Lattre du Plessis.

Opinión

Caudillo Sánchez: “Rusia es culpable”

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Pedro Sánchez
Pedro Sánchez

No hacen falta asesores de opinión ni “fontaneros estratégicos”. Solo con haber asistido al último partido de la selección, en la Rosaleda (Málaga), el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hubiese tenido un “baño de realidad”.

No sé si se habrá producido el tan comentado cambio sociológico en Andalucía, pero a nivel individual mis conocidos de esta Comunidad se siguen definiendo como “españoles, españolistas y de centro izquierda”. Y es la parte “españoles y españolistas” donde más alejan a Sánchez y sus políticas de los votantes y seguidores del Partido Socialista andaluz.

Juan Espadas, candidato socialista, ha sido siete años alcalde de Sevilla. Me pregunto cómo se sentirá cuando, día tras día (más de 2.200), llegando a su despacho se encontraba con el busto de Alberto Jiménez-Becerril, asesinado por ETA el mismo año en que Espadas se afilió al PSOE. Estoy seguro de que multitud de veces habrá pensado, aunque sea fugazmente, que su actual jefe Sánchez se lleva mejor con los herederos-encubridores de ETA que con los constitucionalistas (PP) de la oposición.

¿Cómo se siente uno obedeciendo a un jefe que negocia con los cómplices de asesinato de tus compañeros? Ese sentimiento, que se reprime en función del cargo y sueldo que mantengas por y para el partido, no es así en la calle.

Solo dos detalles:

El primero ha acontecido en Isla Cristina donde comía con amigos que hacía años no veía y que como ellos mismos dicen “mean rojo” por su ADN de izquierdas. Se trata de gente de Lepe, amigos que me presentó hace años su alcalde José Ángel Gómez Santana, el alcalde socialista de dicho municipio al que votaban hasta los del PP (catorce concejales de diecisiete); el ideólogo e impulsor de Isla Antilla, que murió con el mismo dinero con el que entró en política.

Al preguntarles por su opinión y escasa movilización sobre las elecciones, me dijeron literalmente “qué le den a Sánchez”. Y es que cuando hablas con socialistas andaluces sobre la parte de política nacional referente a cesiones al nacionalismo y ataques a la identidad española te das cuenta de que los de Vox de Madrid son moderados comparados con ellos.

Y es que no es una cuestión de sesgos a izquierda o derecha, es un asunto de identidad nacional, y donde los andaluces –que sigo creyendo son, como mis amigos, españoles, españolistas y de izquierdas- se revelan contra la dirección nacional del partido, ya sea por voto castigo o por abstención. Las bases del PSOE en dos tercios de España están hartas del pago de “peajes”.

El segundo detalle al que quería hacer referencia es el culto a la personalidad. Los socialistas siempre han defendido y se han enorgullecido frente al PP de que el suyo era un partido no presidencialista, y sí de la existencia de una Comisión Ejecutiva Federal como representación de todos. Y cuando Emiliano García Page, presidente de Castilla la Mancha, recuerda que en el PSOE es Pedro Sánchez el que manda y que “los demás estamos de monaguillos”, es que algo pasa.

Hay otras dos cuestiones que han calado muy hondo en la calle socialista. El empecinamiento de Sánchez por su imagen exterior, lo que ellos llaman el Kent “OTAN” (novio de la muñeca Barbie), “somos los que menos aportamos y con el presidente que más cámara chupa” respecto a la ayuda a Ucrania. Y el mote, no solo los de Cádiz, también los de Huelva son imaginativos, que le han puesto con su cambio postura sobre Sahara, y enfrentamiento con Argel, donde tras pifiarla aguarda a que España en bloque y Europa le saquen del lío. Ahora es el “Capitán Araña”.

El origen de esta frase hay que buscarlo en la figura del capitán Arana o Aranha, un personaje del siglo XVIII que recorría el litoral de la península Ibérica con la intención de reclutar gente con destino a las colonias de América para luchar contra los insurrectos, sin que él jamás emprendiera viaje alguno hacia el Nuevo Continente.

Cualquiera que tenga amigos en Bruselas le podrá confirmar que aparte de Putin, Europa califica como problemáticos a dos presidentes, por los “dolores de cabeza”. Un reciente ex, Boris Johnson, y un presidente gran país, Sánchez.