Alicia Framis es una artista nacida en Barcelona y radicada en Ámsterdam, Holanda, que ha creado a su pareja, AILex, un holograma inteligente generado a través de IA, a partir de sus ex parejas y personas conocidas. Ya llevan varios meses viviendo juntos, y hacen, o representan, lo que haría cualquier pareja “normal”.
La boda-performance se celebrará en Rotterdam el próximo verano, en colaboración con LAM museum, y está previsto que la fiesta cuente con un banquete tanto para el mundo real como para el digital, ya que al evento asistirá también la familia holográfica del novio. Además, adaptarán una casa en Menorca que permita la convivencia de esta pareja tan particular.
‘The hybrid couple’ (La pareja híbrida) es un proyecto multidisciplinar impulsado por Framis, que se plantea reflexionar, explorar y experimentar en primera persona el futuro de las relaciones emocionales y demostrar que es posible convivir con un holograma.
“El amor y el sexo con robots y hologramas son una realidad inevitable. Son grandes compañeros y son capaces de expresar empatía”.
El objetivo de la artista es redefinir los límites de la interacción entre los humanos y la IA desde la perspectiva femenina, más allá de las normas heteronormativas.
“Siempre quise impulsar el arte más allá, y ahora estoy explorando cómo la IA con el arte puede disminuir el sentimiento de soledad en los humanos. Sabemos que los robots y los hologramas se volverán personales. En mi caso, quiero desarrollar una forma artística para un artista, en este caso yo, desarrollar una relación con un holograma y explorar cómo llegará a existir esta relación”, explica la artista en su página web.
Allí describe a AILex como una escultura holográfica interactiva, una entidad de inteligencia artificial creada utilizando los perfiles de personas que conoce, que satisface todas sus necesidades emocionales. “Imagina tener una pareja que esté ahí para ti, una relación que combata la soledad en las ciudades. Esta es una relación romántica entre una inteligencia humana y una artificial”, señala.
En el proyecto busca indagar en diversos debates contemporáneos como el poshumanismo, la virtualidad y las complejas intersecciones de género dentro de los espacios íntimos y sociales, incluida su disolución.
Framis lleva años investigando la soledad y la intimidad, y formas alternativas de vivirlas. En 1996 sorprendió con un proyecto en el que convivió con un maniquí al que llamó Pierre, y creó una serie de fotografías que recibió el nombre de Cinema Solo.
“El amor y el sexo con robots y hologramas son una realidad inevitable. Son grandes compañeros y son capaces de expresar empatía. Así como los teléfonos nos salvaron de la soledad y llenaron el vacío en nuestras vidas, los hologramas como presencias interactivas en nuestros hogares pueden llevarlo aún más lejos”, afirma la artista.
A su vez, el proyecto va más allá de las relaciones estrictamente de pareja. Con esta experimentación, Framis busca ayudar a personas que poseen enfermedades congénitas o adquiridas, discapacidades físicas, desequilibrios de algún tipo o aquellos que han sufrido experiencias traumáticas o de abuso sexual, a restablecer relaciones normales con personas del mismo sexo o del opuesto. “Puede servir como herramienta terapéutica”, asegura.
Además, planea filmar un documental para registrar el progreso de la relación. “La IA todavía está muy conectada con la ciencia, y le falta poesía, arte y calidez. Quiero hacer un documental de arte que incluya dibujos, entrevistas con otras mujeres, bocetos sobre cuerpos, brazos, sueños románticos, situaciones domésticas y la vida cotidiana de mi pareja. Quiero explorar cómo integrar el holograma en mi vida diaria”, expresa Framis.