la violencia. Este 10 de abril se celebraron los 25 años de la Declaración de Viernes Santo, también conocida como el Pacto de Stormont (1998), que cerraba más de tres sangrientas décadas en la región. Los líderes nacionalistas católicos, que pretenden la reunificación de Irlanda, y los unionistas protestantes llegaron a un acuerdo para terminar con el conflicto entre los dos bandos, que dejó un saldo de más de 3.500 muertes.

Entre las escisiones más importantes que hubo en el IRA se encuentra el IRA Auténtico o Real IRA, contrario al proceso de paz y responsable del atentado de Omagh, el 15 de agosto de 1998, donde murieron 29 personas (entre ellas dos españoles) o el IRA Continuidad.

El peligro en la actualidad se llama Nuevo Ejército Republicano Irlandés, heredero del antiguo Real Ejército Republicano Irlandés (Real IRA). Su último ataque, en febrero de este año, se cobró la vida del inspector de Policía John Caldwell, precisamente en la localidad de Omagh. El grupo criminal reivindicó el atentado mediante un comunicado escrito. Se les atribuyen una serie de asesinatos, como la muerte a tiros de la periodista Lyra McKee, de 29 años, mientras cubría unas manifestaciones en Creggan, en 2019.

Hoy en día las fuerzas de seguridad norirlandesas siguen en alerta ante las informaciones fiables acerca de planes de otros grupos disidentes republicanos para cometer atentados. Según la Policía, la información procede de las propias comunidades donde todavía operan escisiones del IRA. Y la agencia de inteligencia británica MI5 también ha advertido de un aumento de la amenaza.