Tusi, la droga pija que está de moda

También conocida como cocaína rosa, se la vincula mediáticamente con la alta sociedad.

Antonio M. Figueras

Periodista y escritor.

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Tusi. Imagen de recurso.
Tusi. Imagen de recurso.

Realmente el tusi no tiene nada que ver con la cocaína. Un gramo de esta sustancia puede valer entre 80 y 120 euros, el doble que la cocaína, lo que contribuye a agrandar su fama de sustancia relacionada con la élite.

El nombre químico es 2-CB (4-bromo-2,5-dimetoxifeniletilamina). Se trata originalmente de una feniletilamina psicodélica de la misma familia a la que pertenece el MDMA. En inglés se escribe two cee bee y se pronuncia “tusibi”, que ha devenido en tusi. Su inventor fue el químico estadounidense Alexander Shulgin en 1974, quien desarrolló gran cantidad de sustancias psicoactivas.

En los años ochenta y noventa el tusi tuvo su apogeo en los clubes nocturnos europeos. La combinación de ambas sustancias psicotrópicas puede provocar efectos alucinógenos o euforia. Aumenta además la sensación falsa de control y perfeccionamiento de las capacidades. Esa mezcla causa que el cerebro libere grandes cantidades de dopamina, noradrenalina y adrenalina, que son hormonas del estrés.  Los efectos alucinógenos y la euforia pueden derivar en ataques de pánico.

El propio creador describió su efecto como una experiencia relativamente suave si se comparaba con otros psicodélicos. Destacó sus efectos visuales, la mejora de las experiencias sensuales y su potencia euforizante. Llegó incluso a comercializarse con el nombre de Erox como un afrodisíaco.

Como un osito de golosina

Se puede esnifar, inhalar, diluir en bebidas, fumar o tomar en pastillas. Su color rosado, su variedad de consumo (se distribuye incluso con forma de osito de golosina) y el aroma a fresa la han convertido en una de las drogas más singulares. Tarda unos 20 minutos en actuar y sus efectos tienen una duración de entre 4 y 8 horas. La desinformación sobre sus componentes y consecuencias constituyen uno de sus mayores riesgos.

Desde la Unidad Técnica de Policía Judicial de la Guardia Civil explican a Escudo Digital que “no se ha detectado un aumento preocupante de la presencia de esta sustancia, por lo que por el momento no está generando una gran preocupación, como si ocurre con otras drogas como la cocaína o el hachís”.

En los últimos años ha resucitado el interés por las sustancias psicodélicas y el consumo del tusi se ha detectado en zonas turísticas como Valencia, Marbella o Ibiza ya en 2018. Las fuentes de la Guardia Civil aclaran que “se vende sobre todo en zonas de fiesta de música electrónica y también se realizan encargos para fiestas privadas”. Cuando se ha encontrado esta sustancia, se ha hecho en laboratorios de drogas sintéticas junto con otras muchas drogas de este tipo.

Droga de autor

Desde su invención, cada fabricante le confiere su toque particular. Últimamente se ha generalizado la combinación de ketamina (anestésico de efecto rápido usado en operaciones menores con efectos en dosis altas parecidos al LSD, pero más barato), algún estimulante (como cafeína y MDMA) y edulcorantes que le dan su peculiar tonalidad. Es imposible conocer su fórmula y su calidad, dado que resulta muy sencilla su elaboración. Se han documentado partidas de tusi con mezcla de benzodiacepinas. Normalmente se encarga bajo pedido y se sintetiza en “cocinas móviles” o se pide a Holanda.

Recalcan desde la Unidad Técnica de Policía Judicial de la Guardia Civil la diferencia entre la fórmula original y la sustancia con la que se está traficando: “Lo que se ahora se vende como tusibi o tusi no es 2-CB. El análisis de la droga incautada revela que la sustancia aprehendida como tusi realmente es una mezcla de ketamina y MDMA, a veces adulterado con LSD o con 2-CB. Esto se hace porque resulta más barato, más fácil de obtener y los efectos producidos son prácticamente iguales”.

Efectos psicodélicos y alucinógenos

Ivatad, Centro Desintoxicación Valencia, ofrece rehabilitación privada para el alcoholismo, la drogadicción y otras conductas adictivas. Inmaculada Iserte Soriano, psicóloga responsable del área psicológica del Tratamiento en Ivatad, y Anabel Martínez Yagüe, psicóloga general sanitaria en el mismo centro, relatan los peligros del consumo de tusi.

“El centro es una clínica de tratamiento ambulatorio donde se realiza terapia individual para eliminar las adicciones y terapia de grupo, con el mismo propósito”, afirma Iserte. Ambas psicólogas trabajan en colaboración con un terapeuta especializado en adicciones y un psiquiatra externo para la rehabilitación de los pacientes.

Sobre el tusi, señala Martínez que “los efectos son principalmente neurotóxicos”. “Los efectos de la ketamina son principalmente psicodélicos y alucinógenos y en algunas ocasiones también pueden llegar a ser depresivos”, apunta. Según Iserte, “por esos efectos estimulantes psicodélicos puede llegar a causar hipertermia (un aumento de la temperatura), deshidratación, náuseas, vómitos, un aumento de la frecuencia cardíaca, ansiedad o malestar”. Afirman ambas terapeutas que en su centro no han llegado a la conclusión de que el consumo de la cocaína rosa provoque mayor adicción que otras sustancias.

Factor de riesgo para la salud mental

El consumo habitual de tusi empeora la salud cardiovascular porque que favorece la hipertensión y las arritmias, lo que aumenta el riesgo de angina de pecho, infartos e ictus. Además, la cocaína rosa también puede llegar a provocar un fallo multiorgánico.

Todas las drogas, y el tusi también, constituyen un factor de riesgo para las personas con enfermedades mentales. Sube el riesgo de trastornos del ánimo y de que se produzcan cuadros psicóticos en personas susceptibles a padecer enfermedades como la esquizofrenia. En una persona con predisposición genética a sufrir una enfermedad mental, la cocaína rosa podría actuar como desencadenante.

La estrategia nacional contra el consumo de droga preocupa a ambas especialistas. Para Martínez, resulta clave la prevención: “Hace falta más información y más sensibilización para las familias, los centros, los colegios, los institutos y los propios adolescentes”. Y aboga por potenciar las unidades de conductas adictivas, “que es donde las personas con una enfermedad de adicciones acuden a nivel público, pues están muy saturadas”.