En una resolución aprobada por una amplia mayoría el Parlamento Europeo ha expresado su profunda preocupación por las graves violaciones de los derechos humanos en Argelia.
Sin una estrategia clara en la lucha contra el terrorismo que actúe en todos sus frentes es imposible vencer al yihadismo, que seguirá extendiéndose por todo el Sahel sin oposición.
El terrorismo está expandiéndose de manera exponencial en el territorio africano, de acuerdo con el diagnóstico de la Organización de Naciones Unidas. Una amenaza de la que Europa debe tomar buena nota.
Argelia podría facilitar la instalación de bases militares rusas en el Sahel con la ayuda de Irán, según un análisis del Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada.
Existe el riesgo de que los errores que se produjeron en el Sahel en la lucha contra estos grupos yihadistas sean replicados tanto por los países costeros como por los europeos.
En Malí, Burkina Faso y Níger, Francia, en lugar de ser vista como una solución contra el terrorismo, es vista como un problema, y son varios los factores que explican esto.
Lo que parece solo un enfrentamiento entre dos países vecinos tiene muchas más implicaciones. España debe prever una estrategia de seguridad ante los posibles escenarios que nos podríamos encontrar.
La Guardia Civil ha detenido a un presunto terrorista de Daesh y la Policía a otras once personas acusadas de adoctrinamiento en los postulados de esta organización.
La organización paramilitar rusa comenzó a operar en Malí a finales de 2021 y se ha relacionado con ataques contra civiles que ya han causado unas 500 muertes.
Veintiún años después del 11S la situación en Afganistán es peor que al principio, a pesar de los 20 años de intervención y con el gasto económico y humano que ha supuesto.
Se ha roto la confianza en el actual gobierno de España de Pedro Sánchez (no se ha roto la confianza ni la simpatía hacia el pueblo español ni entre nuestros dos pueblos) y aunque haya un nuevo gobierno en España, llevará un tiempo recomponer la relación.
África se está convirtiendo en un escenario de disputa entre Rusia y occidente, con importantes ganancias geoestratégicas para Moscú y pocos beneficios para las naciones de este continente.