Japón responde a China y Corea del Norte con un proyecto de tecno-ejército

El proyecto del gobierno japonés apuesta por conectar el ejército del país con sus punteras empresas de tecnología y su tejido universitario.

Pedro Fernaud

Periodista

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Robots militares.
Robots militares.

Japón planea una revolución radical en la forma de estructurar y equipar su ejército, dotándolo de muchos más recursos y capacidad operativa. Eso a pesar de que el Artículo 9 de la Constitución japonesa, de manera muy explícita, renuncia a la guerra como un derecho soberano de la nación y al uso de la fuerza como medio para resolver disputas internacionales. No obstante, desde su creación, en 1947, el gobierno japonés y los jueces nipones han interpretado de manera muy abierta ese artículo de su carta magna, posibilitando a Japón el derecho a la autodefensa, y con ese fin el país posee hoy uno de los ejércitos mejor conformados del mundo. 

Aun así, a finales de 2022, el Ministerio de Defensa de Japón publicó documentos que revelan cambios significativos en la política de seguridad del país. La guerra en Ucrania ha modificado de manera profunda la manera en cómo calibran el peligro que acecha a su nación los mandatarios japoneses. Tanto es así que el país del sol naciente va a inyectar entre 40 y 50.000 millones de dólares al año a sus fuerzas militares en los próximos ejercicios, hasta elevar su presupuesto de defensa hasta el 2% de su PIB (actualmente representa el 1%) en 2027; porcentaje de gastos que coincide con el objetivo en ese capítulo que en 2006 se marcaron como deseable los miembros de la OTAN, aliados occidentales de Japón. Hablamos de un proyecto afinado al detalle, que apuesta por conectar el ejército de Japón con sus punteras empresas de tecnología y su tejido universitario, uno de los más innovadores del planeta, todo ello modulado por las decisiones políticas del gobierno del país, liderado por Fumio Kishida, primer ministro nipón desde octubre de 2021. 

¿Qué factores explican este giro copernicano en la política de defensa de uno de los países considerados más pacifistas de la actualidad, traumatizado durante décadas por la hecatombe de la Segunda Guerra Mundial y las consecuencias catastróficas que tuvo sobre su población los efectos de las bombas atómicas que Estados Unidos lanzó en Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945? Básicamente, por tres motivos: su invierno demográfico, que limita sus posibilidades de reclutamiento de soldados; el crecimiento de las hostilidades retóricas por parte de China y de las agresiones puntuales de Corea del Norte, que  por ejemplo en julio de este año lanzó un misil balístico al Mar de Japón, por no hablar del prolongado conflicto diplomático con la crecientemete belicosa Rusia de Putin, así como por la constatación de que algunas de las batallas más importantes de nuestro tiempo se dirimen en el ámbito de la ciberseguridad, por lo que Japón quiere sofisticar sus herramientas de “persuasión” informativa para ganar enteros en su posicionamiento político a escala internacional. 

Estos cambios en la vertebración de su ejército han ido acompañados con la renovación del compromiso de su Gobierno con los valores pacifistas que modelan la identidad del país desde 1945. No en vano Kishida tiene vinculaciones con Hiroshima, donde el máximo mandatario japonés tiene su colegio electoral y algunos de sus familiares perdieron la vida con el ataque nuclear estadounidense. Tanto es así que la última cumbre del G-7, celebrada en mayo, se organizó en la emblemática ciudad para enfatizar el rechazo a la guerra y a las armas de destrucción masiva. 

¿De dónde viene la militancia pacifista japonesa?

Para comprender la relevancia histórica de las reformas que está impulsando el gobierno japonés para fortalecer su ejército hay que comprender la aversión a la guerra que ha caracterizado la mentalidad de la sociedad japonesa durante las últimas ocho décadas. 

Ese rechazo visceral se ve muy influido por el período histórico conocido como "la guerra de los Quince Años," comprendido entre 1931 y 1945. Durante este período Japón desencadenó acciones bélicas que causaron la muerte de aproximadamente 20 millones de personas en diversas naciones fuera de sus fronteras, mientras que dentro de sus límites provocó la muerte de otros tres millones de seres humanos. La mentalidad contemporánea nipona busca equilibrar el reconocimiento de los errores del pasado con la construcción de una identidad nacional basada en los valores de paz y reconciliación en la actualidad.

Claves que explican el aumento de recursos que va a tener el ejército nipón 

El 16 de diciembre de 2022, el gabinete del primer ministro japonés Fumio Kishida suscribió los tres documentos de seguridad primordiales de la nación que actualizan la Estrategia de Seguridad Nacional (NSS), que también tiene bajo su dirección la Estrategia de Defensa Nacional (NDS) y el Programa de Aumento de la Defensa (DBP). Estas nuevas directrices representan un hito, un cambio sustancial en la política de posguerra japonesa de mantener una política exclusivamente orientada a la defensa, no a la ofensiva militar. 

Desde 2017 el gasto militar de Japón respecto a su PIB no ha parado de incrementarse, lo que se traduce en la compra de equipamiento altamente sofisticado.

Este nuevo plan concede también una importancia extraordinaria a la estrategia marítima, comenzando por un incremento del despliegue en las disputadas islas Senkaku, bajo control de Japón pero reclamadas por China bajo el nombre de Diaoyu y por Taiwán (Tiaoyutai); y el archipiélago de Takeshima, igualmente demandado por otro país, en este caso Corea del Sur, bajo el nombre de islas Dokdo. ¿Cómo afrontar esas encrucijadas? Japón tiene previsto expandir su “red de múltiples capas” con aliados que además de Washington incluyen a Australia, Corea del Sur, la India o países de la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático). 

El caso es que desde 2017 el gasto militar de Japón respecto a su PIB no ha parado de incrementarse, lo que se traduce en la compra de equipamiento altamente sofisticado, como la adquisición y emplazamiento de misiles de crucero con 1000 Km de alcance en sus submarinos, como contamos en su momento en Escudo Digital. Tanto es así que Japón va a invertir una cantidad que oscila entre los 40 y los 50.000 millones de dólares de gasto militar cada año de aquí a 2027, por lo que el país se van a erigir en las terceras fuerzas armadas de todo el mundo en términos de presupuesto, por detrás de Estados Unidos y China. 

¿En qué se traduce ese cambio de la NSS de adquirir "capacidades de contraataque"? 

Un ejemplo concreto lo ilustra muy bien: hasta ahora, los misiles de Japón poseían un alcance limitado de 200 km, pero ahora planea introducir misiles de crucero Tomahawk, elaborados por Estados Unidos, que tienen un alcance de 1.610 km. Los escépticos de esta nueva orientación han expresado su preocupación por la posibilidad de que esta nueva capacidad sea inconstitucional, ya que los misiles también podrían utilizarse ofensivamente. Pero de acuerdo al Ministerio de Defensa nipón, los misiles solo podrán emplearse para ataques preventivos, manteniendo la postura de Japón, exclusivamente orientada a la defensa. En cualquier caso, con adquisiciones así se envía un mensaje rotundo a los posibles adversarios de Japón: el país del sol naciente está preparado para defenderse en caso de ataque. 

El reto demográfico es capital para sumar más tecnología al ejército japonés 

Japón es la tercera economía del mundo. Los nipones gobiernan con pulso firme los sectores del automóvil, la robótica, la biotecnología, la nanotecnología y las energías renovables. Sin embargo, su poderío e influencia política (más allá de su presencia permanente en el G-7) no se corresponde con su estatus financiero. No es ese el único desafío que tiene el país asiático: se proyecta que la población de Japón disminuirá de los 125 millones de personas actuales a 99 millones para 2053. La crisis demográfica incluso podría ser de mayor alcance: existen estimaciones que apuntan a que Japón perderá 40 millones de personas de población durante los próximos 40 años, a un ritmo de un millón de personas menos por año. 

Ese invierno demográfico tiene sus repercusiones también en el ámbito militar. El número de japoneses entre 18 y 26 años, el rango de edad ideal para los reclutas, ha disminuido de un pico de 14 millones en 1994 a solo 10.5 millones en la actualidad. En definitiva, menos personas en edad de cumplir con el rol militar y una población muy envejecida (uno de cada diez japoneses tiene ochenta años), la que más del planeta (y la que goza también de una mayor esperanza de vida: 84 años). A partir de esas coordenadas, y del envejecimiento progresivo también de la sociedad china y rusa, se está haciendo popular una teoría conocida como la paz geriátricaDescrita por primera vez por Mark Haas, la teoría de la paz geriátrica sugiere que las sociedades con poblaciones que envejecen tienen características económicas y políticas que las hacen menos propensas a involucrarse en políticas exteriores militarizadas, ya que se necesita imperativamente el aporte de sus jóvenes para nutrir la economía productiva, la red de seguridad social y los sistemas de atención médica que requieren los ciudadanos que envejecen. Con lo cual, esta situación deja a menos jóvenes disponibles para cubrir las necesidades de las organizaciones militares.

Ante la presencia de menos personas, el gobierno y la cúpula militar japonesa planean un conjunto de vehículos, aeronaves, buques, artillería y sistemas aéreos y antiaéreos altamente automatizados y conectados a Internet.

La validez de esta teoría no parece atravesar su mejor momento en la actualidad. Aunque es uno de los fundamentos que explican por qué Japón planea una inmersión radical en la tecnología para desarrollar su ejército del futuro. Ante la presencia de menos personas, el gobierno y la cúpula militar japonesa planean un conjunto de vehículos, aeronaves, buques, artillería y sistemas aéreos y antiaéreos altamente automatizados y conectados a Internet. Con esta apuesta, se supone que habría menos bajas en el caso de tener que embarcarse en un conflicto bélico. Aunque también hay analistas que recelan de esa opción, argumentando que podría suponer una deshumanización de las guerras, con algoritmos desprovistos de compasión y sin tino ni criterio emocional para saber cuándo parar una ofensiva o proteger a civiles indefensos. 

La agresividad retórica y militar de China y Corea del Norte

Durante los últimos 20 años, el ejército japonés ha experimentado una notable transformación, marcada por una mayor flexibilidad y capacidad de respuesta ante las amenazas contemporáneas, destacando su participación en misiones de paz y ejercicios conjuntos con aliados como Estados Unidos, lo que ha contribuido a su posición como una fuerza de seguridad confiable en la región del Indo-Pacífico.

Sin embargo, este delicado equilibrio ha quedado en entredicho en los tiempos recientes. Japón se siente cada vez más vulnerable en relación con las crecientes capacidades militares de China. No en vano, Pekín está desarrollando un crecimiento militar vertiginoso en los últimos años llevando a cabo una gran sofisticación en sus armas no convencionales y altamente tecnológicas, como por ejemplo armas de energía dirigidas con láser, armas electromagnéticas, cañones de riel o drones de todo tipo.

En ese contexto, la Marina China está probando el cañón helicoidal más potente jamás construido, como informa El Confidencial, que ha arrojado proyectiles de 124 kilogramos a una velocidad de 700 km/h. Si a todos esos factores, agregamos el hecho de que los dirigentes chinos están empleando una retórica cada vez más agresiva, nos encontramos con los elementos de un cóctel explosivo.

Por si todo esto fuera poco, la relación de China con Japón se han deteriorado principalmente por la reivindicación china del archipiélago Senkaku, perteneciente a Japón. En esa línea, algunos analistas internacionales especulan con la posibilidad de que China esté fortaleciendo su capacidad militar para estar en condiciones de invadir a Taiwán en 2027. Es pertinente señalar que la República Popular de China -ejército número uno del mundo en cuanto a personal y capacidad naval, de acuerdo a Global Firepower, tal y como refiere el diario La Razón- podría estar en condiciones militares de invadir la también conocida como República de China. No en vano, Taiwán y Japón mantienen estrechos vínculos comerciales y tecnológicos, siendo socios significativos en sectores como la electrónica y la manufactura. La colaboración tecnológica abarca desde la producción de semiconductores hasta la investigación conjunta en áreas de innovación. Japón, pues, podría defender a Taiwán en caso de agresión china debido a sus intereses estratégicos, que se reflejan en la seguridad de las cadenas de suministro críticas para la economía japonesa.

Otra nación que explica el giro copernicano que ya está emprendiendo Japón en el ámbito militar es Corea del Norte, que ya ha demostrado que ya ser capaz de atacar cualquier parte de Japón con misiles con capacidad nuclear. 

Estados Unidos bendice el nuevo planteamiento de defensa nipón 

El año pasado Asia y Oceanía invirtieron 528.000 millones de dólares (unos 450.187 millones de euros) en la dotación para sus ejércitos, según los datos recopilados por el Stockholm International Place Research Institute (Sipri). Una suma que representaba un aumento del 2,5% con respecto al año anterior, y por debajo de los 801.000 millones de dólares gastados en América del Norte, pero cerca de un 40% más del total de las partidas del continente europeo.

“El gasto de China ha crecido durante 26 años consecutivos, la cadena más larga sin interrupciones (de incremento del gasto militar) de cualquier país en nuestra base de datos”, indica el instituto sueco en su informe anual. 

No en vano el Ejército Popular de Liberación (EPL) chino cuenta con el mayor número de tropas, unos dos millones de soldados, y la mayor flota del mundo, con cerca de 360 buques.

Ante ese escenario, a primeros de enero de este 2023, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, expresó que está “total, absoluta, exhaustivamente comprometido” con la defensa de Japón. En esa línea, EE.UU. ha dado la bienvenida una y otra vez al giro armamentístico nipón que nutre este reportaje. “Nuestra alianza de seguridad nunca ha sido más fuerte”, apunta un comunicado conjunto divulgado por la Casa Blanca tras la reunión entre los máximos representantes políticos de ambos países. “Reiteramos la importancia de mantener la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán como un elemento indispensable de la seguridad y la prosperidad en la comunidad internacional”, afirman.

Las herramientas de ciberseguridad y ciberataque que proyecta Japón 

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Japón anunció que próximamente utilizarán la inteligencia artificial (IA) para detectar noticias de medios extranjeros que contengan información falsa que sean difundidas en redes sociales, con el objetivo de blindar a los ciudadanos de la llamada "guerra cognitiva", que es la forma en que la información es utilizada para manipular la opinión pública por medio de los canales de comunicación. El país no solo controlará la información dirigida a la audiencia japonesa, sino también la información destinada a dañar las percepciones extranjeras de Japón. 

Sin embargo, no parece que vaya a haber una política sólo defensiva en ese ámbito. De acuerdo con la interpretación de los nuevos documentos de seguridad realizado por VisualPolitiks, “Japón quiere crear verdaderos sistemas de propagación de información falsa. Se trata de un entramado de fakenews, que en función de los instrumentos con los que se van a modelar, llevarán ese capítulo a otra dimensión”. ¿Cómo llevará a cabo este maquiavélico plan? “Por medio de la inteligencia artificial, el metaverso y de tecnologías muy avanzadas de deep fake o incluso a través de la proyección de hologramas estereoscópicos, Japón quiere engañar tanto dentro como fuera de campo de batalla ¿Cómo? Dispensando esa información y haciendo creer cosas que no son y así ganar ventaja en caso de conflictos. Incluso, hablan de proyectar objetos como si fueran reales. Hablamos de tecnologías que en mayor o menor medida ya se empiezan a usar en la esfera civil pero que el ejército de Japón quiere adoptar, adaptar y mejorar hasta su máxima expresión para convertirlas en armas auténticamente letales”. Todas estas tácticas y herramientas aparecen en las nuevas directrices de defensa tecnológica de Japón, de acuerdo con la información de este medio. 

En resumen: en diciembre de 2022, el gabinete del primer ministro japonés, Fumio Kishida, aprobó una revisión significativa de los documentos clave de seguridad de la nación, marcando un cambio en la política de posguerra japonesa centrada exclusivamente en la defensa. El aumento del presupuesto de defensa, que se espera alcance el 2% del PIB, marca un cambio significativo y podría situar a Japón en línea con otros países de la OTAN. Aunque históricamente el público japonés ha sido cauteloso respecto al gasto en defensa, encuestas recientes muestran un creciente apoyo (que oscila entre el 60 y el 70% de la opinión pública) a la mejora de las capacidades de defensa nacional.

La estrategia busca fortalecer las alianzas existentes, en particular con Estados Unidos, y fomentar la cooperación con países afines como Australia, India, Reino Unido, Francia, Alemania e Italia. A pesar de la oposición de China, Corea del Norte y Rusia, los aliados de Japón, incluidos Estados Unidos y algunos países europeos, han respaldado la nueva estrategia de seguridad, clave para preservar la estabilidad en la región del Indo-Pacífico. Sin embargo, la nueva política de defensa nipona no está exenta de críticas, sobre todo en el ámbito interno, donde algunos la ven como un alejamiento del pacifismo tradicional japonés y una respuesta excesiva a las amenazas percibidas. 

Japón busca, en definitiva, adaptarse a un entorno de seguridad cambiante, fortalecer sus capacidades de defensa y colaborar estrechamente con sus aliados para preservar la estabilidad en el Indo-Pacífico. ¿Cómo lograr que esa estrategia de defensa sea proporcionada de acuerdo con lo que sucede en el entorno? Seguramente los japoneses puedan encontrar la respuesta en los elementos que conforman el Código Bushido, una norma de conducta ético ejemplar, compuesta por 7 principios: integridad, respeto, valor, honor, compasión, honestidad y lealtad. Estos 7 principios permitieron a los Samurái ser los hombres más reputados y respetados de su tiempo, y a la vez los más justos y honorables, buenas condiciones para que Japón sea un factor que de estabilidad y equilibrio en la, hoy día, inestable región en la que se encuentra enmarcada.