Ángel Muñoz, policía y poeta: “Es bueno que se visibilicen los suicidios de policías”

Publica ‘9 mm’ (La Garúa), un libro de poemas en memoria de todos los agentes policiales que decidieron quitarse la vida.

Antonio M. Figueras

Periodista y escritor.

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Ángel Muñoz, policía y poeta.
Ángel Muñoz, policía y poeta.

La lectura de la noticia, en octubre de 2015, ya es bastante estremecedora: “A.R.J., un policía local de 31 años, casado y con dos hijas, se ha quitado la vida disparándose en el pecho en el armero de la Policía Local de Móstoles. El hecho se ha producido a las 6 de la mañana, a pesar de que este policía prestaba servicio en el turno de tarde.  Las cámaras de seguridad han grabado, según fuentes oficiales, como entraba en las dependencias y tras subirse la camiseta se disparaba en el pecho”.

Poeta y policía, policía y poeta, Ángel Muñoz no puede borrar de la memoria aquel fatídico día en que su compañero se suicidó. Por eso le brinda este homenaje, a él y todos los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que acabaron con su vida. Y escribe cosas como esta: Existen cosas / que las palabras / no pueden explicar / y debe ser el agua / que corre un poco por todas partes / la que deba dar un significado / subo por las escaleras de metal / al armero / asumo mi soledad / y danzo en solitario / un grifo del vestuario cercano deja escapar un goteo de agua / anunciando mi muerte / me gustaba tanto / bañarme en el mar.

P: ¿Qué es “9 mm”?

R: Si nos atenemos al aspecto técnico, es el calibre de la munición con la que trabajan habitualmente las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Pero también es un libro con un final muy relacionado con este título. Porque fue la munición con la que se quitó la vida mi compañero de la Policía Municipal de Móstoles.

P: Libro que honra la memoria de tu compañero y de los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que tomaron la decisión de acabar con su vida…

R: Es un trabajo de cara al público con cierta presión psicológica. Hay que sumarle el carácter de cada uno y la empatía o la falta de ella en las intervenciones que tienes que realizar. Y le añades además la vida personal de cada uno. Afortunadamente, el suicidio se está visualizando cada vez más, ya no se trata como una lacra oculta. Y es bueno para frenar el problema. Aunque todavía faltan herramientas en todos los sentidos y en las Fuerzas de Seguridad también para ayudar a las personas con problemas psicológicos o psiquiátricos.  

P: ¿Ser policía es una profesión de riesgo emocional, aparte del físico?

R: A poco que seas sensible, y sobre todo si llevas mucho tiempo en la calle, siempre hay intervenciones con las que, tarde o temprano, te vas a sentir identificado. Porque te va a recordar a un amigo, a un familiar, y te va a tocar la fibra. Y ahí es muy difícil separar la persona del profesional.

P: ¿Qué recuerdas de aquel día?

R: Recuerdo levantarme como cualquier mañana. Yo trabajaba en el turno de tarde. Por los grupos de WhatsApp de los compañeros empecé a leer que un compañero se había matado en el armero de las dependencias, que se había pegado un tiro. Al principio no daba crédito y no salía de mi asombro. Por Whatsapp se corre la voz de que Jefatura está indicando que los compañeros que deban incorporarse, que cuando lleguen eviten pasar cerca de la zona donde todavía estaba el cadáver. Al principio se tomaron una serie de medidas que se fueron desvaneciendo con el tiempo, y que quizá habría que haber mantenido, como que cada agente que comenzaba su servicio cargara su arma reglamentaria delante de un sargento.

P: ¿Nadie sospechaba nada?

R: Su compañero habitual con el que compartía patrulla conocía sus problemas personales, pero no hasta el punto de imaginar que se iba a suicidar. De hecho, el día anterior, realizó las rondas con otra persona. Esta comentó después de los tristes hechos que había estado mucho tiempo en el servicio y que volvió con los ojos rojos, como de haber llorado.

P: ¿La terapia es un estigma para el policía?

R: Aunque no es una cosa que se vaya anunciando, no hay ningún problema en que los compañeros más próximos sepan cuando un agente acude a un psicólogo. La terapia es necesaria, y más en un trabajo como el nuestro o el de profesor o un médico, porque vives situaciones en las que acumulas mucha carga emocional. Y hay que soltarla de alguna manera.

P: Eres policía y poeta. Vaya mezcla.

R: Antes poeta que policía, porque ya escribía antes de ingresar en la Policía Municipal.

P: ¿Qué pretendes con este libro?

R: Rendir un homenaje en primera persona a este compañero y luego al resto de agentes que se han quitado la vida. También quiero humanizar al policía, porque tenemos muy mala prensa. No trato de ser buenista, pues soy consciente de que hay buenos y malos profesionales. Detrás de cada uniforme hay una persona con sus sentimientos, un ser humano. Y es lo que me gustaría que la gente llegase a ver, que a veces nos enfrentamos a situaciones para las que jamás nos han preparado y para las que nunca estaremos preparados ni física ni emocionalmente.

P: ¿Pueden servir las metáforas para concienciar sobre el suicidio?

R: Espero que sí. Aunque cuando una persona decide quitarse la vida no hay nada que se lo pueda impedir.

P: La experiencia policial genera versos duros…

R: Sí. Porque estamos peleando siempre con situaciones duras, lo que nadie quiere de la sociedad. Muchas veces tenemos que lidiar con toxicómanos, mendigos, gente que está un poco al margen. También hay situaciones amables, pero suelen pesar más en la balanza las duras.

P: ¿El proceso de escritura de este libro te ha resultado difícil emocionalmente?

R: Sí, sin duda, y largo. Han sido 7-8 años y han vuelto a removerme ciertas cosas que pensaba que tenía olvidadas o que no regresarían a mí, y han vuelto. Ha sido duro, como una pequeña terapia otra vez.

Portada de "9mm", de Ángel Muñoz.
Portada de "9mm", de Ángel Muñoz.