Ordeñar nubes, el método ecológico "low cost" para captar agua del cielo

Se estima que el 0,0009 % del agua del planeta está en la atmósfera, lo que supone aproximadamente unos 12.900 millones de millones de litros de agua.

Gonzalo Díaz Bonet.

Especialista en Tecnología y Sostenibilidad.

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Colector de niebla.
Colector de niebla.

La niebla está formada por diminutas gotas de agua, lo cual ofrece una oportunidad en lugares del mundo donde este recurso escasea. Para transformar estas ‘nubes’ que se forman sobre la superficie en agua líquida, los científicos utilizan unas mallas 'atrapaniebla' que han desarrollado inspirándose en los escarabajos del desierto de Namib. 

Este método, que se usa en Chile desde hace más de 50 años, se ha extendido a otros lugares del globo como Ecuador, Guatemala, Perú, Nepal, Israel, algunos países de África y, más recientemente a las Islas Canarias. Allí, el proyecto Life Nieblas, que se puso en marcha en el año 2020, ha habilitado quince torres recubiertas con un material verde y de cuatro metros de altura que son capaces de recoger hasta 240.000 litros de agua al año

El proyecto ha llamado la atención de algunos medios alemanes y de algunos rotativos británicos como The Guardian, interesados en un medio de captación de agua que es a la vez ecológico y de bajo coste. Entre sus ventajas, está la de reducir la huella de CO2, ya que proporciona más autonomía para trabajar con diferentes sistemas de riego y disminuir la emisión de gases de efecto invernadero. 

atrapanieblas

“Ordeñar nubes” es una técnica de captación de agua atmosférica que consiste en la condensación de vapor de agua en forma de agua líquida. Por lo general, mediante elementos que no hacen uso de energía tales como mallas o superficies. Esta técnica es muy útil tanto para regar una región como para rellenar los acuíferos y obtener agua potable.  

Según indica un artículo de Nobbotel 0,0009 % del agua del planeta está en la atmósfera. Puede parecer una cantidad pequeña, pero supone unos 12 900 millones de millones de litros de agua. Y aunque la recolección organizada de gotas de agua del rocío o vaho a través de procesos naturales o asistidos es una práctica antigua, en los últimos tiempos está ganando peso ante el aumento de las sequías y la mayor concienciación ambiental. 

En 2008, el ingeniero agrícola Theo Hernando Olmo, ideó y patentó en Tenerife los captadores tridimensionales de niebla, rocío y precipitaciones. Estos atrapanieblas tienen forma de prisma y poseen varias capas superpuestas de mallas captadoras, que permiten una mayor estabilidad estructural y exponer una gran cantidad de superficie captadora ocupando el mínimo espacio.  

Para reducir los posibles daños provocados por vientos fuertes, estos captadores inicialmente se idearon con un sistema de bisagras en su base para poder ser tumbados. En la actualidad, estos sistemas de protección han evolucionado a un sistema de poleas que permite recoger las mallas para proteger a todo el atrapanieblas. 

Gracias a estos captadores, en 2014 se presentó en sociedad Alisos, la primera agua de niebla embotellada del mundo, que había sido recogida a más de 1.600 metros en las cumbres de Gran Canaria. El producto, que destacaba por su débil mineralización y su método ecológico de recogida, no tuvo larga vida en el mercado, pero sentó las bases para generar un interés mayor en esta forma de obtener este recurso tan preciado. Hoy se comercializa con el nombre de Garoé y se dirige al mercado premium más exclusivo.   

Usos en riego y en acuíferos 

Pero embotellar agua no es el principal uso que se le puede dar a esta técnica. La mayoría de soluciones que se están implementando se centran en frenar la desertificación, rellenar acuíferos y contribuir al riego. Frente a soluciones como las desaladoras, la importación de agua y la extracción de agua del subsuelo, ordeñar nubes es más asequible en cuanto a energía, no emite CO2 y no esquilma los acuíferos.  

Toda el agua que sea posible captar del aire es agua que no hace falta mover de un lugar a otro, con el consiguiente ahorro energético. En este sentido, es muy útil para el riego, pues el agua que se emplea para ello ha de recorrer decenas, si no cientos de kilómetros, lo que agrava la sequía en otro punto de la región. 

Además, en casi toda la superficie del planeta es posible generar rocío durante la noche. Aunque durante el día hay muchas áreas demasiado calientes, las temperaturas bajan con la caída del Sol, de forma que es posible condensar agua.