Smishing y BYOD: un cóctel explosivo para la ciberseguridad que pocos conocen

Muchas empresas permiten a sus empleados usar sus dispositivos personales para acceder a plataformas internas. Y eso implica asumir riesgos.

Sergio Delgado Martorell.

Periodista especializado en tecnología, ciberseguridad e innovación.

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Muchas empresas han adoptado políticas BYOD, permitiendo a sus empleados usar sus dispositivos personales para acceder a herramientas, correos corporativos y plataformas internas. Y claro, he aquí cuando la ciberseguridad se encuentra en un estado crítico.

Esta práctica, que ofrece comodidad y ahorro de recursos, también abre una puerta peligrosa para los ciberdelincuentes. El smishing, una modalidad de phishing que utiliza mensajes SMS para engañar a los usuarios, ha encontrado en el entorno BYOD un terreno fértil para expandirse.

La combinación de dispositivos personales con acceso a información empresarial y una creciente sofisticación de los ataques convierte esta unión en una amenaza silenciosa pero extremadamente efectiva para las organizaciones.

Qué es el smishing y por qué es tan efectivo

El smishing se basa en el envío de mensajes de texto que aparentan ser legítimos y que instan al usuario a hacer clic en un enlace malicioso o proporcionar datos sensibles. Estos mensajes, a menudo disfrazados de notificaciones de bancos, servicios de mensajería o plataformas conocidas, logran engañar a sus víctimas mediante el uso de técnicas de ingeniería social.

En un contexto empresarial, cuando un empleado utiliza su teléfono personal para asuntos laborales, el impacto de un ataque de smishing se multiplica. Al comprometerse un dispositivo, no solo está en juego la información personal, sino también el acceso a sistemas corporativos, redes internas y aplicaciones con datos sensibles. Todo ello sin necesidad de que el atacante comprometa los sistemas de la empresa directamente.

El peligro del modelo BYOD

El modelo BYOD ha sido adoptado por numerosas compañías que buscan mayor flexibilidad, reducir el uso de dispositivos corporativos y mejorar la productividad. Sin embargo, muchas veces se implementa sin una estrategia de seguridad sólida, lo que deja una brecha abierta para amenazas como el smishing.

Los dispositivos personales suelen estar fuera del alcance de las políticas de ciberseguridad tradicionales. A menudo, no cuentan con protección antivirus empresarial, no tienen cifrado adecuado y están conectados a redes Wi-Fi no seguras. Todo esto convierte al dispositivo en un eslabón débil que puede ser explotado con facilidad.

Además, cuando los empleados reciben mensajes maliciosos en sus teléfonos personales, es menos probable que activen los protocolos de alerta que sí seguirían en un equipo corporativo. Esto se traduce en una reacción más lenta y en una mayor probabilidad de que el engaño tenga éxito.

La sofisticación del smishing actual

Los ciberdelincuentes han perfeccionado sus técnicas de smishing para adaptarse al comportamiento de los usuarios. Hoy no solo envían mensajes genéricos, sino que personalizan los textos, utilizan el nombre del usuario, mencionan empresas reales e incluso imitan los tonos y estructuras de comunicación interna.

En algunos casos, los atacantes no se conforman con obtener información inicial, sino que intentan convencer a la víctima de cambiar a otras plataformas de mensajería, donde pueden continuar la conversación e incrementar el nivel de engaño. Este tipo de ataque sostenido es especialmente peligroso en dispositivos BYOD que no están sujetos a vigilancia constante por parte del departamento de TI.

El uso de herramientas de inteligencia artificial también ha potenciado el alcance del smishing. Los mensajes pueden generarse en masa, adaptarse al idioma del usuario, e incluso incluir enlaces que redirigen a páginas clonadas casi imposibles de distinguir de las originales.

La empresa también paga el precio

Cuando un ataque de smishing logra comprometer un dispositivo personal con acceso a recursos empresariales, el daño puede extenderse rápidamente. Información de clientes, contraseñas, documentos internos y credenciales de acceso a plataformas críticas pueden estar al alcance del atacante en pocos minutos.

Este tipo de brechas puede tener un elevado coste reputacional para la compañía, además de posibles implicaciones legales si se ven afectadas normativas como el RGPD. Las auditorías posteriores, la necesidad de reforzar medidas de seguridad y el tiempo perdido en la recuperación de sistemas también representan un impacto económico directo.

La sensación de seguridad que muchas empresas tienen al permitir el uso de dispositivos personales suele ser engañosa. El hecho de que el dispositivo no pertenezca a la organización no exime a esta de la responsabilidad de proteger la información que allí se almacena o gestiona.

Qué se puede hacer para minimizar los riesgos

Aunque el escenario parezca complejo, existen medidas eficaces que pueden reducir significativamente la exposición al smishing en entornos BYOD. Establecer políticas claras de uso, exigir la instalación de software de seguridad y educar de forma constante a los empleados son pasos fundamentales.

También es importante implementar herramientas de gestión de dispositivos móviles (MDM) que permitan monitorear, aislar o eliminar información corporativa en caso de incidente. A su vez, fomentar una cultura de ciberseguridad proactiva, donde los trabajadores se sientan capacitados para identificar y reportar intentos de smishing, puede marcar la diferencia.