En un refugio antiaéreo, las temperaturas son de media unos diez grados menos que en el exterior. Y eso, a falta de otros usos, se convierte en un aliado excelente para combatir las olas de calor. Eso es al menos lo que han pensado en China, donde, según informa EFE, han puesto a disposición de los ciudadanos algunas de estas construcciones para poder refugiarse del calor.
Estos lugares comenzaron a construirse durante la invasión japonesa que comenzó en 1937. Estos refugios siguieron avanzando a finales de la década de 1950, cuando China tenía relaciones complicadas con la Unión Soviética y Pekín temía un ataque nuclear.
Los refugios funcionan desde hace años y ya están lejos de verse como un escenario de guerra. Ahora suelen albergar algunos restaurantes, áreas para sentarse y distribuidores de agua. Algunos hasta cuentan con WiFi y televisores.
Según relata Hipertextual, la ciudad de Chongqing (en el suroeste de China) ha transformado algunos de estos espacios en museos y tiendas desde el 2010. La Oficina de Defensa Aérea Civil de Chongqing afirma que más de 200 refugios se han alquilado para otros usos, entre los que también se encuentran gasolineras, librerías y bodegas.
La ciudad era una importante base militar durante la Segunda Guerra Mundial. Investigadores locales estiman que se habían construido más de 1.600 refugios en 1942 para contrarrestar la invasión japonesa.
Como ocurre en Berlín, muchos de estos búnkeres comenzaron siendo una atracción turística, pero con el tiempo han ido evolucionando hacia otros usos, convirtiéndose en espacios fundamentales para la población. Y una de las mayores urgencias para la población china es hoy defenderse del calor.
En estos espacios, además, los residentes pueden jugar al ping-pong o leer libros gratuitos. Eso sí, algunos de ellos no tienen cobertura para el móvil.
Este año, dos refugios en Wuhan (centro) funcionarán durante 12 horas cada día hasta septiembre, mientras que seis refugios antiaéreos en Hangzhou (este), con capacidad para albergar hasta 2.000 personas, han sido equipados con conexión inalámbrica gratuita, bebidas y medicamentos contra golpes de calor.
La citada Hangzhou ha habilitado además áreas específicas dentro de siete líneas de metro como zonas de descanso donde se proporcionan sillas para que los pasajeros se refresquen.
Otras ciudades como Xian (centro) o Nanjing (este) han puesto en marcha iniciativas similares ante la ola de calor que ha golpeado algunas áreas de China en los últimos días.
Ola de calor en China
La última vez que China vivió una ola de calor similar fue en 1961. Este verano, los termómetros han alcanzado los 40 °C, una temperatura extrema para este país. Además, las precipitaciones en 2023 han descendido un 11,2 % respecto al mismo período del año pasado.
También los animales están sufriendo el sofocante calor: un corte de luz nocturno en Harbin (noreste) provocó la muerte de 462 cerdos en una granja debido a las elevadas temperaturas y una avería en un ventilador causó la muerte por calor de más de 4.000 pollos en unas instalaciones en Suizhou (centro).
El fenómeno meteorológico conocido como El Niño viene acompañado de un aumento de las temperaturas en el Pacífico tropical, lo que ha provocado -según expertos chinos- cambios en los patrones de circulación atmosférica que a su vez afectan al clima a nivel mundial.