Oscar Ruiz -Escudo Digital.

Opinión

Incómodos resultados en la investigación del Sabotaje del Nord Stream 2

Experto en migraciones y analista internacional.

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Nord Stream 2.
Nord Stream 2.

Uno de los misterios más acuciantes de la guerra entre Ucrania y Rusia ha sido el sabotaje del gaseoducto Nordstream 2 el pasado septiembre de 2022 cuando varias explosiones submarinas dañaron definitivamente estas tuberías que hasta entonces transportaban petróleo ruso a Alemania/Europa y cuya reparación ascenderían a más de 500 millones de dólares. Y aunque esto ocurrió hace ya varios meses, han sido las recientes declaraciones del periodista Seymur Hersh, quien acusa directamente a la Casa Blanca de la destrucción del NordStream, lo que ha vuelto a poner de manifiesto este misterio de cara a la opinión pública.

Y es que a priori los culpables naturales o más interesados en el sabotaje son Ucrania y sus aliados, puesto que este gaseoducto ya atraía la polémica desde antes de la invasión (Donald Trump intento evitar su construcción durante años) al ser claramente una ventaja estratégica para Rusia, quien se hacía aún más imprescindible en el contexto energético europeo, dificultando así una respuesta homogénea europea a su invasión ucraniana.

El sabotaje, la investigación alemana y la Inteligencia americana

El 26 septiembre de 2022 varias explosiones sacudieron el fondo marino del Mar Báltico Las investigaciones alemanas apuntan a que cinco hombres y una mujer con pasaportes búlgaros falsificados alquilaron un barco, llamado Andrómeda, a nombre de una empresa en Polonia y cometieron el sabotaje. Se pone también en duda si participaría un segundo barco puesto que la cantidad de explosivos usados no se ajustaría a la carga posible de Andrómeda, o si los explosivos se colocaron semanas antes y este barco fue el encargado de detonarlo. Las explosiones se produjeron a 80 metros de profundidad, por lo que requirió de buceo especial.

Las explosiones se produjeron en la zona de exclusividad económica de Suecia- Dinamarca, que llevan, junto a Alemania, las investigaciones y que todavía no han arrojado conclusiones definitivas sobre el asunto.

Pero un reciente informes de la inteligencia americana parecen haber señalado a los culpables, eso sí, de una manera muy genérica. Aunque Estados Unidos no ha desvelado las fuentes oficiales de dicha información, sí ha confirmado que los perpetradores son opositores a Putin en Rusia o Ucrania, pero sin dar ningún tipo de pista sobre a qué grupo o entidad pertenecen, porque también ha dejado abierta la posibilidad de que se trate de un grupo ucraniano que podría tener conexión con el actual gobierno de Zelenski.

Aquí la claridad de las conclusiones finales de la investigación será muy importante, puesto que no es lo mismo que el sabotaje haya sido perpetrado por un grupo desconectado del gobierno y sin el conocimiento por parte de este, a que haya sido ejecutado bajo las órdenes del actual gobierno de Kiev, o incluso, que se trate de una operación de “falsa bandera” en la cual se trataría de incriminar directamente al gobierno de Zelenski, sin que este tuviera conocimiento de dicho sabotaje.

La desinformación

Este caso es un ejemplo claro de la utilización de la desinformación por ambos bandos, ya que ha sido utilizado tanto por Occidente como por Moscú para desacreditar al contrario de cara al público. Al principio, los servicios de (des)información anglosajones quisieron poner el ojo del huracán en el Kremlin, aunque este punto nunca tuvo mucho sentido puesto que Rusia era el primer interesado y beneficiario de mantener abierto y a pleno rendimiento este gaseoducto, y posteriormente fuentes oficiales norteamericanas confirmaron que no tenían ningún indicio de que Rusia hubiera auto-saboteado sus propias infraestructuras energéticas, aunque siempre cabe la posibilidad de la operación de falsa bandera para culpar a Zelenski del ataque.

Rusia, por su parte, siempre ha culpado al Reino Unido del ataque y que las investigaciones actuales y goteos de información son simplemente una “distracción” para la opinión pública y evitar asumir su responsabilidad en el sabotaje.

Aquí debemos tener en cuenta la complejidad de la operación, realizada en una zona con mucho tráfico marítimo, por lo que extraña mucho la idea de que no haya sido esponsorizada por algún Estado, con los medios e información suficiente para este tipo de operaciones.

Si se demostrase que Ucrania está involucrada oficialmente en este sabotaje, podría minar su relación, ya complicada desde el principio, con Alemania. Pero también la complicaría con el resto de Europa, peligrando así el actual bloque homogéneo que representan los aliados de Kiev en su batalla contra la invasión de Putin.

Aunque Estados Unidos y Reino Unido son aliados incondicionales de Kiev en la actual batalla contra el invasor ruso y se informan y apoyan en la mayoría de operaciones militares, sí es cierto que algunas actividades “independientes” de los operativos de Zelenski, especialmente las que se producen tras las líneas enemigas rusas (ataque en agosto a la base aérea de Saki o el ataque del pasado octubre al puente de Kerch y los recientes ataques con drones a las bases militares rusas de Ryazan y Engels), escapan al conocimiento y, por supuesto, de la aprobación anglosajona por el peligro que podrían suponer en la relaciones y homogeneidad del frente aliado contra los intereses rusos, además de tener un limitado valor estratégico.

Ucrania siempre estuvo en contra del Nord Stream 2 y se demuestra harto difícil que no haya participado, al menos parcialmente, en este sabotaje.

Será difícil saber toda la verdad porque quizás, por el bien de la alianza, no nos convenga conocerla.