El conflicto India-Pakistán ha lanzado al estrellato a los drones y cazas chinos

China se beneficia del choque India-Pakistán con sus drones y cazas J-10C; el conflicto muestra el nuevo rostro de la guerra moderna.

Oscar Ruiz -Escudo Digital.

Experto en migraciones y analista internacional.

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Cazas de fabricación china J-10C del ejército de Pakistán. Foto: AVIC.
Cazas de fabricación china J-10C del ejército de Pakistán. Foto: AVIC.

Una corta pero intensa guerra de 4 días entre India y Pakistán no solo ha reavivado los fantasmas de una guerra nuclear en el planeta, sino que, sin que nadie lo previera, se ha convertido en una importante (y gratuita) exhibición de la industria militar china.

En un escenario que a los europeos nos queda muy lejos (nosotros ya tenemos nuestro Ucrania-Rusia), pero que ha estado cargado de casi todos los elementos necesarios para convertirse en un ejemplo de conflicto entre actores estatales en la convulsa época de la IA: propaganda cruzada, bombardeos de precisión, batallas aéreas con cazas de última generación y una guerra de drones en plena expansión.

Y al final, el verdadero beneficiado del choque ha sido China, y no porque Pekín haya intervenido directamente o haya sacado un rédito político importante, sino porque Pakistán ha utilizado su arsenal militar chino como escaparate de ventas ante todo el mundo.

El derribo que hizo despegar la industria china

La madrugada del 7 de mayo, tuvo lugar un impresionante combate aéreo con más de 125 aviones de combate involucrados que se cruzaron en el espacio aéreo de Cachemira. Aquí, Pakistán dice haber derribado cinco cazas indios (todavía por confirmar la cifra), incluidos tres Rafale franceses, un Su-30 y un MiG-29. Si se confirma, sería la primera vez que un Rafale es derribado en combate.

Fuentes abiertas confirmarían el derribo de al menos un caza Rafale.
Fuentes abiertas confirmarían el derribo de al menos un caza Rafale.

Pero lo más importante aquí es quién lo habría derribado: el J-10CE chino, junto con misiles aire-aire PL-15 y sistemas electrónicos integrados también de fabricación china.

Para Pekín, esto supone un cambio muy importante ya que nunca antes su tecnología militar había sido puesta a prueba contra equipamiento occidental de primera línea en un conflicto real entre actores estatales. Y, de paso, su reputación ha recibido el mejor impulso propagandístico que podría soñar: combate real, éxito rotundo y sin coste político directo.

¿Qué gana China?

Un brutal salto en su reputación militar. Las acciones de la empresa estatal AVIC Chengdu, fabricante del J-10C, subieron un 40% en dos días tras la noticia. En medios chinos se celebró como una victoria de su modelo de desarrollo: bajo coste, alta tecnología, interoperabilidad y velocidad de entrega.

Penetración en mercados internacionales. Países como Egipto, Uzbekistán y Argelia, que ya tenían en su radar al modelo J-10C, ahora tienen una razón de peso (ha derribado un caza occidental de última generación) que los empujará a dar el paso. En el caso de otros muchos Estados, no pueden acceder al F-35 o al Rafale por restricciones políticas o de presupuesto. La opción china se les vuelve aún más viable.

Validación de sus doctrinas de guerra electrónica y no tripulada. Más allá del caza, el conflicto demostró el uso combinado de radares AESA, misiles BVR (Beyond Visual Range o más allá del rango visual) y drones armados con inteligencia artificial, como elementos clave en los planes de modernización del Ejército Popular de Liberación de China.

Dron chino CH-4 usado por Pakistán contra la India. Foto: Wikimedia.
Dron chino CH-4 usado por Pakistán contra la India. Foto: Wikimedia.

La guerra de drones, también en Asia

La tecnología de drones ha llegado para quedarse y así se confirmó en este conflicto con la masiva utilización de drones por parte de Pakistán. Según fuentes abiertas se usaron enjambres de drones para saturar los sistemas de defensa indios, mientras otros modelos (muy probable modelos Wing Loong II o CH-4) realizaron ataques de precisión.

También hay que mencionar el uso de municiones merodeadoras (loitering munitions), imitando tácticas vistas en Ucrania y Nagorno Karabaj. Según expertos, estos sistemas fueron claves para:

  • Detectar radares enemigos.
  • Guiar misiles lanzados desde cazas.
  • Identificar blancos móviles en tiempo real.

En el contexto tecnológico actual, la superioridad aérea ya no depende solo de los propios cazas. Lo que define el resultado aquí es la integración de plataformas tripuladas y no tripuladas, el control del espectro electromagnético y la coordinación entre sensores y tiradores. Y China ha demostrado estar en vanguardia.

India reacciona con fuerza, pero sin ventaja

India ha multiplicado su gasto militar en los últimos años y ha diversificado sus proveedores (EE.UU., Francia, Israel), pero sigue dependiendo en parte de aviones MiG envejecidos y de un sistema logístico fragmentado debido a la variedad de sistemas y distribuidores. Aunque sus Rafale están a la vanguardia en tecnología, la integración táctica y doctrinal podrían haber fallado en esta ocasión.

Ahora, mientras la doctrina india de respuesta proporcional inmediata la empuja a reaccionar con fuerza y de manera visceral, reduciendo sus márgenes de maniobra diplomática, China observa, evalúa y extrae conclusiones sin quedar implicada directamente.

¿Alto el fuego… o pausa para rearmarse?

El alto el fuego impuesto por Donald Trump ha frenado la escalada… de momento, pero la raíz del conflicto no ha cambiado:

  • Cachemira sigue siendo un polvorín.
  • India y Pakistán mantienen posturas irreconciliables.
  • Ambos siguen reforzando sus arsenales, en una escalada sin fin.

Pero lo que sí parece haber cambiado, y para siempre, es el tipo de guerra que se librará en el próximo conflicto: más drones, más electrónica y casi todo desde la distancia. Esto favorece a países como China, que produce en masa drones, misiles y sensores a bajo coste.

Un showroom… con víctimas

Pakistán desde luego se ha convertido en el escaparate aéreo de China. Ya no es solo su socio estratégico: es su cliente estrella, su campo de pruebas y su mayor argumento de ventas. Aunque esta operación de marketing se ha cobrado víctimas civiles.

Después de ser testigos durante años de los cambios tecnológicos y doctrinales en guerra entre Ucrania y Rusia, lo ocurrido en estos cuatro días significa más que una escaramuza fronteriza: es la confirmación de que las próximas guerras ya no se parecerán a las anteriores, y el país que parece mejor está entendiendo ese cambio se llama China.