El yihadismo gana en resonancia y adeptos en América

Trinidad y Tobago, epicentro de un fenómeno que también tiene su eco en países como Venezuela, Brasil o incluso Argentina. La falta de oportunidades vitales, factor que contribuye a la radicalización en el islamismo.

Pedro Fernaud

Periodista

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Imagen de recurso sobre Terrorismo.
Imagen de recurso sobre Terrorismo.

El término yihadismo se ha convertido en fenómeno frecuente en nuestra cultura popular. Por norma general, en el mundo occidental hace alusión a un grupo de personas radicalizadas en el ámbito del Islam que ocasionalmente se significan por realizar atentados terroristas. Sin embargo, conviene no perder de vista su origen etimológico, vital y cultural. Yihadismo, en su esencia primigenia, se refiere a la promoción o la realización de la yihad, que en el contexto islámico significa "esfuerzo" o "lucha".

Sin embargo, el yihadismo contemporáneo ha adquirido connotaciones específicas relacionadas con la interpretación radical de la yihad, que algunos grupos extremistas han utilizado para justificar la violencia en nombre de la expansión de la fe islámica. Estos grupos, como Al-Qaeda o ISIS, han realizado actos terroristas significativos a escala global. Hablamos de una nómina de horrores en las que ocupa un papel central los atentados del 11 de septiembre de 2001 perpetrados por Al-Qaeda (organización extremista islámica, que busca establecer un estado islámico global) en Estados Unidos, que causaron 2. 977 víctimas mortales y miles de heridos.

Aquí en España, tenemos muy presentes la memoria de las personas fallecidas en los ataques de 2004 en trenes, vinculados también a Al-Qaeda, que dejaron 191 personas muertas y más de 1.800 heridos. O, más recientemente, en agosto de 2017, el recuerdo a las 16 personas fallecidas en un ataque yihadista con una furgoneta en Las Ramblas, que también dejó más de 100 heridos. En esa galería de crímenes contra la humanidad figuran así mismo los atentados al transporte de Londres en 2005, reivindicados por una organización vinculada a Al-Qaeda, y los ataques coordinados en París en 2015, llevados a cabo por ISIS (Estado Islámico de Irak y Siria; que aspira a establecer un califato en esa región), que también atentó en Bruselas en 2016. Con estas coordenadas, resulta más fácil dimensionar la preocupante expansión que está desarrollando el yihadismo en un territorio que, hasta hace poco, era bastante inmune a sus barbaridades: América, cuyo epicentro está en la nación de Trinidad y Tobago.

Trinidad y Tobago: semillero de terroristas de corte islámico

Trinidad y Tobago es un país ubicado en el Caribe que presenta una diversidad étnica y cultural única, influida por sus raíces africanas, indias, europeas y amerindias. Esta nación tiene, según datos de 2023, una población de 1.407.000 personas. Históricamente, ha articulado su economía y sistema de bienestar en torno a la industria petrolera y de gas natural, lo que se ha traducido en que la economía trinetense ha enfrentado desafíos debido a la volatilidad de los precios del petróleo. Tiene, además, graves problemas de seguridad, educación y bolsas de marginalidad, que explican por qué el fenómeno del radicalismo islamista en Trinidad y Tobago no es algo nuevo.

La historia viene de largo. Tanto es así que ya en 1990 existían grupos radicales como Jamaat Al Muslimeen, grupo fundamentalista islamista extremista radical de Trinidad y Tobago, que incluso intentó derrocar al Gobierno mediante un golpe de Estado. En ese contexto, también se ha constatado la existencia de terroristas originarios de esta pequeña nación caribeña, como Kareem Ibrahim, quien en 2012 fue sentenciado a cadena perpetua en Estados Unidos por planear un atentado en el aeropuerto internacional JFK de Nueva York.

Motivos por los que los trinitenses se afilian al yihadismo

Factores como la marginación social, la falta de oportunidades económicas, la radicalización a través de Internet, y, en algunos casos, la búsqueda de identidad y pertenencia, explican la vulnerabilidad de ciudadanos trinitenses hacia la radicalización islámica y la adhesión a ideologías extremistas que apuestan por la violencia. Son elementos que comparten con los integrantes de la yihad en otros puntos del planeta.

Pero en el caso de los trinitenses hay un factor que les hace especialmente atractivos para la comunidad global de la Yihad: el hecho de que hablen en inglés, lo que mejora el radio de difusión de la organización. Así lo señaló en su momento al New York Times el ex-embajador de EE.UU. en Trinidad y Tobago, John L. Estrada: “a los trinitenses les va muy bien en el ISIS. Están muy arriba en sus filas, son muy respetados y hablan inglés”. No obstante, el fiscal general del país, Faris Al Rawi, niega la mayor respecto al reclutamiento de ISIS o el extremismo religioso. "El número puede parecer mayor que en cualquier otro lugar, pero no creo que seamos más vulnerables que cualquier otro país".

Es cierto que los musulmanes de Trinidad constituyen alrededor de uno de cada 10 de la población del país, y la abrumadora mayoría sigue formas moderadas del Islam. En ese sentido, no está de más señalar que la inmensa mayoría de las personas que profesan el islam desarrollan sus existencias en torno a valores como "Salam" (paz) y "Rahma" (misericordia), promoviendo la "Adl" (justicia) y la "Tasamuh” (tolerancia). En la comunidad musulmana se considera esencial, así mismo, practicar la "Zakat" (caridad) y se concede un valor supremo al acto de perdonar ("Afu"). La "Sadaqah" (honestidad y veracidad) y la "Tawadu" (humildad), anhelos pacifistas que marcan la hoja de ruta vital de los 1.500 millones de personas que se consideran musulmanas (el 22% de la población mundial). La práctica totalidad de los musulmanes trinitenses tampoco comulgan con la violencia, pero una pequeña minoría se ha sentido atraída por un credo más extremo, lo que ubica a Trinidad y Tobago como el mayor exportador per cápita de combatientes para grupos extremistas del hemisferio occidental, como apunta la BBC.

Al entrar en esta organización, los jóvenes trinitenses sienten que ganan en sentido de pertenencia y reputación social (aunque sea desde una lógica del temor y el terror). El antropólogo Dylan Kerrigan, profesor de la Universidad de las Indias Occidentales, lo explica muy bien, estableciendo una analogía entre el mundo de las pandillas y el ISIS: “Una pandilla promete acceso a lo que muchos jóvenes podrían pensar que quieren: dinero, poder, mujeres, respeto. Para muchos reclutas trinitarios del ISIS, la religión era más una excusa que una motivación. Los jóvenes, muchos de ellos conversos recientes, fueron atraídos al califato principalmente por promesas de dinero y un sentido de comunidad, un atractivo similar al de las pandillas en un país cada vez más violento”. 

Hay un caso que explica muy bien esta peligrosa tendencia: Dabiq es una revista de propaganda del autodenominado Estado Islámico (EI). En su momento, esta publicación divulgó una extensa entrevista con Abu Sa'd at-Trinidadi. En la entrevista, este combatiente detalla que, después de ponerse de acuerdo con otros trinitenses musulmanes, entablaron contactos y acumularon el dinero suficiente para desarrollar un viaje de más de 9.500 kilómetros. El yihadista realizó una escala en Venezuela para recoger a su esposa y juntos partieron rumbo a Medio Oriente. "Actualmente”, decía en su momento, “soy uno de los muchos francotiradores aquí en el Califato. Salgo regularmente con mi equipo y consigo tomar parte en muchas feroces batallas contra los varios enemigos de Estado Islámico".

El imán cuya comunidad es la principal cantera de yihadistas trinitenses

Su caso es la punta de lanza de un fenómeno que impresiona y preocupa al mundo. Cómo se detalla en Caribbean Investigate Journalism Network, en Río Claro, un pequeño pueblo maderero, existe un asentamiento en el que el Imán (el encargado de liderar las oraciones y guiar a la comunidad musulmana en asuntos religiosos) Nazim Mohammed dirige una mezquita, una escuela primaria y un programa semanal de alimentos para los más desfavorecidos. Sin embargo, la reputación que ha dado notoriedad a Mohammed, de 78 años, radica en este dato: cerca del 70% de los 130 trinitenses que dejaron la nación caribeña para unirse al ISIS en Siria e Irak han vivido en las 30 casas del asentamiento que lidera este imán. Y existe un detalle aún más escalofriante: entre las personas que se han ido para unirse al grupo yihadista hay unos 15 miembros de su familia.

Sus vínculos con el yihadismo resultan tan evidentes que ha sido interrogado por las autoridades locales sobre el alarmante número de personas conectadas con él que han declarado la guerra a Occidente. Ante estas pesquisas, Mohammed recalca que en que sus seres queridos no le informaron sobre sus planes para unirse a ISIS, al tiempo que rechaza cualquier vínculo personal con el grupo terrorista.

Afiliaciones trinitenses en formato familiar a grupos extremistas del ISIS

Una investigación de nueve meses de la Red de Periodismo de Investigación del Caribe ha deparado algunos datos muy valiosos para comprender de qué manera ha calado el yihadismo en Trinidad y Tobago: muchos de los combatientes del ISIS de Trinidad pertenecían a pequeñas redes islámicas de mezquitas independientes que basan sus enseñanzas principalmente en el salafismo. Los trinitarios que viajaron a Siria lo hicieron como familias; no hubo individuos. Uno de los principales planificadores cibernéticos para ISIS era de Trinidad y Tobago…Y así podríamos continuar. Esta realidad se resume en que investigaciones independientes y gobiernos señalan que, al igual que Abu Sa'd at-Trinidadi y su esposa, existen entre 125 y 400 personas nacidas en Trinidad y Tobago que han optado por sumarse a las filas del EI en los últimos tiempos.

Los terroristas islámicos se alimentan de resentimientos arraigados en percepciones de injusticias locales o internacionales, aprovechando descontentos políticos, sociales y económicos.

 

Ante esta situación, el gobierno de Trinidad ha introducido nuevos controles sobre los viajes y las finanzas de los jóvenes combatientes trinitenses del ISIS, que sobre el papel hacen más difícil el camino que puedan emprender sus jóvenes hacia cualquier nuevo proyecto yihadista, como detalla The Guardian. Hablamos de una preocupación central para este país americano, que en la actualidad se enfrenta a la posibilidad de que los ciudadanos entrenados por ISIS regresen para radicalizar a una generación más joven. Un dato ilustra esta preocupación: un mes después de asumir la presidencia de Estados Unidos, en febrero de 2017, Donald Trump llamó al primer ministro de Trinidad, Keith Rowley, para hablar sobre terrorismo. El gobierno del Reino Unido también advirtió en su momento sobre posibles ataques terroristas en el país.

Ataques yihadistas en América Latina

En Latinoamérica, el terrorismo ha tomado diversas formas a lo largo de la historia. Destacan ejemplos como los de Sendero Luminoso en Perú, las FARC en Colombia y los atentados realizados por el Grupo Montoneros en Argentina. En este contexto, el yihadismo radical podría expandirse con más facilidad de lo que a priori podría parecer: los terroristas islámicos se alimentan de resentimientos arraigados en percepciones de injusticias locales o internacionales, aprovechando descontentos políticos, sociales y económicos. No obstante, los atentados terroristas de corte yihadista hasta ahora han sido algo prácticamente anecdótico en Latinoamérica, hasta el punto de que nos tenemos que remontar a los años 90 para referir los únicos atentados de este tipo: el de la embajada de Israel en Buenos Aires en 1992 y el de la asociación mutualista Argentina la AMIA de 1994. Ambos ataques tuvieron el mismo responsable: Hezbolá. Como detallan en VisualPolitiks, en 2006 el fallecido fiscal Alberto Nisman (que fue asesinado de un tiro en la cabeza en 2015, cuya autoría todavía no se ha dilucidado) y su adjunto Marcelo Martínez Burgos presentaron el informe de investigación sobre el atentado de la AMIA de 1994; en él se acusó directamente al estado de Irán de ser el principal artífice del atentado y a Hezbolá por haberlo ejecutado.

Yihadismo en América.

Sin embargo, esta no es la única ocasión en la que Irán y su brazo terrorista libanés Hezbolá han actuado en América Latina. Los vínculos con Venezuela también han sido destacados en repetidas ocasiones. Según John Marulanda, autor del libro “Yihad en Latinoamérica”, la presencia de Irán en América Latina creció con la alianza política entre el entonces presidente venezolano Hugo Chávez y su homólogo iraní contemporáneo Mahmoud Ahmadinejad. “Ambos lideraban grandes países productores de petróleo en ese momento. Este enlace político permitió a Irán crear una fuerte presencia en América Latina y fue esta prominencia iraní la que facilitó la expansión de las células de Hezbolá por todo el continente”, afirma Marulanda. Estas actividades ilícitas, apunta este experto, se desarrollan en zonas como la triple frontera entre Brasil, Argentina y Paraguay, así como en la frontera entre Colombia y Venezuela y cerca de la ciudad de Maicao, o incluso en la región de Chetumal entre México y Belice, como recoge el medio Voz de América.

Brasil lleva reportando la presencia de terroristas yihadistas en su territorio desde hace más de una década.

 

Por su parte, Brasil lleva reportando la presencia de terroristas yihadistas en su territorio desde hace más de una década. En 2013, de hecho, la policía federal del país confirmó la presencia de siete grupos yihadistas en territorio nacional. Entre ellos Hezbolá, Hamás y Al Qaeda. De hecho, en 2016 Brasil estuvo a punto de ser víctima de un atentado yihadista, de acuerdo una información de la BBC. Hasta el punto de que la policía brasileña arrestó a diez personas sospechosas de planear ataques terroristas durante los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

Más recientemente, en 2023 las autoridades cariocas han alertado del inicio de una campaña dentro del país orquestada por Yamaat Tabligh, un movimiento islámico vinculado con Al Qaeda y con los atentados de Madrid de 2004. Argentina también está padeciendo el flagelo yihadista. El pasado diciembre, las autoridades argentinas arrestaron a tres ciudadanos sospechosos de integrar una "célula terroristas", uno de ellos portaba pasaporte de venezolano y otro colombiano. Los tres ciudadanos, de origen sirio y libanés, fueron arrestados en un operativo que "neutralizó la llegada de una posible célula terrorista" al país. En ese sentido, el Ministerio de Seguridad argentino señaló que el posible objetivo de estos terroristas sería atentar contra un evento deportivo clave de la comunidad judía: los Juegos Macabeos, que congregó a cerca de 4.000 atletas judíos durante varias jornadas, hasta el 4 de enero en Buenos Aires.

Las redes sociales como puente a la radicalización islámica en Latinoamérica

Según Mehmet Ozkan, profesor en la Academia Nacional de Policía de Turquía, los musulmanes latinoamericanos están muy bien conectados con las redes sociales, a través de las cuales muchos de ellos aprenden sobre el islam, la cultura árabe y Oriente Medio. No obstante, matiza este experto, la fuerte presencia de musulmanes latinos en los espacios virtuales no tuvo éxito para atraerlos a ISIS a través de estos canales. Hasta 2017, se cree que un total de 76 personas de América Latina (23 de Argentina, 50 de Trinidad y Tobago y 3 de Brasil) viajaron al territorio de ISIS. Si estos números son correctos, indican claramente que los combatientes latinoamericanos representan menos del 0,003 % de la población total de combatientes extranjeros de esa organización.

En resumen, la creciente influencia del yihadismo en América, con Trinidad y Tobago como foco, plantea una seria amenaza regional. Factores como la marginación social y la radicalización a través de Internet contribuyen a la adhesión de ciudadanos a ideologías extremistas. La figura del imán Nazim Mohammed destaca la complejidad del problema. A escala gubernamental, Trinidad y Tobago ha implementado medidas para atajar el fenómeno, pero la amenaza persiste. Además, la presencia yihadista en Brasil y Argentina subraya la necesidad de una respuesta regional. La conexión a través de las redes sociales facilita la radicalización, y, aunque los números actuales de combatientes son bajos, se requiere vigilancia constante y cooperación internacional para prevenir posibles ataques en la región.